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Notas de Opinión Domingo 1 de Julio de 2012

¿Cómo retroceder?

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Lo que quedó claro después del acto de Moyano en Plaza de Mayo, es que la pelea con Cristina difícilmente pueda tener marcha atrás. Es que los dichos fueron durísimos, pegándole a la Presidenta tal vez en los dos lugares donde más le duele: en su orgullo cuando varias veces repitió lo de su enorme soberbia, y en el bolsillo, recordándole que durante la dictadura militar cuando otros la enfrentaban el matrimonio Kirchner se refugió en Santa Cruz sacándole ventajas a la ley 1050, con la cual la gente perdía sus propiedades, que ellos se quedaban por chirolas. ¿Se acuerdan de esa indexación? Uno más pagaba, más debía.

Cosas extrañas nos ofrece el escenario de estos tiempos que vivimos, pues Moyano, que hasta hace unos meses tenía la imagen negativa más grande de la Argentina -y quizás siga así-, ahora ya es visto con muchísima más simpatía por quienes no comulgan con el pensamiento K. Es que, merced al gran poder que le dio el mismo kirchnerismo cuando era su principal aliado para controlar la calle, jaquear a chacareros cuando el conflicto por la 125, apretar a empresas que aumentaban combustibles sin la luz verde de Moreno o bloquear la salida de medios de comunicación, ahora es usado para el hostigamiento del oficialismo. Un posicionamiento por otra parte, facilitado por una anémica oposición que no logra salir de su dormidero.

La confrontación, seguramente se volcará fuertemente en favor de la Presidenta, quien tiene absolutamente todos los mecanismos para ganar, aunque es altamente probable no los utilice en forma inmediata, pues eso podría llegar a interpretarse como un retroceso, y eso es algo que dentro de sus formas ¡jamás puede ocurrir!. Dejarle la bandera del mínimo no imponible y del recorte de las asignaciones familiares fue un error, y aunque no sea ahora, seguramente será corregido. Como varias otras cuestiones que han introducido serias trabas en la marcha de la economía y que deberán remediarse.

Aunque no sea novedoso y ya utilizado en otra ocasión en que titulamos con esa frase, "la inflación es la madre de todos los problemas". Aún lo sigue siendo. Ahí entonces debe enfocarse todo el esfuerzo, toda la capacidad e inteligencia, pues si se vuelve a los niveles de los primeros años de la administración de NK, alineándonos con los países normales -que son todos con excepción de ocho entre los que se incluyen Argentina, Venezuela y media docena de africanos-, en un santiamén irán apareciendo las soluciones a los problemas que hoy desbordan por los cuatro costados. El salario recuperará su poder, y ya no habrá necesidad de asombrar (¿?) a los del Grupo de los 20 diciendo que aquí se pautan aumentos de sueldos del 20 por ciento cuando en realidad no alcanza siquiera para cubrir el impacto inflacionario. Pero además, se volverán a acumular reservas en el Central, ya no habrá necesidad del cepo sobre el dólar, ni de las restricciones a importaciones, ni seguir chupándole los fondos a los jubilados para pagar las cuentas o construir viviendas.

Sin inflación además, de seguro que se recuperarán los sostenes que había tenido el kirchnerismo en los primeros años: el superávit de las balanzas comercial y fiscal. Con la soja a más de 500 dólares, todo es posible.

Da la impresión, que las piezas del rompecabezas continúan estando como antes, pero ahora no hay quien las ubique en su debido sitio. Recordemos, cuando NK lo echó a Lavagna, nadie dudaba que había pasado a ser el ministro de Economía, siendo conocida aquella situación anecdótica que contaba que todas las mañanas en persona revisaba las cuentas públicas. Hoy ¿quién maneja la economía? Lorenzino, que tiene el cargo, pasa prácticamente desapercibido, Moreno parece más un ejecutor a ultranza que un ideólogo. Sus metodologías contra la inflación, con el control de precios, o con la promoción al exterior (recordemos Angola) han sido un fracaso tras otro. Boudou fue corrido a la vicepresidencia y desde la aparición del caso Ciccone, nadie osaría suponer que pueda llegar a mover una silla sin la venia superior. Queda Cristina, a quien se señala como la dueña exclusiva de todas las decisiones, pero no puede saber absolutamente todo, ¿en quién se sostiene? Dicen que el secretario legal y técnico Zanini y su hijo Máximo conforman su entorno, al cual más recientemente se aproximó Kicillof, desalojando de las preferencias a De Vido. Si así fuese, los resultados están a la vista. Se mezclan buenas y malas, pero sin retrocesos, al más puro estilo K, cuando en realidad, hay muchas cosas que no funcionan como deberían.

Una señal intranquilizadora, en ese sentido, fue que la Presidenta en su extensísimo y deshojado discurso del martes pasado, ni siquiera una vez haya aludido a la inflación. Si en realidad no la tiene en cuenta, es para preocuparse.  

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