Por Néstor Clivatti
(Desde Moscú, Rusia). - Hay alguien en nuestro país que se sienta sorprendido por lo que pasó ayer en el debut del equipo argentino? Entiendo que no; esto no desautoriza un sentimiento de decepción, todos esperamos ese día con patriótico optimismo porque, ya se sabe lo que pasa con el fútbol, tan desapegado a los pronósticos en torneos como este, pero si por un rato nos sacamos la camiseta y nos lavamos la cara, el espejo no va a darnos chances de engaño alguno.
El penal malogrado por Messi, es una anécdota; Chiqui Tapia también lo será, acaso el propio Sampaoli lo sea en poco tiempo, las carencias expresadas en un campo de juego son una síntesis perfecta de nuestra decadencia.
El fútbol argentino presume de una gloria que solo está en los trapos celestes y blancos y mientras seguimos dándole a ese tango de la melancolía, acumulamos frustraciones y tiempo perdido para darle vida a una nueva etapa, para tomar la decisión de dar vuelta la página en serio.
Si el Mundial es la vara perfecta (seguro que lo es), el proceso de preparación para tan mayúscula exigencia ha sido un verdadero dislate y por lo tanto estamos como debemos estar, empantanados en el tiempo y simulando estar perplejos por tal situación.
Le podemos ganar a Croacia y revertir las advertencias de ayer, ahora, todo seguirá dependiendo de un ilusionista al que a veces, también le falla el truco.
Periodista acreditado por LA OPINION para Rusia 2018.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.