Muy pocas veces, o tal vez nunca, debe haber ocurrido una elección presidencial con resultado cantado como el de este domingo. Esta vez sí, las pantallas de la TV no podían equivocarse, como otras veces, anticipando a los pocos minutos de cerrado el comicio, el nombre de quien había resultado ganador. Es que la diferencia de Cristina Fernández en las primarias (38 puntos sobre Ricardo Alfonsín) no sólo era irremontable, si no que parecía con posibilidades de ampliarse, aunque ahora sobre Hermes Binner, que fue quien más creció dentro de una deteriorada oposición. El gobernador santafesino, que sin embargo no logró ganar en su propia provincia, aunque sí en Rosario y Rafaela -aquí por 3.700 votos ampliando la diferencia lograda en las primarias-, fue quien más sumó desde aquella confrontración preliminar de agosto, pasando de 10 a 17 puntos. Que, aún dejándolo como la principal oposición de alternativa a su Frente Amplio, quedó muy lejos numéricamente, aunque como esperanza de mayor consolidación bien puede decirse por algo se empieza.
La presidenta sumó en la cuenta final, llegando ahora a 54 puntos, manteniendo similar diferencia. Con tamaña ventaja, con casi todos los distritos bajo el mismo signo -salvo Santa Fe, Corrientes, Ciudad de Buenos Aires y San Luis, donde los Rodríguez Saá volvieron a demostrar su blindaje, siendo el único lugar donde no ganó el kirchnerismo-, y además con el Senado y la Cámara de Diputados con mayoría, se viene una continuidad que genera expectativas muy fuertes. Es que en la misma noche del domingo la presidenta en ejercicio y con la reelección en el bolsillo, dejó entrever algunas definiciones importantes: que profundizará el modelo que viene desde 2003, pero que se harán las correcciones que sean necesarias. Y además, deslizó que las presencias personales por la Casa Rosada son transitorias, lo que importa es sostener los principios y mantener los objetivos, ejemplificando "que quien siga construya sobre lo ya hecho". La interpretación fue bastante clara en cuanto a la intención de no buscar su continuidad -la "eternización" como llegaron a reclamarle los de mayor obsecuencia-, aunque para definiciones más claras y contundentes habrá que aguardar el desenlace. Es decir, que el mandato transcurra y ver cómo se van dando los acontecimientos.
De todos modos, como esta elección de hace 48 horas estaba decidida desde antes del canto de las urnas, fue desde ese mismo momento que se comenzó a hablar de 2015. De cualquier manera que se lo mire, una futurología que ahora no tiene demasiado sentido. Más que el oficialismo, quien debe ocuparse es la desperdigada oposición, donde sólo quedó en pie el Frente que lidera Binner, el resto de rodillas y con una tarea muy ardua como debe ser el reemplazo de figuras con cierto nivel de potabilidad para irlas afianzando. Y aunque no lo parezca, para tal objetivo, no es mucho tiempo que digamos, más con el escenario difuso que tenemos, donde intentar sobresalir cuesta más que otras veces.
Todo lo que venga, y más a tanta distancia, es especulación pura. Lo que realmente importa, es lo de mayor inmediatez. Lo habíamos comentado con anterioridad y sigue sirviendo como hipótesis de análisis. Un tema que impone mayor urgencia es el del dólar y la fuga de divisas, que está en una aceleración tan pronunciada que no alcanza a ser contenida con el casi vaciamiento en que han entrado las reservas del Banco Central. Un tobogán peligroso. Habrá que ver lo que sucede esta semana, con la continuidad hasta 2015. Otro, la inflación no admitida, que es justamente lo que más atenta contra la proclama de inclusión del propio gobierno, pues nadie desconoce que el mayor impacto siempre es contra los que menos recursos tienen.
Con mayor margen de maniobra, aunque con el objetivo de encontrar rápida una salida, están los subsidios -energía, transporte, gas, comestibles- que este año terminarán consumiendo unos 80.000 millones de dólares. Con el gas y la quita de subsidios de acuerdo a los niveles de consumo, ya hubo un anticipo de lo que sucederá. Aunque resulta complicado implementarlo, la búsqueda de solución irá encaminada hacia el sostén a los de muy bajo consumo, y quita para el resto. ¿El transporte? es mucho más complicado de instrumentar y algunas consecuencias se han visto de parte de empresas que no recibieron en término el subsidio del combustible, e inmediatamente dispusieron medidas.
En definitiva, estos son detalles de funcionamiento, sobre lo que hay ratificación, y de la única voz autorizada, es que el modelo tendrá "profundización", pero también correcciones, como anticipo no es mucho, pero algo preanuncia. De todos modos, sobre lo que se dijo poco, es la cada vez mayor dependencia que se tiene y se tendrá por lo que sucede en el resto del mundo. Quedó claro que nadie tiene blindaje, hay sí diferentes situaciones. Los países productores de alimentos, como la Argentina por ejemplo, están mucho más beneficiados que otros, pero si echamos la vista atrás y repasamos algunas situaciones precedentes, está claro que no hay que confiar demasiado.