Por Hugo Borgna
“Quiero la luna que ilumina – tu silueta al caminar – con paso de bailarina – tú la sigues sin mirar”.
Entre los artistas, los que producen sus creaciones por medio de la música tienen un lugar especial en ese exclusivo ámbito. Entre ellos los ejecutantes de instrumentos y, en lo más alto, los cantores. Posiblemente porque el elemento romántico necesita para ser apreciado que algo tenga la aureola de inalcanzable.
“Quiero que vengas cariñosa – y me abraces al llegar – cuando te sientes tan dichosa – y te ríes al besar”
La música no se puede guardar como un objeto que obligadamente deba adecuarse a un espacio físico; cada uno la lleva en el alma siempre disponible. Salvatore Adamo, familiarmente “Adamo” para el enorme público que ganó, también tiene la virtud de la disponibilidad. Por ese motivo, sus muchas actuaciones en vivo, aumentadas por la sensación de afecto que lo acompañó en Europa y América latina.
“Quiero la calma de la tarde – cuando ya empieza a anochecer – es el crepúsculo que arde – como arde mi querer”
Sin dejar de tener en cuenta a “Quiero”, también identificada como “Amo”, la lista de éxitos en las décadas del 60 y del 70, resulta múltiplemente apreciada por las admiradas generaciones que la siguieron. Es uno de los mayores vendedores de discos en ese período en el mundo, junto a Los Beatles y Charles Aznavour. Sólo como referencia más precisa, títulos que, con solo evocarlos, despiertan profundos sentimientos: Mis manos en tu cintura, Mañana en la luna, Tu nombre, Es mi vida, Era una linda flor, Juntos, Un mechón de tus cabellos, En bandolera, Porque yo quiero, La noche, Nuestro romance, Una lágrima en las nubes, Ella, Mi gran noche…
“Quiero que tu mano me guíe – si estoy en la oscuridad – y mi corazón sonríe – lleno de felicidad”
Algo de su vida personal: nació en Sicilia en 1943 y sus padres se radicaron en Bélgica, por lo que sus sensaciones tienen influencia de los dos países y de toda Europa. El día 1 de noviembre va a cumplir años. Se supone que será el invitado especial y que -por supuesto- lo harán cantar
“Quiero tus ojos color de bruma – que a veces veo en mi soñar – son como un manto de dulzura – que me viene a despertar”
Se puede definir un estado de ánimo, sin temor a equivocación, como el de ser romántico. No es casualidad que se ubique a Salvatore Adamo en preferencias permanentes junto a Charles Aznavour: ellos, desde la sensitiva y clara enunciación de un modo de decir (una emocionada colocación de la voz) resuenan en un idioma castellano cercano al que se habla con frecuencia, el sentimental.
“Quiero la calma de la tarde – cuando ya empieza a anochecer – es el crepúsculo que arde – como arde mi querer”
Igual que Aznavour, hermano en evocaciones gratas, las versiones originales de sus tantos temas fueron en francés, siendo las versiones para el resto de Europa -y obviamente América- trabajadas desde el mismo molde. Son canciones, o boleros si se quiere, los que mantienen su emoción.
Ser romántico es una virtud. Se trata de exhibir como es cada uno: la ecuación sentimental sigue siendo un teorema para demostrar.
El modo de romanticismo en el canto brilló en las fiestas informales -asaltos a la soledad- como queridos acompañantes, irreemplazables recién nacidos como sentimientos en estado natural.
Igual que la emoción de Salvatore Adamo cantando “Quiero”.