El 2025 no fue un año más para la política santafesina. Para el gobernador Maximiliano Pullaro, este período representó el "segundo tiempo" de su gestión, una etapa donde la acumulación de capital político de su primer año se tradujo en cambios estructurales que modificarán la vida institucional de la provincia por décadas. Sin embargo, el camino no estuvo exento de espinas, con una relación difícil con los gremios del sector público y la tensión con el gobierno del presidente, Javier Milei. Dos caras de una moneda que el mandatario debió equilibrar con pragmatismo y mano firme.
Sin lugar a dudas, el dato que define el 2025 es la Reforma de la Constitución de la Provincia. Tras 62 años de vigencia del texto de 1962, la Convención Constituyente dio a luz a una nueva Carta Magna que modernizó el Estado santafesino.
Pullaro lideró este proceso con una mayoría legislativa que le permitió cumplir objetivos históricos como la autonomía municipal, la extensión de los mandatos de presidentes comunales a cuatro años y la incorporación de la "ficha limpia". No obstante, el punto que acaparó el debate público fue la habilitación de la reelección del gobernador, un ítem que le permite al actual mandatario aspirar a un nuevo periodo en 2027, rompiendo con la excepcionalidad de Santa Fe como una de las pocas provincias que prohibía la continuidad inmediata.
Por otra parte, puertas adentro, el clima fue sensiblemente más áspero que en 2024. El vínculo con los empleados públicos, y muy especialmente con los docentes, atravesó su momento más crítico. Lo que comenzó como una mesa de negociación paritaria terminó convirtiéndose en una relación vidriosa y de confrontación abierta. El gobierno provincial mantuvo una política de "austeridad eficiente", defendiendo aumentos que, según el Ejecutivo, empataban la inflación, pero que para gremios como AMSAFE y SADOP representaron una pérdida real del poder adquisitivo. La implementación de programas de control de ausentismo y premios a la asistencia (el polémico "Plan de Asistencia Perfecta") fue leída por los sindicatos como un castigo encubierto, profundizando una grieta que dejó a las aulas como escenario de constantes disputas.
Asimismo, la inversión en infraestructura productiva, de educación y salud fue otro de los ejes de la gestión de la Casa Gris. El nuevo Hospital Regional de Alta Complejidad de Rafaela simboliza la política en materia de obra pública.
En el plano nacional, la relación con el Gobierno de Javier Milei se mantuvo en un estado de tensión intermitente. Pullaro se consolidó como una de las voces principales de "Provincias Unidas", el bloque de gobernadores que apoyó el equilibrio fiscal pero que no dudó en marcar la cancha frente al ajuste centralista. En este contexto, los puntos de fricción fueron constantes:
-Obra Pública: El reclamo por el abandono de las rutas nacionales (como la 11, la 34 y la 33) fue una bandera permanente del santafesino.
-Caja de Jubilaciones: La deuda millonaria de Nación con la previsión social de Santa Fe se mantuvo judicializada y sin soluciones concretas.
-Producción: Pullaro se plantó frente a cualquier intento de aumento de retenciones, defendiendo al "interior productivo" como el motor de la salida económica.
El gobernador despide el año con el tablero de control mostrando números fiscales en orden, pero con el desafío de mejorar el frente interno. Con la nueva Constitución bajo el brazo, el 2026 será el año de la implementación de las leyes complementarias.
La pregunta que queda flotando en los pasillos de la Casa Gris es si el ímpetu reformista del mandatario logrará recomponer el vínculo con los trabajadores del Estado o si la conflictividad docente se convertirá en el talón de Aquiles de una gestión que, por ahora, parece decidida a no dar marcha atrás. Cuando en febrero se reanuden las paritarias habrá señales de qué podrá pasar.