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Notas de Opinión Domingo 10 de Abril de 2011

¿Conflicto gremial o acto mafioso?

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Cuando las principales voces del Gobierno nacional, tanto las oficiales como las oficiosas de su batería de medios de comunicación, salieron a justificar el bloqueo a los diarios por la existencia de un conflicto gremial, la cuestión seguía siendo grave, pero con atenuantes. Es que si bien por un lado la Constitución garantiza el derecho de los medios a la libre circulación -no en cambio de una fábrica de fideos como argumentó Agustín Rossi-, también estaba en juego el derecho de huelga y de reclamar por parte de los trabajadores. Al fin y al cabo, nada justificaba el bloqueo, pero... puntos suspensivos que dan lugar a una serie de argumentaciones, las que en realidad fueron utilizadas a gusto y paladar.

Pero claro, todo lo dicho se derrumbó como castillo de naipes luego de difundido el video en el cual Luis Siri, uno de los organizadores de los bloqueos que Clarín viene teniendo desde hace tiempo, al momento de extorsionar a la empresa en beneficio personal. Una especie de jefe de la banda conformada por el grupo de los 6 delegados de la planta Artes Gráficas Rioplatense, entre quienes pensaban repartirse los 12 millones que comenzaron pidiendo y que luego redujeron a 9, para finalmente pedir Siri 3,15 millones para su bolsillo. Eso sí, aclaró que llegaba a esa cantidad porque inicialmente tenía previsto 3 millones, sin ninguna clase de justificación salvo sacarle el problema a la planta de Clarín, pero que había agregado 150 mil pesos pues se los había pedido su esposa.

¿Conflicto gremial o cosa nostra? Quedó bien claro que de conflicto laboral no hubo casi nada, pues así también lo reconoció el propio Siri, admitiendo su permanente contacto con "los hijos de Moyano" y también con gente "muy de arriba", llegando a mencionar a "Aníbal el terrible". Sin vueltas, se trata de simples extorsionadores, muchísimo más cerca de un acto mafioso que de la militancia gremial, que apenas si sirvió de pantalla para ocultar un intento de enriquecerse de la noche a la mañana.

Esta situación dejó expuesta una serie de episodios realmente preocupantes, los cuales absolutamente nada tienen que ver con la defensa de Clarín, el producto más visible de un grupo empresario que detrás tiene también una curiosa y llamativa historia. Se dice por ejemplo que hace unos años, cuando la devaluación, licuó su enorme deuda con dinero que terminamos pagando todos, como hicieron tantas empresas. Aunque bien alguna vez puede hacerse una investigación que establezca quienes se enriquecieron a costa del país. Pero es privado y como tal debe responder, en cambio el Estado es de todos nosotros, y allí las fallas han sido demasiado groseras.

Vayamos a un dato, al que al menos cabe calificar de sospechoso. El subcomisario que estuvo al frente del inocuo operativo policial ante el bloqueo, a los pocos días fue ascendido a comisario. No pensemos mal, tal vez así lo quiso la casualidad.

Pero lo intranquilizador fue la actuación de la ministra Garré y de las fuerzas policiales, tratando de justificarse con haber intentado hablar con el fiscal Cearras, pero es cierto, quedó en intento nomás, pues se equivocaron de número telefónico. Y no se hizo más nada. ¿Ustedes imaginan la seguridad puesta en manos de tremendos irresponsables?

La economía marcha medianamente bien -confiemos en que pongan límite a los gastos y vayan pensando en una salida del sistema de subsidios-, eso es verdad, pero existen muchas otras cosas relacionadas a la funcionalidad cotidiana en las cuales se advierte una ausencia total de sentido común. Si es cierto que el kirchnerismo está apuntando a la clase media para asegurar el triunfo de octubre en primera vuelta, tendrían que reconsiderar algunas acciones, las que tienen un efecto absolutamente en contra de ese objetivo. El desbarranque de Moyano con su intento de poner el país a su disposición por un exhorto judicial; el rescate de Saadi por parte de la gobernadora electa catamarqueña con el vapuleo del asesinato de María Soledad; el intento de impedir la presencia de Vargas Llosa en la Feria del Libro; el desatinado premio a Hugo Chávez; el rol de confiscador asumido por el canciller Timerman en el caso del avión estadounidense. En fin, demasiadas perlas en un collar en exceso pesado.

No vamos a convocar "la defensa de la democracia" como la exagerada expresión abierta de algunos opositores, pero sí, tal como lo venimos haciendo desde hace rato, un reclamo por el destrato institucional que se observa como constante.



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