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Locales Martes 16 de Septiembre de 2025

Edadismo: qué es y cómo afecta a las personas que lo padecen

Es la discriminación hacia las personas por su edad en cualquier ámbito. Con expresiones verbales y comportamientos dañinos, se las excluye o ridiculiza al considerar que, por no ser jóvenes, son menos capaces y útiles.

Agrandar imagen EDADISMO. Surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por conceptos erróneos que ocasionan daño, desventajas e injusticias.
EDADISMO. Surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por conceptos erróneos que ocasionan daño, desventajas e injusticias. Crédito: FOTO ARCHIVO

(Por María Marta Rodríguez). Tal como el nombre, la edad es uno de los datos más importantes que tiene una persona, ya que indica el tiempo transcurrido desde su nacimiento. Además de la edad cronológica, se considera la edad biológica, que es el estado del cuerpo y salud; la psicológica que es como se siente y percibe la persona; y la social, su rol en la sociedad. Así, la edad influye en el desarrollo fisiológico y psicológico, los roles sociales y las experiencias vitales, siendo un factor clave en estudios de carácter social, económico y de salud para comprender las características de los individuos y sus grupos poblacionales.

El “edadismo” surge cuando la edad se utiliza para categorizar y dividir a las personas por conceptos erróneos que ocasionan daño, desventajas e injusticias, y menoscaban la solidaridad intergeneracional. Si bien la juventud siempre ha sido considerada como una de las mejores etapas de la vida, hoy vivimos en una época que ciertamente le rinde culto. Mucho tiene que ver con la gran exposición pública de nuestra imagen a través de múltiples medios, especialmente las redes sociales, lugar oportuno para mostrar cuerpos modelos en la cúspide de la juventud y buscar la validación en los demás.

Todo ello se convierte en un caldo propicio para pensar equivocadamente que, el paso del tiempo, desvaloriza a una persona. Es un fenómeno que está presente y sigue en aumento de forma aceptada y naturalizada en casi todos los ámbitos de la sociedad, del que conviene estar alerta a sus diferentes formas para tomar conciencia de ellas y poder combatirlas.

Se parte del supuesto que las personas mayores han perdido capacidades, y aportan poco valor social. El resultado es una simplificación de la realidad y un uso de estereotipos que obvian sus necesidades, ignoran sus talentos, e invisibilizan su posible aporte.

Podemos hablar del “edadismo institucional” con el que normativas o servicios pueden llegar a discriminar y limitar las oportunidades o la participación de las personas según su edad.

El “edadismo interpersonal” se produce cuando la discriminación se manifiesta en la interacción entre personas sea cual sea el ámbito. Se puede manifestar cuando se margina, menosprecia o, incluso, invisibiliza a una persona o a un colectivo. El lenguaje que utilizamos, por ejemplo, está plagado de términos que perpetúan estereotipos negativos asociados al envejecimiento.

 

 

Por otro lado, el “edadismo laboral” es la discriminación y los prejuicios que ocurren en el sistema laboral, y con especial impacto en la exclusión de posibles trabajadores a partir de cierta edad. Desafortunadamente, muchas organizaciones consideran que el paso del tiempo afecta negativamente el desempeño, productividad y habilidades. Cuando las empresas juzgan a los candidatos en función de su edad afectando sobre todo a los mayores de 45 años, se pierde un grupo con talentos, habilidades únicas y valores que pueden aportar como la lealtad, la experiencia, el conocimiento, habilidades de comunicación e ideas con una visión amplia y más madura.

En referencia a esto, cabe mencionar que el Relevamiento Socioeconómico de la ciudad de Rafaela 2025 presentado por el gobierno Municipal, reflejó, en uno de sus párrafos, “que los mayores de 45 años representan ya el 23,8% del total de personas desocupadas. Este dato, que ha venido creciendo de forma silenciosa en los últimos años, señala una tendencia que merece seguimiento: una progresiva dificultad de reinserción laboral en edades avanzadas, que puede tener efectos duraderos si no se implementan políticas específicas de inclusión y capacitación para este grupo”.

Pero la discriminación también se da dentro del lugar de trabajo, impulsada por la idea de que los empleados mayores son lentos, testarudos e inexpertos con la tecnología. Incluye acciones como ceder las responsabilidades de un empleado mayor a uno de menor edad, ignorar candidatos para ascensos, y hacer suposiciones falsas, llevando a gerentes a tomar decisiones que los perjudican como asignar un proyecto a alguien más joven por involucrar tecnología, negarse a capacitar no dando oportunidades de aprendizaje, aislarlos, subestimarlos verbalmente o aplicarles disciplina injusta.

Cuando se le niega una oportunidad a alguien debido a su edad, los estereotipos negativos se refuerzan.

ANTE TODO ESTO, ¿QUÉ HACER?

Cambiar la actitud, la mirada y abolir prejuicios, creando entornos inclusivos que valoren la experiencia y la diversidad generacional.

Aunque se sabe que los cambios culturales llevan tiempo, desde muchos sectores ya se trabaja para combatir el edadismo. No se debe considerar inútil o inservible a una persona de mediana edad en adelante, con ganas y necesidad de trabajar, capacitada o con voluntad para capacitarse, con experiencia y sabiduría que solo los años dan.

La reducción del edadismo requiere que empresas, organizaciones y medios de comunicación adopten estrategias de transformación que pongan en valor el aporte social de todas las personas, cualquiera sea su edad. Fortalecer las leyes que garanticen los derechos humanos hacia todos los rangos etarios, poner en marcha iniciativas educativas que ayuden a mejorar la empatía y reducir los prejuicios existentes, generar cambios en el uso del lenguaje para erradicar palabras y expresiones que contribuyan a prolongar el edadismo, y fomentar la interacción entre personas de distintas generaciones para generar respeto, tolerancia y reconocimiento, son algunas de las estrategias para reducirlo.

El paso del tiempo en las personas no debe ser entendido como pérdida y desvalorización, sino todo lo contario. Es necesario fomentar una visión libre de generalizaciones, entendiendo que la edad no condiciona negativamente el desempeño, productividad y habilidades. La ecuación debería ser inversa, a mayor edad, más experiencia, más sabiduría, más flexibilidad horaria y más ganas de aprender. Al fin y a cabo, la edad es solo un número.

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