Todos los gobiernos desde 1983 se reorganizaron en torno al primer año de gestión, siendo el ministro de Economía la pieza clave del cambio y Macri no ha sido la excepción. En febrero de 1985, Alfonsín sustituyó a Grinspun por Sourrouille; en enero de 1991, Menem reemplazó a Erman González por Cavallo; en marzo de 2001, De la Rúa a Machinea por López Murphy primero y Cavallo a las dos semanas; Duhalde, reemplazo a Remes por Lavagna, un año antes de la elección de 2003; Kirchner a su vez sustituyó al último por Miceli, aproximadamente un año antes de la elección de medio mandato y Cristina relevó a Lousteau en su primer año de gobierno.
En todos los casos, junto con el cambio de Ministro de Economía tuvieron lugar otros reemplazos, generándose una reorganización del gobierno, como ha sucedido ahora. Macri reemplazó a Prat Gay en Hacienda y Finanzas en enero de este año, dividiendo su cartera. Lo hizo tras haber sustituido a Isella Constantini al frente de Aerolíneas y al Secretario de Relaciones Exteriores (Foradori) y antes de las remociones de uno de los secretarios del área de salud (Pérez Baliño), el Presidente del Banco Nación (Melconian), el secretario de Obras Públicas (Chain) y la subsecretaria de Ingresos públicos (Ballestrini).
El éxito de estas reorganizaciones debe medirse por el resultado de la elección legislativa siguiente a la asunción del poder. Las ganaron Alfonsín (1985), Menem (1991), Duhalde (2003) -en este caso también fue presidencial- y Kirchner (2005). Las perdieron sólo dos: De la Rúa (2001) y Cristina (2009).
Pero más allá de esta reorganización va quedando claro que en 2017 Macri irá consolidando la imagen de que en términos históricos, apunta a ser el Presidente de la Infraestructura. De acuerdo a esta visión -que algunos adjudican a él mismo- Alfonsín ha quedado en la historia como el Presidente que restableció la democracia, Menem como el que terminó con la inflación y Kirchner el que redujo la pobreza y el desempleo. Macri quedaría como el Presidente que logró modernizar y transformar la infraestructura del país.
En los hechos es lo que está sucediendo al comenzar 2017. El gobierno ha anunciado licitaciones de obra pública, que implican entre el 1 de enero y el último domingo de octubre -fecha en la cual sería la elección legislativa- destinar 511 millones de pesos por día a obras. Ya en su primera semana tras las vacaciones, se lo vio inaugurando el inicio de obras en Ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires y Córdoba.
El Ministro del Interior (Frigerio) ha dicho que "este año la obra pública va a explotar". Pero no se trata sólo de una política para ganar la elección. En realidad es la idea detrás de la cual se va articulando el proyecto político de Macri. Así como el Metrobus fue el hecho que proyectó su candidatura nacional, el cambio de la Infraestructura se va conformando como su gran legado político. Que no exista un Ministerio de Obras Públicas y que es solo un Secretaría del Ministerio del Interior -que además quedará vacante- quizás sea porque el mismo Macri tendrá injerencia directa en la gestión del área.
En el plano económico-social, los acuerdos para mejorar la productividad sectorial para el Presidente son su prioridad para 2017. Es asumir que la inversión vendrá si el país es capaz de generar condiciones que no están dadas. Macri comienza así la semana reuniéndose con el sector empresario y sindical de la industria frigorífica, buscando un acuerdo similar al planteado en el sector energético para la explotación de Vaca Muerta.
El Ministro de Producción (Cabrera) avanza en negociaciones para lograr uno en el sector metalmecánico. Por su parte el de Energía (Aranguren) lo hace o para mantener y ampliar la explotación del yacimiento de Cerro Dragón en Chubut. Pero no es tan fácil como se anuncia y el de Vaca Muerta sigue sin firmarse con el sector sindical dilatando hacerlo.
En lo político, la oposición comienza a unificar el cuestionamiento al uso del DNU por parte del Presidente para modificar el régimen de las ART (seguros de accidentes de trabajo) -que la CGT dice es inconstitucional- creyendo que este año el Presidente tratará de hacer uso intenso de este instrumento que le permite eludir el Congreso. La oposición citó para el 2 de febrero a la Comisión Bicameral del Congreso que debe convalidar los DNU, para cuestionarlo.
Frente a la asunción de Trump, el gobierno argentino enfrenta el problema de que no le será fácil dar continuidad a los acuerdos alcanzados con Obama. La reunión del Presidente EE.UU. con cuatro "expertos" en América Latina, confirmó la baja importancia que asigna a la región. Duró sólo 20 minutos. Quien habló más tiempo fue un ex embajador de Guatemala en Washington y otros dos de los cuatro eran de origen cubano. La Administración Obama recibió a comienzos de enero los pedidos de argentina para tener mejor acceso al mercado estadounidense, pero el tema ha quedado a resolución de Trump.
Argentina sólo envió a su asunción al Embajador en Washington (Lousteau), al mismo tiempo que cuatro de los veintiún ministros estaban en el Foro de Davos. La percepción de que la relación bilateral con EE.UU. tendrá menos prioridad por la fuerza de los hechos, dan relevancia a los dos viajes que hará el Presidente Macri en febrero, a comienzos del mes a Brasil y tres semanas más tarde a España. Mayor prioridad a la relación con el país más grande de América Latina y con Europa aparecen como respuestas naturales frente al escenario global que se abre.