Sociales

Sensaciones y sentimientos :Nobel. presente y expectativa

La escritora surcoreana.
Crédito: The New York Times

Por Hugo Borgna

Solo falta que transcurran unas pocas semanas. La noticia, siempre esperada con ansiedad, dirá quién ha ganado el Nobel de Literatura 2025. Hasta saberlo podremos ponernos al día con lo que sabemos, refrescando (mejor dicho, poniendo en clima más adecuado) las ya frías por naturaleza temperaturas nórdicas de Europa.

Se recuerda, por ser material vigente y por haber registrado buena venta en librerías, que Han Kang es la más reciente ganadora -Nobel 2024- y que la novela que se ha conocido, para nosotros muestra de su escritura, es “La vegetariana”, presentada en sociedad en el transcurso de ese año.

Hablar de los méritos de una obra cuya autora haya sido distinguida con tan trascendente premio, es innecesario; ya la severa crítica que premió a Han Kang garantiza su nivel, aunque sí pueden agregarse algunos apuntes identificadores. Técnicamente es un relato en varias voces exteriores informativas, la acción es cronológica, atendiendo al modo de la preceptiva poética donde la premisa es sugerir, dentro de un elegante modo de concebir la oración.

Nació Han Kang en Gwangiu (Corea del Sur) en 1970 y ganó el primero de sus cuantitativos premios en la categoría novela del año 1994. Siguieron otros (La clase de griego, 2023; Actos humanos, premiada en 2017; Blanco, finalista en 2018; también “Imposible decir adiós”, premiada en 2023), distinguiéndose su estilo especialmente en novela.

Es esencialmente novelista y le cabe el calificativo de prosa poética a su estilo, sugerente y poderoso que hace que quien ingrese al intenso mundo de sus personajes, juzgue y opine. Ellos no dudan, actúan. Logra Han Kang un sutil hilo de conexión entre los actos de personajes fuertes que pretenden imponer un modo de ser y hacer, en contraposición a los que se dejan guiar por las posibilidades de ser independientes de cualquier preconcepto.

“La vegetariana” exhibe un relato intenso donde entra en juego la libertad de elegir en un ambiente familiar y social duramente represivo. Entran a competir los valores históricos y un conflicto, no debidamente resuelto, de establecer -cuando se buscan soluciones socialmente aceptables- si en ellas se tiene en cuenta la verdad interior, diferente en hechos concretos. Todo ese panorama implica un modo ideal para la novela, sobre todo cuando en ella se apoyan los sentimientos movilizadores.

El premio Nobel de Literatura se otorgó por primera vez en 1907, distinguiendo al francés Sully Prudhomme, nacido en 1833, quien ha vivido hasta 1907.

La pregunta es ahora qué elementos tuvo (y tiene en cuenta) la Academia para premiar las obras puestas a concurso. En el caso de Sully Prudhomme, fue “el reconocimiento a la composición poética de ideas de elevada perfección artística y rara combinación de cualidades de corazón y el intelecto”

Si avanzamos un poco más en materia de concursos, cuando se evaluó la obra de Han Kang, el jurado premió “el piso poético que aborda, traumas históricos y la fragilidad de la vida humana”.

Si llegamos un poco más lejos hasta los tiempos y pretensiones originarias, llegaremos a la intención mayor de Alfred Nobel; dejó en su testamento una declaración de principios que podría graficar claramente el espíritu de este loable y necesario concurso universal. Pocas palabras que no precisan de explicaciones y sí, en cambio, establecer la obligación de adoptar en los tiempos futuros el compromiso y la pureza conceptuales.

Nobel puso, como pauta de valor, la idea de premiar “la obra más destacada en dirección idealista”.

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