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MUNDIAL 2018 Domingo 17 de Junio de 2018

Se confirmaron las dudas

Ya no alcanza con la historia y con el peso de los apellidos ilustres. Argentina jugó mal y no lo pudo ganar a la cenicienta del Mundial.

Agrandar imagen FOTO NA SOLO UN MOMENTO. El gol de Agüero se celebró en Moscú y en toda la Argentina, pero después la Selección fue una sombra.
FOTO NA SOLO UN MOMENTO. El gol de Agüero se celebró en Moscú y en toda la Argentina, pero después la Selección fue una sombra.
Néstor Clivatti

Por Néstor Clivatti

(Desde Moscú, Rusia). - Todo pasó en 90 minutos, como si no necesitáramos mucho tiempo más para confirmar, las sospechas que la mayoría tenía sobre la actuación de la Selección Mayor en este debut mundialista. Una cosa son los buenos deseos, otra, la realidad a la que asistimos en los últimos dos años, donde el reinado de la irregularidad golpeó fuertemente el alma de los hinchas del fútbol argentino, que aún con gran desconfianza, llegaron a este remoto país por miles y ayer dejaron una marca histórica en número y en aliento.

Ya no alcanza con la historia y con el peso de los apellidos ilustres; ya no se conmueven los rivales por imperativo del marketing que ciertos jugadores detentan, ya todo quedó muy atrás y por lo tanto, la necesidad de volver a generar poder deportivo real requiere de ingenio y proyecto.

Alguno podría refutar esta queja (vieja queja si seguís esta columna semanalmente), alegando que si Messi cambiaba el penal por gol, la victoria podría haber desplegado un manto piadoso de protección y 3 puntos valiosos en un grupo competitivo con rivales de experiencia en este tipo de campeonatos, excepto Islandia, justamente, el adversario con el que Argentina, encontró una valla infranqueable.

En tal caso, podríamos hablar de alivio, nunca de una presentación consistente y la deuda estaría intacta, si es que seguimos siendo exigentes con aquellos que tiene mejor material que otros. Pero esto no ocurrió y la realidad se mostró a cuerpo desnudo cuando el plantel se retiró del estadio del Spartak, ante los tibios aplausos de los hinchas y la indiferencia de las imágenes de la televisión, que prefirió reflejar la emoción de los Vikingos, que acababan de consumar una verdadera hazaña en su primer partido jugado en una Copa del Mundo.


SOLO UNOS MINUTOS

PARA LA ILUSION

El primer tiempo develó un costado preocupante de improvisación cada vez que Islandia decidió atacar con recursos simples pero convincentes; eso de elemental que ofreció como regla de juego este bisoño adversario, resultó muchas veces, incómodo para el equipo de Sampaoli, disminuido en velocidad y potencia.

Ante de los 15` el grandote Finnbogason y el volante Bjarnason, nombres que descubrimos ayer, habían comprometido a Caballero y generado las acciones más lacerantes; pero claro, apareció el Kun Agüero unos minutos después y con un zurdazo explosivo, clavó el balón en el alma del arco de Hallsorsson y ahí, mucho tuvieron la percepción, que arrancaba un nuevo ciclo y que la incertidumbre trocaba por un sentimiento más optimista.

No hubo tiempo para macerar el dominio, para que decante lo mejor a partir de esa ventaja, la tarde venía cruzada y los hechos lo demostrarían.

A los 23` a pesar de un manotazo salvador de Caballero, la pelota la recogió entrando por el carril del medio el centro atacante del Ausgsburg de Alemania, Finnbogason y estampó el empate como síntesis de una buena llegada y de justicia según el trámite hasta allí.

Argentina nunca se recuperó; todo lo que pasó después hacia el final de la primera mitad fueron imágenes repetidas de otros tiempos, donde la impotencia, la falta de sorpresas y lo previsible, se apoderaron de un equipo, cuyas figuras se mostraron errantes y con una llamativa falta de rebeldía.


NI MESSI SALVO LA ROPA

Cuesta recaer en un solo individuo siendo el fútbol un juego colectivo singular; pero el capitán argentino, pese a sus intentos desesperados por momentos de querer encontrar todas las soluciones, fue perdiendo incidencia y terminó convirtiéndose en un inesperado problema.

A los 7` del segundo tiempo, el entrenador llegó a la conclusión que Biglia ya no daba para más (algo que bien pudo haber resuelto en el entretiempo) e instaló a otro jugador que llegaba con poco rodaje como Banega; una variante que profundizó el juego lateral y que contagió al resto de una imprecisión que terminó siendo un negativo factor en la cuenta final.

Aún con ese tedioso panorama de una improductiva tenencia del balón, Meza se atrevió a buscar una descarga y en torpe acción, fue desplazado deliberadamente y el árbitro polaco Marciniak marcó el punto del penal que le permitiría a Lionel Messi, encarrilar la historia. Nunca olvidará el arquero Halldorsson esa tarde en Moscú. Se arrojó con decisión a su derecha en una corazonada gloriosa para frustrar a la joya Argentina y desbaratar todo intento de celebración criolla.

Fue poco tiempo para Pavón que llego con frescura y chispa y menos aún para Gonzalo Higuaín que ingresó cuando faltaban 7 minutos. El traspié -empate al fin- ya estaba consumado y las caras se arrastraron por el impecable césped de un estadio al que queremos olvidar rápidamente.

Reproches, frases hechas y mucha preocupación no solo por la igualdad ante el rival menos poderoso del Grupo D, el equipo argentino debe presentar una visible mejoría para jugar el jueves ante Croacia que horas después, dejara sin nada a Nigeria ratificando su poderío y esto dependerá de drásticas decisiones de Sampaoli y un ángel que se vuelta poner la 10.


Periodista acreditado por LA OPINION para Rusia 2018. 

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