Notas de Opinión

Vivir sin problemas


El arte de vivir, ¡qué problema! ¡Qué desafío! Y también, ¡cuánta felicidad! Esta última, comúnmente intermitente, pero cierta.

En estos días, muchos argentinos vacilan, cavilan y hasta tambalean en su ánimo porque pareciera que flagrantes atropellos – desde sorprendentes prostíbulos hasta casas que efectivamente terminaron en ser meros sueños, pasando por un gobernador aplicado a organizar festivales gratuitos, para enunciar sólo a unos pocos y quizás no los más patéticos – no han gravitado en la decisión del voto primario de los argentinos.

La vida colectiva, pues, nos enfrenta – a muchos compatriotas, más del 50% si contamos a quienes no fueron a sufragar – a un embargante problema. De repente, el futuro se ennegreció y acecha.

Empero, ¿el arte de vivir significa vivir sin problemas? La vida, por el contrario, es solucionar los problemas, lejos de la vana pretensión de que no existan.

Los argentinos tenemos un formidable problema: cómo mantener el crecimiento y paulatinamente ir transformándolo en desarrollo moral, cultural, humano, social, político y económico. Quizás, lo político debió consignarse enseguida de moral ya que de la buena política depende todo, inclusive hasta la restauración de los valores intangibles, desde el respeto hasta la familia (o a la inversa).

Tengo la impresión que el voto del 50% favorable al Gobierno nacional - sin entrar a desmenuzar el 7 u 8% de fraude vía boletas hurtadas o faltantes y escrutinios hechos por quienes no aprobaron aritmética de primer grado – es el resultado de una triple combinación: un exultante momento de consumo – mucha plata y subsidios, con ese caso excepcional de que abunde el crédito para electrodomésticos, pero las viviendas haya que pagarlas al contado -, una oposición lejísimo de ser confiable alternativa, sobre todo por su fragmentación y el nefasto ’más de lo mismo’ que en general la maniata e inhibe, y una propaganda oficial nunca vista en toda nuestra historia, abrumadora, invasiva, dominante, atrapante.

A esos factores no puede dejar de incluirse la creciente dependencia de muchos argentinos respecto de los favores – o como se quiera llamarlos, pues la palabra sería prebendas – emanados del Gobierno. La autoridad actual no duda en deslizar que si cambia el ‘modelo’ se desmoronarían los beneficios, desde computadoras para todos hasta milanesas rebozadas a $ 20, ambas muy distantes de universalizarse, pero que la magia de la publicidad brinda la sensación de que ya las poseemos y disfrutamos.

Si genuinamente estuviéramos creciendo y a la par desarrollándonos habría menos violencia social, más familia, menos alcoholismo y drogadicción, más escuela, más cultura del trabajo y más valor agregado a él, boleta única electoral, antirrobo y antifraude, votación con debate previo y obligatorio de propuestas y por encima de todo más respeto de todos respecto de todos y del Gobierno hacia nosotros, los ciudadanos y habitantes.

Y habría más vigencia de la ley y menos ‘letra muerta’, es decir esas bellas palabras contenidas en innúmeros preceptos que apenas si desde el poder disimulan cumplir, cuando no los incumplen con flagrancia.

El arte de vivir en este colectivo nacional al que pertenecemos incluye decisivamente el aprender a digerir los problemas – que son parte indivisible de la vida -, a decodificarlos y por sobre todo a solucionarlos.

Esta vuelta comicial nos da una oportunidad inédita: podemos mutar la tendencia en dos meses, sin tener que esperar dos largos y desgastantes años. No digo quiméricamente que podamos hacer un giro de 180 grados. Simplemente, lograr que en octubre las cosas tengan racionalidad e institucionalidad básicas, además de que provean una alta dosis de esperanzas renovadas.

Sí, como mínimo, hubiera debate y no simplemente publicidad, podríamos darle un viraje a la marcha. Pero lo decisivo es que los problemas no amilanen, descorazonen o amedrenten. Los problemas están para ser resueltos. Y los resolveremos. El desánimo está vedado (no digo prohibido porque este vocablo tiene mala prensa…).

*Abogado, docente, analista, especialista en geoestrategia, dirigente del partido Unir, candidato bonaerense a diputado nacional por Compromiso Federal

Autor: Alberto Asseff

Estás navegando la versión AMP

Leé la nota completa en la web