Por Víctor Hugo Fux
Tuve oportunidad de entrevistarlo en el programa "Titmpo de Velocidad", que se emitía por LT28 Radio Rafaela, y en el homenaje que la Peña Automovilística Carlos Pairetti le ofreció al fallecido piloto de Clucellas en ocasión de recordarse los 50 años de su consagración en el campeonato argentino de Turismo Carretera con el legendario "Trueno Naranja", uno de los autos más revolucionarios en la historia del automovilismo de nuestro país.
En el lejano 1968, el clucellense, que por entonces residía en la ciudad de Arrecifes, tenía como acompañante en ese Chevrolet, a un hombre que supo ganarse un nombre importante, en una época donde los ocupantes de las butacas derechas también gozaban de una significativa popularidad.
Uno de los casos, justamente, era el de Héctor "Laucha" Ríos, quien había nacido el 11 de diciembre de 1937 en un paraje llamado Todd, ubicado a escasos cinco kilómetros de Arrecifes, la bien llamada "Cuna de Campeones".
El jovencito Héctor tuvo sus primeras experiencias en la mecánica trabajando como aprendiz en el taller de Rubén Aeid, un respetado preparador de la década del sesenta. Su pasión lo llevó a debutar como acompañante de José Pozzi en la IV Vuelta de Arrecifes de 1962, en una experiencia desafortunada, ya que terminaron volcando, sufriendo Ríos lesiones de consideración en la columna.
Sin embargo, el "Laucha" volvió a competir, nuevamente como acompañante, entre otros, de los ya consagrados César Malnatti, Jorge Cupeiro, Luis Di Palma y el ya mencionado Carlos Pairetti, conformando con este último una dupla muy exitosa a bordo de un vehículo que escribió páginas importantes en el libro de oro del TC: el "Trueno Naranja".
En la temporada '72, decidió empuñar el volante, obviamente en el Turismo Carretera, debutando con un Chevrolet 400 en la Vuelta de Pergamino, consiguiendo un meritorio sexto lugar.
No pudo inscribir su nombre como ganador en la categoría más popular, aunque logró una marca histórica en 1976, al ganar la segunda etapa del Gran Premio de la Provincia de Buenos Aires a un elevadísimo promedio de 229,151 Km/h.
Tras retirarse como piloto siguió vinculado a la actividad, ocupando distintos cargos en la comisión directiva de la ACTC y conduciendo el auto de seguridad en pruebas de la categoría durante varios años.