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Notas de Opinión Domingo 18 de Mayo de 2014

Buzos, padres y las bebidas alcohólicas

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Blanca M. Stoffel

Por Blanca M. Stoffel

Roto el equilibrio social, es sumamente difícil aplicar una pedagogía educativa que permita destruir errores muy extendidos en la sociedad contemporánea, consumida por actos y apetitos completamente patológicos que destruyen el delicado equilibrio social.

Orientaciones trascendentales podrían mejorar ampliamente dictando reglas sobre la templanza y el dominio sobre el sistema nervioso. Como diría Jaime Balmes: “discordia de las inteligencias”, “separación de voluntades” y “confusión de leyes”. ¿Cómo encontrar un justo medio en el cual será bien recibido en todos lados? Las palabras, el sentido común colocado en su justo medio ayudarían a interpretar las cosas en su justa medida, sin arbitrarias medidas, con su verdad natural sencilla y transparente.

Pensemos un poco: ¿qué buscan los chicos, los adolescentes? Hacer cosas espectaculares, grandiosas, diferentes, teatrales. De esta manera ¿hacerse notar?, ¿provocar a la sociedad? ¿demostrar su poder? Y los padres, al consentir y apoyar estas actitudes y este accionar ¿creen estar ayudando a sus hijos enseñándoles a hacer lo correcto? ¿Dándoles dinero para las bombas o lo que es aún peor para el vino, consintiendo con sus ocurrencias? ¿Dónde quedó el sentido común, la sensatez, el orden y la disciplina con que nos educaron a nosotros? O es que pasó de moda, es viejo, anticuado, ya no se usa más. Hay que modernizarse y esto significa -al parecer- violar todas las reglas. Hacer todo lo que se me da la gana, porque a mí no me importan las reglas, ni las normas, ni los consejos. Yo quiero vivir mi vida.

¿Dónde quedó el juicio, la madurez, la cordura? Hablo de los mayores. A los menores se les puede perdonar cierta exaltación y entusiasmo, natural acaloramiento con las novedades, pero los mayores ¿Acaso perdieron el juicio? Porque una cosa es ser desprendido y generoso con los hijos y otra muy diferente apoyar actitudes reñidas con el sentido común y la educación.

Todo empezó hace ya bastante tiempo cuando las autoridades pensaron que era necesario retirar la disciplina de las escuelas y eliminaron por ejemplo las amonestaciones, las suspensiones y se llegó hasta el extremo de que un docente no podía separar a dos alumnos peleándose en el patio, porque el hecho de tomarlo del brazo ya implicaba un “abuso” sobre su persona.

Con este ridículo y desafortunado criterio fueron cambiando las cosas hasta el punto de que hoy ningún maestro o profesor se atreva a terminar con una pelea de jóvenes.

Sin embargo hoy, el Ministro de Educación de la Nación ha manifestado que si hay adultos y observan que hay alumnos disputando en el aula o en el patio de la escuela deben intervenir para detenerlos.

Observamos en nuestra ciudad hechos como los de esta semana en los que una alumna agredió a un miembro de la policía local que estaba cumpliendo con su deber. En otras ocasiones hemos visto a padres agrediendo físicamente a maestros haciéndose eco del informe de sus hijos, sin intentar averiguar primero y razonablemente cuáles eran las razones de su actitud.

Es imprescindible contemporizar y transigir que a veces no son demasiado difíciles de encontrar, si hay voluntad de ambas partes de encontrar soluciones satisfactorias.

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