Por Roberto F. Bertossi
El cambio climático es un fenómeno aterrador y autoprovocado de destrucción masiva, razón por la cual urge encontrar una solución planetaria, sensata y efectiva. La simultaneidad de cataclismos naturales, no es ni huérfana, casual, ni meramente apocalíptica.
En efecto, tanta codicia, tanto cinismo, tanto disparate y despropósitos humanos, explican y predicen los mismos y aún, peores.
Esto cualquiera lo podría decir menos las máximas autoridades de los países del “primer mundo (?)”que promueven, protegen y sostienen a las fábricas, empresas e industrias más contaminantes vg., dióxido de carbono, otros gases o vapores con todos sus daños mediatos e inmediatos.
La misma matriz de indolencia y voracidad, están detrás del paulatino y progresivo desmembramiento e inutilización del planeta tierra conforme se puede verificar en el estado actual de sus polos y glaciares, de su agua y humedales, de su biodiversidad, de sus bosques y de sus montes, de sus recursos naturales y de sus paisajes tanto como de su propia sustentabilidad.
Lo más grave e inaceptable del cambio climático imperante es obviamente, el daño reflejado en millones de seres vivos: vidas humanas, vida celular y microbiana de la tierra, vida vegetal de los cultivos, animal del ganado, de los pájaros y los peces; vidas que se sostienen unas con otras.
Nacimos en un mundo maravilloso pero no supimos usar nuestra libertad, no supimos elegir, no supimos legislar ni resistir ni revertir los horrores ecológicos provocados por hombres miserables y así, poco más poco menos, fuimos hipotecando irresponsablemente también, el ambiente de las próximas generaciones.
Así pues, en materia ambiental, cuando jurídicamente se han realizado decenas de Cumbres sobre cambio climático, cuando se han establecido e institucionalizado: vg., el principio precautorio ambiental, las leyes de presupuestos mínimos, los tratados internacionales, los artículos 41, 43, 75 inc. 22 y cc. de nuestra Carta Magna y ahora, la novedad para un nuevo Código Penal de tipificaciones punitivos para daños ambientales; bueno, su pareja inejecutoriedad consuetudinaria –culposa y dolosa-, hicieron que la propia eficacia/eficiencia jurídica ambiental hayan caído en desuso, reduciéndose a pura letra muerta cualquier resguardo legal y policial al respecto.
Concomitantemente, resulta demasiado cínico y canalla que un Secretario de los EE. UU., Mr. Kerry, cuando su país –entre otros- ha defraudado y hecho defraudar el Objetivo del milenio en orden a garantizar el sustento del medio ambiente, pretenda días pasados, ante estudiantes, funcionarios, líderes civiles y periodistas, alertarnos sobre esta exacerbada peligrosidad ambiental y demandar sin pudor, soluciones, algo que huele bastante parecido, paradójico y llamativo a cuando esas grandes empresas del mundo que habiéndolo contaminado todo, ahora, para eximirse o desgravar impuestos, fundan, impulsan y sostienen fundaciones u ONG de responsabilidad social/ambiental empresarias.
Ante tanto cinismo y canalladas con nuestros `activos climáticos` y siendo lo ambiental transversal a todo (menos a la corrupción), evidentemente nadie noble, cabal y en su sano juicio, hubiera provocado semejantes desastres naturales, urbi et orbi, abandonándonos en el más que inquietante hábitat común de estos días.
No obstante, todavía vivimos en un mundo que aún late en el cual magnánimos ambientalistas han enfrentado reciente y ejemplificadoramente a grandes potencias contaminantes/depredadoras (Vg., Camila Speziale, Hernán Pérez Orsi y compañeros a Rusia para defender el Ártico, etc.) o, a multinacionales (Monsanto en la Comunidad cordobesa de Malvinas Argentinas), reanimándonos y haciéndonos recuperar la esperanza en recobrar finalmente, nuestra armonía ambiental natural.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.