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Notas de Opinión Martes 17 de Diciembre de 2013

Consumismo de mascotas y divorcio de lo humano

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Ricardo Luis Mascheroni

Por Ricardo Luis Mascheroni

NOTA II


A la par, niños desnutridos, pidiendo o en situación de calle, no nos sensibilizan, es más a algunos les resultan hasta molestos. Pero un animal flaco, despierta la solidaridad “humanitaria” de brindarle atención y hasta reclamar a las autoridades alguna solución.

En muchos países, incluido el nuestro, se gasta más dinero en mascotas; ya sea en alimentos, terapias, ropas y una variedad de productos cada vez más sofisticados y costosos, que en atender las necesidades de la niñez desvalida, lo que encierra una paradoja de una crueldad inusitada.

Argentina es el país de Latinoamérica de mayor cantidad de mascotas por persona. Organizaciones sobre el tema han dicho que hay entre 10 y 15 millones de perros, sumado a millones de gatos, pájaros, peces, etc., el volumen económico es sideral, para satisfacción de Cargill, uno de los mayores comercializadores de alimentos para mascotas del mundo y otras multinacionales.

Seguro no pensamos en los millones de toneladas de alimentos que se sustraen al uso humano, para este consumismo moderno, menos en los gastos globales de estas prácticas que a la larga terminan deshumanizándonos. Cada vez hay más gente con mascotas, por lo que dicho mercado está presentando un crecimiento acelerado y esta industria es en Estados Unidos la tercera más lucrativa.

Cada día se abren más clínicas veterinarias y negocios conexos, que clínicas o guarderías infantiles, la plata que falta para estas, sobra para aquellas. Coiffeur, boutiques, pet friendly, desfile de modas, psicólogos, guarderías, pet bus y toda una parafernalia de tiendas y servicios, no son gratuitas y está marcando alguna carencia en nuestra relación con el prójimo.

Ahora han creado una nueva raza de perros llamada Cavapoo-chon, que cuesta entre 2.000 y 3.500 dólares, que no ladra y conserva la apariencia de cachorro toda la vida y no falta mucho para que aparezcan los fluorescentes u otras rarezas por el estilo, ya que hay que estar a la moda.

Algunos legisladores, desconociendo urgencias y necesidades más apremiantes para la salud y la calidad de vida de nuestros hermanos, han propuesto la creación de Hospitales Veterinarios Públicos gratuitos en todo el territorio provincial que brinden atención de baja, media y alta complejidad a perros y gatos, fundamentado en una mera declaración universal de intenciones, sin ningún respaldo real y legal internacional.

En una suerte de lógica perversa, creo que producto de la ignorancia, en el mejor de los casos, no se pondera cual es la situación crítica de los hospitales públicos, como para sumar injustificadamente una nueva carga a los gobiernos, que termina pagando toda la sociedad.

Uno de cada 4 habitantes del Planeta padece desnutrición o tiene una carencia crónica de vitaminas y minerales esenciales y los fondos que se necesitarían para erradicar el hambre son ridículamente bajos, por lo que persistir en estas tendencias es cuando menos una falta de valores humanitarios propios de una época egoísta e individualista extrema. Ello condena al declamado derecho humano universal a la alimentación a dormir el sueño de los justos ante la

indiferencia generalizada. Insisto, el gasto en alimentos, atención sanitaria, peluquería, guarderías, psicólogos, entrenadores y paseadores de mascotas, supera, en mucho, el monto que requeriría la erradicación del hambre en el mundo.

Mientras el discurso tentador y sensiblero que habla de los derechos de los animales, que los pone en paridad con los seres humanos, se entroniza, las multinacionales de fármacos y alimentos veterinarios se multiplican, ligados casi siempre a la matriz del agro negocio.

No es casual el incremento de la publicidad de este rubro, tampoco la concurrencia de famosos a programas con mascotas, presentadas a la “moda” y en forma tan ridícula como sus dueños, despertando en muchos la imitación cholula, que impone la adquisición innecesaria de tal o cual raza animal.

No hablo de las toneladas de excrementos que se generan, muchas desparramadas en la vía pública, y que todos los padecemos, que muestran de falta de respeto y desprecio hacia el otro.

Creo, que en algún momento deberemos volver a lo humano y pensar más en el hombre y las generaciones futuras, que en cuestiones secundarias que nos distraen del destino común. Descontaminar las mentes e inyectarle aire fresco, no es tarea sencilla, sobre todo cuando no estamos dispuestos a asumir nuestras cuotas partes de culpas en el problema.


(*) Docente.

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