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Notas de Opinión Domingo 23 de Diciembre de 2018

Condena firme

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Casi en simultáneo con la confirmación de la Cámara Federal de todo lo actuado por la justicia en el caso de la expresidenta Cristina Kirchner como jefa de una  asociación ilícita que saqueó al Estado con la obra pública, y de paso la prisión preventiva, desde el Senado el peronismo avisó en la voz de Pichetto que no aprobará el desafuero y que mantendrá firme esa extraña decisión de sólo desaforar cuando existe "condena firme". Algo que no compartió hace poco la Cámara de Diputados cuando dio vía libre para que De Vido recalara en prisión.

En realidad, lo que cabe preguntarse ¿qué es condena firme en la Argentina? Para no entrar en problemas leguleyos,  la definición más apropiada y entendible es que se trata de algo así como una novela interminable de la cual nadie sabe la cantidad de capítulos. O bien, parecido a la leyenda de Penélope, que destejía de noche lo que tejía de día. Un ejemplo muy a mano es el del también ex presidente Menem, con una condena que ante deambulando de un lado para  el otro desde hace casi 25 años y... todavía no está firme. Incluso, cuando se lo habilitó para ser candidato a senador -como lo es, por voluntad de quienes lo votaron- el más alto tribunal riojano fue desautorizado por la Corte Suprema, encontrándole una puerta de salida al asunto,  como casi siempre lo hay en la justicia. Más aún cuando se trata de gente que tuvo mucho poder, a quien se le deben congracias y favores. Facturas que en algún momento se pagan, donde no hay diferencias de ideologías, posturas, religiones, razas, ni partidos políticos. Y también, de estos días, el ahora libre exvicepresidente Boudou, un clarísimo ejemplo de las contradicciones. En la gran corporación que controla el país cuando llegan estos momentos de amasar fortunas o salvar pellejos, no hay ideología ni valores que valgan, prevaleciendo aquello tan viejo pero siempre vigente de Groucho: "estos son mis principios, si no les gustan, tengo otros".

Con esta perspectiva, donde prevalecen garantistas y expertos interpretadores de leyes que suelen ir desde blanco a negro según quien las aplique -que han posibilitado que violadores y asesinos estén en libertad o tengan salidas de la cárcel por buena conducta (¿?)-, más un legislativo que proporciona amparo y refugio, no es complicado vislumbrar que esta "condena firme" es algo así como decir nunca. Nada que llame la atención en un país donde la condena perpetua son 35 años pero como se sobrepone otra cláusula que fija el tope condenatorio en 25 años, si añadimos buena conducta en mucho menos se puede volver a la calle.

Y como todo es parte de todo, esta semana la Corte Suprema también se incorporó fuertemente a este andar discepoliano de confrontaciones y desencuentros. "La disputa se procesa a través de golpes de palacio. A comienzos de septiembre, los jueces Elena Highton, Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz comunicaron a Ricardo Lorenzetti que ya estaba redactada la acordaba que determinaba su reemplazo. Con la excepción de Juan Carlos Maqueda, todos votaron por Rosenkrantz, incluido Lorenzetti. Ahora, Maqueda, Lorenzetti y Rosatti comunicaron a Rosenkrantz que ya estaba redactada la acordada que lo despojaba de sus principales atribuciones como presidente. El enorme poder administrativo del que había gozado Lorenzetti, como innumerables antecesores, quedó socializado entre los jueces. Como el calendario de las sentencias se fija ahora por anticipado, la titularidad de la Corte asumió un rol decorativo. Rosatti jugó en los dos equipos. El de los que defenestraron a Lorenzetti y el de los que desahuciaron a Rosenkrantz". El encomillado, claro y contundente con el título "Una contribución de la Corte a la incertidumbre" que lo resume todo, lleva la firma de Carlos Pagni en La Nación. 

Si en el máximo tribunal de justicia existen estas grietas, si la mayoría de funcionarios y legisladores están más preocupados por las elecciones del año que viene que en los problemas del país y de la gente -aunque digan lo contrario- y en el gobierno nacional sigan errando a mansalva, este fin de año nos deja un balance realmente oscuro y cargado de incertidumbre. Los que están asustan y los que prometen volver espantan...

Sin embargo, aunque exista tanto negativismo, tanta desazón, y aún siendo bajas las expectativas, no dejemos en la banquina la esperanza. En especial en estas fiestas, que al menos hasta ahora dejan algo positivo: diciembre está transcurriendo en paz. Contrariamente a lo fogoneado por aquellos de "cuanto peor, mejor".

¡Que la Navidad nos ilumine!



 

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