Por Vicente R. Ceballos
El Dr. Mario Crocco, distinguido científico italo argentino, especialista en neurobiología, ha escrito lo siguiente:
“Como científico (…) hallo numerosas y efectivas presiones que me exigen convencer a cuantos pueda de que no somos más que autómatas. El objetivo -afirma- es quebrar la solidaridad, ya que si no somos más que lo que hemos comido, ahora transformado en cuerpos y almas por mecanismos biológicos y neuropsíquicos (…), no tiene sentido amar en serio a nadie, la ética no puede ser fundamentada, la única doctrina social razonable es el egoísmo, y los ideales de justicia social son puro delirio retrógrado de ilusos incapaces de entender que la historia no la hacen las intenciones, y que por eso la historia ya terminó, con la sociedad global reducida a un mercado financiarizado a ultranza. Mercado donde lo más piadoso, para aquellos malos consumidores que se distinguen como ‘excedentes demográficos’, sería eliminarlos”.
Crocco se refiere a lo que define como “verso neurocientífico”, utilizado para volver invisible la semoviencia, o sea, el moverse por sí mismo y capaz, en el caso, de insertar en el mundo “nuevas series de acciones”. Lo que se persigue con el “verso” es, desde luego, volver invisible, anular, la capacidad de oponer otras medidas o formas a lo establecido y considerado alternativa única a la vida humana, parcialmente vista por la simple razón de que no hay, ni puede haber, en el sistema en que nos movemos, de todo para todos y en cualquier medida. Para ello, sostiene el científico, “las neurociencias y muchas escuelas psicológicas afirman que los semovientes, por ejemplo los seres humanos, solamente reaccionamos. Que no somos capaces de iniciar acciones realmente nuevas”.
“Debemos explicar -agrega- que se trata de una ilusión; que nos parece que somos dueños de elegir nuestras conductas, pero en realidad somos resortes complejos determinados por nuestro pasado”
Hasta aquí el planteo de la cuestión. Lo que puede seguir quedará librado a la independencia de criterio con que se la vea. Podemos preguntarnos, en ese caso, si la manifestación de Crocco es asimilable de algún modo a la realidad, y en qué medida esta es merecedora de un análisis meditado y confrontado con los hechos producidos en el contexto en que actuamos.
Pongamos por caso las evidencias de las crecientes desigualdades entre naciones e individuos -reconocidas en las estadísticas de organismos internacionales y fuentes especializadas independientes-, dadas el marco de una progresiva concentración de la riqueza mundial en pocos y precisos enclaves, con deducibles efectos económicos y políticos sobre estados debilitados y la dependencia de hecho establecida de esos centros..
¿Es atribuible esto solamente a la incapacidad humana de modificar lo que es fuente generadora de una realidad harto conflictiva, diversamente mostrada? ¿O es que la estructura global que gira con ejes en intereses y estrategias de dominio no admite fórmulas marginales al intrínseco carácter que la distingue? ¿Son, en definitiva, inmodificables las pautas del globalizado escenario actual no obstante las muestras prácticas de un “no” categórico y aplastante a derechos humanos fundamentales, violados impunemente por una mecánica materializada en extremo y careciente de frenos éticos?
No se trataría ya, en rigor, de los esquemas políticos propuestos por derechas e izquierdas tradicionales, sino de la instrumentación de un discurso único y recurrente cuyos efectos prácticos se reflejan crudamente en el convulsionado derrotero del mundo. ¿Es el ‘verso neuro-científico’ de Crocco inviabilizando todo cambio que no responda a leyes presuntamente inmodificables? ¿Está ya todo escrito y decidido que no es posible oponer otra opción a un destino irrecusable? ¿Cuánto de ello está siendo tácita o expresamente asumido por millones que acosados por tantos dramas conviven en un mismo concierto de disímiles resonancias y alcances abiertos a interrogantes hacia el futuro para los que, en apariencia, no existen respuestas? ¿Es la libertad de pensar y obrar por fuera de un discurso único lo que, en definitiva, está en juego y en grave riesgo?
Saskia Sassen, la socióloga de las ciudades globales, como se la conoce, dice que “es hora de volver al ‘nivel del suelo’ para des-teorizar y luego re-teorizar según nuevos vectores. Las explicaciones poderosas muchas veces son invitaciones a no pensar”, sostiene. En su perspectiva sobre la desigualdad, en cuanto fenómeno ya innegable, afirma que “necesitamos nuevos conceptos para capturar la amplitud y la profundidad de los desplazamientos sociales y medioambientales actuales: brechas de ingresos escandalosas entre los ricos y las clases medias modestas, poblaciones desplazadas en todo el mundo y una escalada global de la destrucción de los recursos naturales”
El panorama a que se enfrenta la humanidad no ofrece márgenes a las esperanzas de cambios significativos en los rumbos que siguen los hechos. Son producto de la misma lógica conocida y padecida a lo largo de los siglos. Las diferencias con lo experimentado radican hoy en el punto determinado por límites extremos a que se ha llegado. A menos que no importe lo que pueda suceder con la especie humana y la naturaleza, nada permite suponer la posibilidad de una alternativa diferente a lo que está a la vista.-
SASSEN DIXIT
“…vemos la expansión de violencias de todo tipo: tráfico de personas, explotación y esclavitud de cada vez más trabajadores pobres a través del mundo, la voluntad de matar o engañar para obtener órganos que se demandan cada vez más, abuso agudo del medioambiente con efectos tóxicos que envenenan lentamente a gran número de niños. En resumen, toda una serie de extracciones extremas que van en aumento; no en disminución como se esperaba hace veinte años.. Esto va mucho más allá del capitalismo como lo hemos entendido, o como se desarrolló bajo el keynesianismo en Occidente. Se trata más bien de una lógica de extracción predatoria para la cual el capitalismo puede ser un puente, pero va mucho más allá de lo que hemos entendido que son las explotaciones capitalistas. Es más extremo, y por ende quiero darle un nombre, simple, directo, no un ‘ismo’. De ahí ‘Expulsiones’. Lo que veo, en síntesis, es un dualismo extremo”. (“La Nación”, 19/07/15).
Nota: lo extractado está contenido en el reportaje que Saskia Sassen concedió a “La Nación”. Al respecto, el diario aclara que la entrevistaron “porque es una de las intelectuales de ideas más originales, que cruza como pocos el microanálisis con las tendencias globales”. “Expulsiones” es el título de su último libro, de reciente aparición en nuestro país.
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