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Notas de Opinión Martes 15 de Marzo de 2022

Alberto 2023, ¿batacazo o una simple utopía?

En 2019, Alberto borró con el codo lo que tuiteó con sus dedos y la señora fingió perdonarlo en su afán por volver al poder. Lejos quedó aquel tiempo. Ahora Alberto repite el "mantra" una y otra vez: "No me van hacer pelear con Cristina". Sin embargo, es Cristina quien se pelea con él.

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FOTO ARCHIVO Crédito: CRISTINA Y ALBERTO. Sostienen una relación complicada.
Ari Paluch*

Por Ari Paluch*

La Argentina de los últimos años se caracterizó por la llegada a la titularidad del Poder Ejecutivo Nacional de políticos que inesperadamente arriban a la cima tan solo meses después de que tal posibilidad fuera altamente improbable.
Batacazos varios así lo demuestran, Néstor Kirchner solía contar que consultado por el periodismo en días de agitación y recambio de mandatarios allá por el 2001/2002, sobre si podría ser presidente, respondió que sí, pese a tener un nivel de conocimiento entre la población de dos puntos porcentuales. Al llegar a su casa, una joven Cristina le preguntó si estaba loco.
Por el contrario, candidatos presuntamente "potables" como De La Sota y Reutemann se quedaron en el camino. Era tal el entrevero por aquellos días que a un inexperto Mauricio Macri, Duhalde y Francisco De Narváez le ofrecieron ser candidato a presidente, el entonces mandamás de Boca no aceptó y recién doce años después, para sorpresa de muchos, se puso la banda, tomó el bastón y bailó al ritmo de Gilda.
Macri había sido prohijado por Néstor Kirchner, que gustaba de elegir a sus rivales y así poder terminar con el bipartidismo peronista/radical para proponer una alternativa a la española. Por un lado se colocaba él mismo como líder de la centroizquierda y a Mauricio (originalmente era López Murphy) como cabeza de la centroderecha, esquema donde el kirchnerismo se sentía a gusto y bajo ningún punto de vista el ingeniero podía constituir amenaza alguna.
Todos conocemos el fin de la historia, otro candidato "sin chances" dejaba en el camino a la "fija" y Scioli se sumaba al club de De La Sota y Reutemann. La famosa frase de Dante Panzeri para definir el futbol como la dinámica de lo impensado, adjudicable a la vida en todos los aspectos, se aplicaba perfectamente en el escenario electoral argentino.
Hay ocasiones en que los planetas parecen alinearse para que seamos muy malos pronosticadores. El ignoto gobernador de Santa Cruz, provincia con prácticamente tantos habitantes como Caballito o Belgrano, llegaba a la Rosada. Mientras tanto, el hijo de rico al que llamaban de manera burlona "Subte", porque solo circulaba por la capital, le ganaba la elección al peronismo.
No olvidemos a aquella senadora que ni por asomo creía que su marido podía ser presidente, tiempo después rompió todos los pronósticos; no por llegar a la presidencia y ser reelecta, sino por hacer trizas la creencia de que sería una versión mas moderada e institucionalizada luego de cuatro ásperos años de su cónyuge.
Pero si de giros inesperados se trata, el 2019 trajo el más sorprendente de todos cuando la astuta y audaz Cristina pateó el tablero y ungió como candidato a la presidencia a un reciente enemigo (recordemos que en política nadie es suficientemente enemigo para no convertirse en amigo y viceversa ) Alberto Fernández, que fue más duro que los más enconados opositores de la ex presidente para fustigarla en redacciones, estudios radiales y televisivos de la "corpo".
Albero borró con el codo lo que tuiteó con sus dedos y la señora fingió perdonarlo en su afán por volver al poder.
Una vez más lo que era imposible meses atrás se hacía realidad.
Macri, que daba por hecho que su estadía en Balcarce 50 sería de 8 años, se iba silbando bajito y la autora de "Sinceramente" volvió para alegría de algunos, espanto de otros y sorpresa de todos.
Previsiblemente, el "matrimonio por conveniencia" logró el objetivo inicial pero se desgasta día a día. La última semana lo ha demostrado de manera elocuente. Causal más que casualmente, Alberto esbozó su sueño de reelección en José C Paz.
Sus acólitos ya no se imaginan a un "pato rengo" y sueñan con cambios en el gabinete, cajas "camporistas" en manos "albertistas" y la famosa ruptura que el peronismo hace años no se anima a hacer, independientemente de supuestos apoyos de gobernadores, intendentes, sindicalistas y hasta "planeros".
Hoy no se siente el consabido "Alberto Presidente 2023" ni una probable partida de Cristina a lo Chacho Álvarez. Pero más allá de la grieta, en la Argentina el principal vector del voto es el poder adquisitivo, el cual deberá mejorar imperiosamente.
Si bien hoy su imagen positiva es baja en los principales distritos, ensayar moderación y diferenciarse de Cristina podría devolverlo a guarismos mejores aunque no tan altos como al principio de la pandemia, cuando llegó a rozar los 80 puntos de adhesión. Después su vice lo "cristinizó" y hubo brindis "Fabiólicos", pero no hubo Pfizer.
Alberto repite el "mantra" una y otra vez: "No me van hacer pelear con Cristina". Sin embargo, es Cristina quien se pelea con él y el compromiso entre ambos parece expirar en plena segunda parte del mandato. Tal vez el acuerdo con el Fondo lo haya encumbrado pese a guerras y pandemia.
Sería otro batacazo, de "okupa" a propietario, de "peor presidente de la democracia" a la reelección. Cristina lo convirtió voluntariamente una vez en Presidente, no sea cosa de que esta vez lo vuelva a hacer involuntariamente. (Especial para NA) 

*Ari Paluch conduce el programa El Exprimidor, por radio AM 550 Colonia.

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