Los maizales tempranos o de primera, en similar estado fenológico en el norte, centro y sur del área que releva el Servicio de Estimaciones Agrícolas (SEA) de la Bolsa de Comercio de Santa Fe (BCSF), reflejaron el impacto de la ausencia de precipitaciones con heladas, déficit hídrico y marcada amplitud térmica de elevados registros térmicos diarios padecidos.
Con el transcurso de las jornadas, ante dicho escenario ambiental y la incertidumbre climática futura, el sector productivo que necesita de las reservas para los tambos, continuó con el picado del maíz temprano de acuerdo al estado de cada lote, pero en otros casos, analizó la posibilidad de destrucción de los cultivares y las parcelas liberadas destinarlas a la siembra de soja tardía, siempre y cuando se produzcan lluvias, dice el informe. Por otro lado, la siembra de maíz tardío no comenzó por la falta de agua útil en el perfil superficial del suelo.
En tanto, los maíces de primera que se arriesgaron por el clima, están reportando rindes muy escasos para la confección de silos, no superando los 3 a 5 metros de bolsa en el mejor de los casos en la zona central.
En cuanto a los tardíos, al inicio de la campaña gruesa 2022/2023 fue el cultivo que concentró la mayor atención y se estimó un considerable aumento en la superficie total que se implantaría, pero, finalizando el mes de diciembre, cada día que pasó se redujo la ventana óptima para dicho proceso y se incrementaron los riesgos para el logro de una buena cosecha.
CAMPAÑA DEMORADA
Hasta el presente y ante los futuros pronósticos climáticos, solo se observaron interrogantes entre los productores de si se sembraría o no, ya que, junto a la soja tardía, serían los dos últimos cultivos que podrían implantarse.
En todos los departamentos del centro norte santafesino, la siembra continuó siendo la labor con más actividad realizada durante un par de jornadas, con la implantación de sorgo forrajero, sorgo granífero, algodón y soja tardía.
En el caso de la oleaginosa, las intenciones de siembra se estimaron en 580.000 ha, con un incremento del 8% en comparación a la superficie alcanzada la campaña pasada.
En el período se logró un progreso del orden del 70%, que representó aproximadamente unas 406.000 ha, con un adelanto intersemanal de 15 puntos y de 27 menos, al de la campaña anterior, para ambos intervalos.
La realidad de los girasoles no varió, la cosecha se realizó de manera normal y con buen ritmo de avance. Los rendimientos continuaron siendo bajos, de 6 a 8 qq/ha, en los lotes muy afectados por la falta de agua durante el transcurso de su ciclo.
En los sembradíos donde las precipitaciones fueron más abundantes y la etapa fenológica del cultivo al momento de la ausencia de precipitaciones, no era crítica, los rendimientos promedios oscilaron entre 10 a 18 qq/ha.
“El maíz temprano fue el cultivo de la campaña de cosecha gruesa que mostró el mayor grado de daños provocados por las condiciones ambientales ocurridas durante todo su ciclo y no presentaron síntomas de mejorías durante su transcurso”, indicó el SEA.
Por tal situación, “prosiguió el picado de los maizales y se elaboraron silos como reservas para el futuro consumo animal, pero con menor ritmo, por los costos en relación a los rendimientos promedios obtenidos, que oscilaron en máximos de 7 m/bolsa/ha, con mínimos de 1 a 4 m/bolsa/ha, valores considerados como muy bajos por el sector productivo”.