Como sabemos, la historia de las arquitectas no fue contada de igual manera que la de sus colegas varones. La escala de valores con la que se ha construido la historia ha estado condicionada por la mirada desde una sola experiencia, por lo tanto, todo aquello que no entre en esa perspectiva queda desconocido, negado y olvidado.
Han existido mujeres que, siguiendo los parámetros “clásicos” o patriarcales, deberían entrar en los relatos de la historia de la arquitectura en igualdad de condiciones, pero no ha sido así.
La presencia de las arquitectas en los libros de historia a es muy escasa. Si buscamos en algunos de los diccionarios más reconocidos encontramos que sólo el 1% de las voces se refieren a arquitectas o estudios donde han participado. El 99% restante es dedicado a arquitectos o estudios conformados solamente por varones.
Esto genera una falta de referencias y modelos para las profesionales. El estudio de mujeres olvidadas lleva además a la reflexión de que el olvido no es un tema puntual o casual que le ocurrió a un determinado personaje histórico, sino que es una tendencia con claros patrones a lo largo de toda la historia.
Durante el mes de marzo, desde Hábitat daré reconocimiento a algunas de estas arquitectas que marcaron nuestra historia.
Charlotte Perriand (1903-1999)
Gracias a su visión futurista supo romper con el academicismo y atreverse con muebles modernos y artísticos que sirvieron como punto de partida para el nacimiento de la arquitectura interior moderna.
Defendió su autonomía respecto a los arquitectos con los que colaboró, por lo que en 1927 estableció su primer estudio propio y en todo momento mantuvo su lugar privado de trabajo.
Colaboró con Le Corbusier en numerosos proyectos de arquitectura, diseñando los equipamientos para diferentes viviendas como la villa La Roche-Jeanneret, y la Villa Savoye, así como los interiores del Pabellón Suizo en la Ciudad Universitaria y de la Ciudad Refugio de l’Armée du Salut, ambos en París. Además trabajó con él en la definición de la célula mínima (1929).
En 1937 Charlotte Perriand dejó el estudio de Le Corbusier, y volcó su atención en materiales más tradicionales y formas más orgánicas. Se dedicó a la investigación en términos de prefabricación de viviendas moduladas en las que colaboró con Jean Prouvé. Las colaboraciones de Perriand se multiplican durante toda su carrera, trabajando con arquitectos como Lucio Costa, Niemeyer, Candilis, Josic & Woods.
En 1940 viajó a Japón, invitada por Junzo Sakakura, donde siguió con sus investigaciones y trabajó en el Ministerio de Comercio e Industria. Cuando Japón se unió a la guerra, trató de regresar a Francia, pero, debido al bloqueo naval, se vio obligada a quedarse en Vietnam desde 1942 hasta 1946. Durante su estadía en Vietnam, estudió las técnicas locales de artesanía en madera y tejido.
El proyecto donde confluyen todas sus exploraciones previas sobre arquitectura prefabricación, estandarización, célula mínima, industrialización y materiales, fue el del complejo invernal de Les Arcs en la Savoya francesa. Entre 1967 y 1982, Perriand proyectó y construyó las tres estaciones de esquí de Les Arcs.
Murió en París el año 1999 con una larga y fructífera vida dedicada al diseño y la arquitectura.
Matilde Ucelay (1912-2008)
Fue la primera mujer titulada en arquitectura en España, en 1936, y también la primera en ejercer una carrera profesional plena: más de 120 proyectos realizados íntegramente por ella misma con la sola ayuda ocasional de un aparejador, algunos en el extranjero, en más de 40 años de ejercicio profesional. La mayor parte de sus obras son casas unifamiliares, pero también proyectó fábricas, laboratorios, almacenes y tiendas. En sus obras destaca la sensibilidad por el uso y el cuidado en los detalles constructivos.
En 1937 aparece como secretaria del Colegio de Arquitectos de Madrid. El colegio, cerrado en los inicios de la guerra, había vuelto a abrir sus puertas por iniciativa personal de Ucelay. En 1940 es depurada por la Dirección General de Arquitectura y condenada en Consejo de Guerra a inhabilitación perpetua para cargos públicos, directivos y de confianza, y, durante cinco años, para el ejercicio privado de la profesión. Como consecuencia de ello nunca recibió encargos públicos y sus primeros proyectos no pudieron llevar su firma.
Las mujeres de la generación de Ucelay abrieron en España caminos en las distintas ramas del arte, la ciencia y las profesiones. En una época en la que las mujeres carecían de derechos legales, Ucelay ejerció plenamente su profesión hasta su jubilación en 1981 con gran inteligencia, dedicación y carácter.
Su trayectoria excepcional fue reconocida con el Premio Nacional de Arquitectura 2004.