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Información General Sábado 8 de Noviembre de 2025

Pedaleando la Fe, de Rafaela a San Nicolás

CICLISTAS. Integrantes del grupo Pedaleando la Fe en la explanada de la Basílica.
CICLISTAS. Integrantes del grupo Pedaleando la Fe en la explanada de la Basílica.
CICLISTAS. Integrantes del grupo Pedaleando la Fe en la explanada de la Basílica. Crédito: FOTOS VHF Foto 1 de 3
VIRGEN. Imagen de María del Rosario de San Nicolás.
VIRGEN. Imagen de María del Rosario de San Nicolás. Foto 2 de 3
MISA. La nave central durante la celebración religiosa en la tarde del sábado.
MISA. La nave central durante la celebración religiosa en la tarde del sábado. Foto 3 de 3

Por Víctor Hugo Fux

Las primeras sombras de la noche del viernes aceleraban el encendido de las luces, mientras el vehículo de apoyo y otros que pasaban circunstancialmente por el lugar hacían sonar las bocinas que se anunciaban la salida en el tranquilo atardecer rafaelino.

Alistados desde hacía unos minutos, los ciclistas terminaban con una suerte de precalentamiento muscular para hacer frente a un trayecto de aproximadamente 300 kilómetros, la distancia que deberían completar entre el Parque Balneario de Rafaela y el Santuario María del Rosario de San Nicolás.

Pedaleando la Fe, ese grupo de peregrinos que hace 15 años, movilizado por una promesa, salió una vez más en busca del ansiado encuentro con María, que se produciría en el mediodía del domingo.

Los ojos enrojecidos y cubiertos de lágrimas, reflejaban tantas emociones contenidas a lo largo de tres días agotadores. En el momento del arribo pudo escucharse, con más fuerza que nunca, el "Viva la Virgen". Una expresión que pudo escucharse desde el inicio y hasta el cierre del recorrido.

Los abrazos entre los pedalistas y quienes los aguardaban en la Ciudad de María fueron interminables. No hubo tiempo para que los peregrinos se relajen, ni mucho menos para quejarse de los dolores, que dejaron sus huellas en la mayoría por el esfuerzo realizado.

Peticiones, de las propias, pero también de las ajenas, comenzarían a expresarse en un acto de fe y amor, en el mismo lugar donde aquel no tan lejano 25 de septiembre de 1983, la señora Gladys Quiroga de Motta fue testigo de la aparición de la Virgen que hoy es venerada en el majestuoso templo.

Levantada en un entorno predominantemente verde cercano al río Paraná, la Basílica es la icónica referencia de una comunidad que alberga a 165.000 habitantes.

Para entonces, ya había pasado a ser historia el demandante trayecto por diferentes poblaciones de nuestra provincia, con varias paradas breves pero necesarias para recuperar energías hasta llegar a San Lorenzo, el lugar elegido para finalizar el primer tramo, ya el sábado.

En esa ciudad, el descanso largo se extendió hasta las primeras horas de la mañana de un domingo que, tras la reanudación, habría de conducir al grupo hacia la meta, no sin antes realizar una pausa imprescindible en Rosario, para detenerse frente al Monumento Nacional a la Bandera.

Las últimas pedaleadas demandaron un esfuerzo supremo por el cansancio acumulado. Un lema que identifica a este grupo volvió a manifestarse en ese tramo. "Uno para todos y todos para uno", es sin dudas un precepto no escrito, pero que todos aplican cuando flaquean las energías.

Un baño reparador y un almuerzo compartido, en el que se ofreció un emotivo agasajo a Gisella por su cumpleaños, precedieron a la misa que se celebró al promediar la tarde en el hogar de María, terminaron bajándole el telón a un domingo cargado de bendiciones.

El micro emprendió el regreso con más pasajeros de los que había trasladado en el viaje de ida y cargando en sus bauleras a todas las bicicletas, rigurosamente desarmadas para que los espacios disponibles resulten suficientes.

José y Susana, los coordinadores, invitaron a los pasajeros a compartir sus experiencias. Las emociones se renovaban en cada oportunidad que alguien tomaba el micrófono. Hubo una parada que ya se había establecido, para que desciendan los susanenses en la vecina localidad, con el infaltable Hugo y sus 91 años como estandarte.

Un rato antes, la transparencia de su mirada serena y su sonrisa grandota había reflejado su felicidad. Andrés, el inspirador de la promesa que se renueva cada año, sintió que la Virgen lo sigue acompañando con su manto protector. Y él se lo agradeció Pedaleando la Fe.

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