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Notas de Opinión Miércoles 15 de Junio de 2011

Cómo solucionar la indisciplina escolar

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Marcos mensa

Por Marcos mensa

Días atrás he visto llorar a una profesora, luego de haber sido insultada por un alumno. “Chupame la p…”, le vociferó el muchachito de 13 años, luego de que la docente le hiciera sucesivos llamados de atención para que guardara silencio.

Este patético episodio -que no es un hecho aislado- sirve como vívida ilustración para confirmar que los estudiantes secundarios argentinos son, en cuanto a comportamiento, los peores del mundo. Al menos, así lo indica el informe del Programa de Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) realizado en 65 países.

El ministro de Educación de la Nación, Alberto Sileoni, negó la validez de semejante afirmación. Dijo al respecto: “Nuestros chicos hablan, interrumpen, participan, expresan sus opiniones, piden explicaciones, y está muy bien que así sea.” Me parece que Sileoni idealiza y suaviza la realidad de las aulas, pues no es eso lo que habitualmente sucede.

Sí, por supuesto, hay que destacar que muchos de nuestros adolescentes son respetuosos e irreprochables. Y justamente son ellos los que más sufren la presencia de esos otros malcriados que entorpecen una y otra vez el desarrollo de cada clase y desestabilizan al más paciente de los profesores.

Si el informe de PISA es fidedigno, la educación argentina está en medio de un enorme y delicado problema que exige una solución inteligente y a la vez tajante.

¿Qué se puede hacer cuando al alumno no le importa en absoluto recibir sanciones ni reprobar las materias a causa de su conducta? Aunque suene exagerado y políticamente indeseable, pienso que deberían crearse escuelas anexas y derivar allí a los chicos más indisciplinados. No como castigo, sino para brindarles la contención y el encauzamiento que necesitan. Antes, claro, mientras se construyen los nuevos edificios, sería imperioso capacitar a los docentes y no docentes que trabajarían en esos establecimientos, para que se especialicen en trastornos de conducta, violencia, drogadicción, etc. Y, como mínimo, habría que pagarles el triple.

Espero que en estos tiempos de elecciones -que es cuando todos los candidatos aseguran que apostarán a la educación como uno de los principales pilares- alguno de ellos se apropien de mi sugerencia ya que, por lo que leo y escucho, no hay ninguna propuesta concreta que apunte a resolver este asunto sin relativizarlo y de raíz.

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