Por REDACCION
Por Roberto F. Bertossi*
Así como la anomia se define por la ausencia de normas, la inejecutoriedad de éstas, cuestiona su propia eficacia. A propósito, con la flagrante impunidad de reiteradas emboscadas y violentas ocupaciones guerrilleras en el sur del país, verdaderos alzamientos a la Constitución, a la ley y la República; se sostienen y pretenden consolidar peculiares pseudomapuches sobre la ruta 40, El Bolsón, Villa Mascardi, etc.
Semejantes desmanes suceden con violencia aterradora, extraño poder e infame protección, y todo por ausencias, entredichos, excusas u omisiones oficiales, siempre tan burdas, tan inexcusables como inaceptables, puntualmente cuando ante sus propios ojos y con toda violencia se incendian propiedades, se toman y ocupan casillas de Gendarmería del gobierno nacional, cabañas o se usurpan tierras privadas; alterando y suprimiendo “con la Constitución Nacional bajo la mesa”, el clima normal de tradicional convivencia y hospitalidad en esa bellísima y prestigiosa región meridional argentina.
Lo dicho alcanza y sobra para acreditar indubitablemente la orfandad y el desamparo institucional de la ciudadanía en la zona del conflicto seudo mapuche, la inacción judicial, así como la impune profanación, coacción, agresión y arrebato de derechos, de paz, de posibilidades y oportunidades a que se encuentra sometida tantas veces la sociedad civil argentina en su conjunto en amplios espacios urbanos y rurales de su vasta, rica, bella y diversa geografía.
La violencia que impera en esa zona del sur argentina nos lleva a recordar, con similitudes y disparidades contextuales, los comienzos de aquello tan aciago que se vivió y sufrió en Tucumán, con el fallido intento guerrillero del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) junto al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y los Montoneros, hacia mediados de los años 70´.
Con temerarios y desafiantes desfiles de su poder de fuego y muerte por las calles del Tucumán profundo, pretendieron establecer una zona dominada para inmediatamente formalizar descontados reconocimientos internacionales de Cuba y Rusia entre otros. Hablamos de reconocimientos oficiales a dicha aspiración estratégica e impotente de baja estofa, para lograr terrorista y presuntuosamente un delirante nuevo estado emergente, soberano, territorialmente independiente.
Prueba de ello fue cuando el 30 de mayo de 1971 la Compañía "Ramón Rosa Jiménez" hizo su presentación como estructura en Acheral, simbólicamente copando la ciudad. Tomaron la comisaría -en la que solo había tres policías que no opusieron resistencia ninguna- y la estación ferroviaria, bloquearon el acceso de la ruta 38. En un par de horas, realizaron pintadas, arengaron contra la policía en un bar y robaron sus únicos dos viejos vehículos disponibles.
Envalentonados por lo que esta guerrilla rural consideró una primera victoria, desfilaron uniformados y armados, encabezados por un combatiente que llevaba la bandera de la organización, con los colores argentinos y la estrella roja de cinco puntas.
Hacia fines de ese año, dicha Compañía "Ramón Rosa Jiménez" estaba formada por noventa hombres y diez mujeres, organizados en cuatro pelotones. Gran parte del ERP fue entrenada en Cuba. El jefe guerrillero Enrique Gorriarán Merlo, confirmó la presencia de argentinos en campos de entrenamiento militar en Cuba, diciendo: "Quedó entonces formalizada la relación (…) del PRT con el Partido Comunista de Cuba. Acordamos los viajes posteriores de nuevos compañeros para realizar distintos cursos, tanto militares como políticos".
¿Acaso hemos olvidado todo eso descartando toda réplica secesionista, afín o similar?
Fácilmente podemos observar cómo violentas, cobardes e incesantes provocaciones (al margen de la ley o por encima de la misma) en la región de Villa Mascardi, podrían conformar una amenaza muchísimo mayor en términos de envergadura, connotaciones y consecuencias institucionales, que la violenta ocupación de tierras en Vaca Muerta con sus secuelas negativas para la producción petrolera, la actividad turística, etc.
Otro kuíd central de la cuestión ((como diría el hoy diluido y apagado Subcomandante Marcos (Chiapas/México), ya sin su brillo internacional, fuerza e intensidad de antaño)) no es otro que el de ¿quién, cómo y para qué se financian semejantes intentos recurrentes seudo ¿neo? mapuche, nada menos que en una zona estratégica de nuestro territorio nacional soberano?
Preconclusivamente, ante semejante anarquía y abandono por complicidad o ausencia estatal de respuestas gubernamentales, oportunas y apropiadas, tanto nacionales como federales, podría acontecer que sobrevengan otros males y angustias peores como aquellos que inicialmente argumentaron, encarnaron e institucionalizaron el Operativo Independencia, actuación ordenada el 5 de febrero de 1975 por el Decreto N.º 261/751011 del entonces gobierno democrático y constitucional de María Estela Martínez de Perón, al Ejército Argentino y la Fuerza Aérea Argentina, para «neutralizar y/o aniquilar» el accionar de lo que se definía como «elementos subversivos» en la Provincia de Tucumán.
En paralelo y concomitantemente, las nefastas consecuencias posteriores por todos conocidas, con múltiples posiciones y diversos enfoques sobre las mismas –en no pocos casos, de dudosa o huérfana neutralidad y objetividad -, precisamente sobre memoria, verdad y justicia; no siempre estuvieron acompañadas de ecuanimidad y desapasionamiento, ni de verosímiles propuestas cooperativas de reconciliación, de diálogo y fraternidad, de justicia, de unión nacional y paz social.
Ojalá que, honrando nuestros deberes humanos, nunca más bastardemos, repitamos ni mercantilicemos la historia; ¡ojalá!
(*) Premio Adepa-Faca, 1990´.
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