Por REDACCION
Por Céline Serrat
(Especial AFP-NA)
En 2015 llegará la hora de la
verdad para la lucha contra el calentamiento global: quedan menos
de 12 meses para 195 países negocien y firmen en París un acuerdo
mundial que supondría un giro histórico en el combate contra el
calentamiento climático.
"2015 será determinante para las condiciones de vida de nuestro
nietos y de los nietos de nuestros nietos", advierte Hans Joachim
Schellnhuber, director del Instituto Postdam, especializado en
cuestiones climáticas.
"En la cumbre de París, cerca de 200 países tienen el objetivo
de llevar el planeta a una trayectoria de reducción de las
emisiones a fin de limitar el calentamiento a 2°C" con respecto a
la era preindustrial, recuerda.
País anfitrión, Francia presidirá los debates y tendrá "una
responsabilidad histórica", estiman los ecologistas franceses.
París lleva a cabo ya intensos esfuerzos diplomáticos.
Por encima de 2°C, los especialistas temen una que el sistema
climático se acelere, cuando la temperatura media del planeta ha
aumentado ya de 0,8°C.
Si no se toman nuevas medidas, la trayectoria actual puede
llevar a un aumento de 4 ó 5°C al final del siglo, lo que
acarrearía fenómenos climáticos extremos, peligros para la
seguridad alimentaria y grandes movimientos migratorios.
Seis años después del rotundo fracaso de Copenhague, diciembre
de 2015 es la fecha tope que la comunidad internacional se ha
fijado para llegar a un consenso sobre un texto. El futuro acuerdo
debe tomar el testigo a partir de 2020 del protocolo de Kioto, que
preveía reducciones obligatorias de los gases de efecto
invernadero solo para los países ricos.
Desde 2009, una conferencia de las partes (COP) ha tratado cada
año de preparar el futuro texto, que incluiría reducciones
obligatorias para todos los países del planeta.
Cancún, Durban, Doha, Varsovia y, muy recientemente, Lima
fueron escenarios de negociaciones sumamente laboriosas para
tratar de lograr ese consenso.
La lucha contra el cambio climático es un desafío porque afecta
el núcleo de las economías: la producción y el consumo de energía.
Algunos economistas consideran que es posible reducir
drásticamente las emisiones de gases de efecto invernadero sin que
el crecimiento económico resulte afectado. Pero para ello se
requiere un cambio radical en las inversiones, en particular para
no tocar dos tercios de las reservas fósiles conocidas.
¿UNA NUEVA
SITUACION?
Algunas señales permiten pensar que la situación ha cambiado
desde Copenhague.
En noviembre, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama
anunció un nuevo objetivo de reducción de las emisiones de gases
de efecto invernadero de su país para 2025.
China, sumamente
expuesta a los riesgos climáticos y que sufre graves problemas de
contaminación del aire, prometió reducirlas después de alcanzar un
pico en 2030.
Por su parte, la Unión Europea se comprometió a reducir un 40%
sus emisiones en 2030 con respecto a 1990.
"Las economías más poderosas son también las más grandes
contaminadoras", recalca Hans Joachim Schellnhuber, para quien
unos pocos países tienen la clave del porvenir climático.
Los
cinco más grandes emisores de gases de efecto invernadero
totalizan más del 60% de las emisiones actuales: China (27%), EEUU
(14%), Unión Europea (9,6%), India (5,8%) y Rusia (5%).
Con vistas a la cumbre de París, durante el año se llevarán a
cabo negociaciones intermedias en la ONU y los países anunciarán
la adaptación de sus políticas energéticas.
Respecto a éstas, el acuerdo de método alcanzado en Lima deja
una gran amplitud sobre las formas que tomen los compromisos
(duración, sectores, base de referencia, etc.).
"Lo que pasa fuera de la negociación es por lo menos tan
importante como la propia negociación", opina Pascal Canfin,
exministro francés y experto del World Ressource Institute (WRI).
El acuerdo sinonorteamericano de noviembre es un ejemplo de ello.
Pero el proceso en la ONU es la columna vertebral de la acción
colectiva. Delegaciones reducidas de los 195 países se reunirán
antes de la cumbre de París, primero en Ginebra en febrero y luego
dos veces en Bonn.
Quedan numerosos puntos por definir: si el acuerdo será o no
vinculante; la manera de reunir los 100.000 millones de dólares
anuales en 2020 para ayudar a los países del Sur en la lucha
contra el calentamiento climático; y, sobre todo, la forma como se
repartirán los esfuerzos, en particular entre países emergentes y
ricos.
Elliot Diringer, del Center for climate and energy Solutions
(C2ES), considera que "encontrar un equilibrio entre países
desarrollados y en vías de desarrollo será una de las grandes
dificultades" de la cumbre de París.
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