Cada 20 de junio se festeja el Día de la Bandera en conmemoración del paso a la inmortalidad de su creador, Manuel Belgrano. Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, nació el 3 de junio de 1770 en la ciudad de Buenos Aires, que en aquel momento pertenecía al ex Virreinato del Perú.
Belgrano fue abogado, economista, periodista, diplomático y militar. Inició sus estudios en el Real Colegio San Carlos y luego se graduó como abogado en España, destacándose como alumno. Al regresar a Buenos Aires, previo a la Revolución de Mayo, se desempeñó como Secretario en el Consulado de Comercio. También colaboró en el primer periódico de Buenos Aires, el Telégrafo Mercantil y posteriormente director del Correo de Comercio.
En el plano político, Belgrano se desempeñó durante un tiempo como vocal de la Primera Junta de Gobierno, para luego volcarse a la actividad militar como jefe de una expedición al Paraguay.
En 1812, a orillas del río Paraná y en las cercanías de la ciudad de Rosario, se enarboló por primera vez la bandera nacional. La creación del símbolo patrio, en palabras de Belgrano, fueron tomados de los colores de la escarapela nacional y debido a que hasta ese momento las fuerzas patriotas venían utilizando los mismos colores en combate que sus enemigos. A su vez, éstos se inspiran en las condecoraciones utilizadas por los reyes de España pertenecientes a la Casa de Borbón.
Belgrano muere el 20 de Junio de 1820 enfermo y sumido en la pobreza. Debido a una crisis política imperante, la muerte del prócer pasó inadvertida y solo un periódico hizo mención de su muerte, el “Despertador Teofilantrópico”. El 8 de Junio de 1838, durante la presidencia de Roberto María Ortíz y mediante la ley 12.361 se estableció el día 20 de Junio como Día de la Bandera.
LA MUERTE DE BELGRANO
El 20 de junio de 1820 moría en Buenos Aires Manuel Belgrano en la pobreza extrema, asolado por la guerra civil. Además de ser el creador de la bandera, Belgrano fue uno de los más notables economistas argentinos, precursor del periodismo nacional, impulsor de la educación popular, la industria nacional y la justicia social, entre otras muchas cosas. Las ideas innovadoras de Belgrano quedarán reflejadas en sus informes anuales del Consulado. Hemos elegido para recordarlo en esta fecha una de sus preocupaciones centrales en materia económica: el fomento de la agricultura y de la industria.
Belgrano desconfiaba de la riqueza fácil que prometía la ganadería porque daba trabajo a muy poca gente, no desarrollaba la inventiva, desalentaba el crecimiento de la población y concentraba la riqueza en pocas manos. Su obsesión era el fomento de la agricultura y la industria.El secretario del Consulado proponía proteger mediante la subvención las artesanías e industrias locales. Consideraba que “la importación de mercancías que impiden el consumo de las del país o que perjudican al progreso de sus manufacturas, lleva tras sí necesariamente la ruina de una nación”. En Memoria al Consulado 1802 presentó todo un alegato industrialista: “Todas las naciones cultas se esmeran en que sus materias primas no salgan de sus estados a manufacturarse, y todo su empeño es conseguir, no sólo darles nueva forma, sino aun atraer las del extranjero para ejecutar lo mismo. Y después venderlas”. Y más tarde insistiría: “Ni la agricultura ni el comercio serían casi en ningún caso suficientes a establecer la felicidad de un pueblo si no entrase a su socorro la oficiosa industria”.
Las ideas innovadoras de Belgrano encontraron la firme oposición de los miembros del Consulado, quienes eran a su juicio “todos comerciantes españoles, exceptuando uno que otro, que nada sabían más que su comercio monopolista, a saber: comprar por cuatro para vender con toda seguridad a ocho”.En un artículo aparecido en el Correo de Comercio, Belgrano destacaba la imperiosa necesidad de formar un sólido mercado interno, necesario para una distribución equitativa de la riqueza: “El amor a la patria y nuestras obligaciones exigen de nosotros que dirijamos nuestros cuidados y erogaciones a los objetos importantes de la agricultura e industria por medio del comercio interno para enriquecerse, enriqueciendo a la patria porque mal puede ésta salir del estado de miseria si no se da valor a los objetos de cambio… Sólo el comercio interno es capaz de proporcionar ese valor a los predichos objetos, aumentando los capitales y con ellos el fondo de la Nación porque buscando y facilitando los medios de darles consumo, los mantiene en un precio ventajoso, tanto para el creado como para el consumidor, de lo que resulta el aumento de los trabajos útiles, en seguida la abundancia, la comodidad y la población como una consecuencia forzosa”.
Belgrano se había formado en el Colegio de San Carlos y luego en las Universidades de Salamanca y Valladolid, en España. En 1794, asumió como primer secretario del recientemente creado Consulado, desde donde se propuso fomentar la educación. Creó Escuelas de Dibujo, de Matemáticas y Náutica. Se incorporó a las milicias criollas para defender la ciudad durante las invasiones inglesas y fue uno de los más fervorosos defensores de la causa patriota durante la Revolución de Mayo. Fue vocal de la Primera Junta de Gobierno, encabezó la expedición al Paraguay, durante la cual creó la bandera, el 27 de febrero de 1812. En el Norte encabezó el heroico éxodo del pueblo jujeño y logró las grandes victorias de Tucumán, Salta y Las Piedras. Luego vendrían las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma y su retiro del ejército del Norte. En 1816 participó activamente en el Congreso de Tucumán.Sus incansables preocupaciones abarcaron desde la enseñanza estatal gratuita y obligatoria, hasta la reforma agraria. Infatigable ante los obstáculos encontrados a su paso diría: “Mi ánimo se abatió, y conocí que nada se haría a favor de las provincias por unos hombres que por sus intereses particulares posponían el bien común. Sin embargo, (…) me propuse echar las semillas que algún día fuesen capaces de dar frutos”.
TRADICIÓN ROSARINA
El Día de la Bandera es la fecha patria rosarina por excelencia: en ninguna otra ciudad del país se vive el festejo tan intensamente. Sin embargo, hasta la inauguración del Monumento Nacional a la Bandera en 1957 los espacios de celebración fueron muchos y distintos. El parque Independencia fue uno de esos lugares emblemáticos que sirvieron de escenario para el despliegue de los festejos en conmemoración de la celeste y blanca y en homenaje a su creador. Hay que advertir, sin embargo, que el 20 de junio como fecha patria no existió siempre. Inclusive la gesta del prócer a orillas del río Paraná fue un acontecimiento olvidado hasta que, varias décadas después, Bartolomé Mitre lo recuperó e inmortalizó. El 27 de febrero de 1812, fecha en la cual Belgrano izó por primera vez la bandera en Rosario, quedó postergado durante mucho tiempo en la historia oficial. Y si bien era la fecha por excelencia para recordar al prócer, en 1938 se estableció a través de la ley 12.361 que el 20 de junio, día en el que Belgrano murió, sería el Día a la Bandera y feriado nacional. Si bien se planteó que la conmemoración debía realizarse el 27 de febrero, las autoridades de la época tuvieron en cuenta el calendario escolar. La escuela era una institución indispensable para la formación de los ciudadanos y la transmisión de los valores patrióticos. Una fecha tan importante no podía, entonces, llevarse adelante en febrero, cuando las escuelas estuviesen cerradas. Aquel año el festejo se realizó en calle Córdoba y avenida Belgrano de Rosario, con la instauración de un modestísimo palco para los distintos funcionarios.