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Notas de Opinión Lunes 9 de Mayo de 2011

Críticas a la boleta única en escuelas

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Prof. Julio Armando

Por Prof. Julio Armando


El Ministerio de Educación de la Provincia lanzó, decreto de por medio, un “Programa de Formación para la Implementación del Sistema Electoral de Boleta Unica” en las escuelas santafesinas. Para esto diagramó una serie de actividades que deberán realizar los docentes con sus alumnos con el fin de “promover la reflexión en torno a los conceptos de democracia, ciudadanía y Estado implicados en el ejercicio del derecho al voto, en diferentes momentos históricos” (Resol. 0396). Más allá de coincidir con el propósito planteado, las maneras para llegar a esto muestran una vez más, falta de seriedad, imprevisión y desconocimiento de la realidad en las escuelas por parte de aquellos que pensaron llevar adelante dicho programa.

Como parte principal del mismo se habla de un simulacro de elección que se hará en todas las instituciones educativas santafesinas y abarcando a prácticamente todos los niveles (inicial – primario – secundario). Para ello la Provincia dispuso la confección de boletas únicas en cinco categorías con la cara y nombre de próceres. Algunos de ellos de gran relevancia para nuestra historia y otros totalmente desconocidos para la gran mayoría de la población; así por ejemplo como candidatos a Gobernador tenemos a Sarmiento, Avellaneda, Belgrano mientras que como candidatos a Diputados aparecen Bonifasio Lastra, Onésimo Leguizamón o José Mármol, entre otros. Algunos candidatos a senadores propuestos son San Martín, Rosas, Paz, mientras que como concejales aparecen Larroque, Acosta, Beltrán, entre otros. Sumando las cinco categorías y tanto los “candidatos” titulares como suplentes son 60 próceres (30 titulares) que los alumnos deberán conocer para el 12 de mayo votar en las escuelas. Estas boletas únicas serían impresas por el Ministerio de Educación (todavía no se sabe la fecha) y serían enviadas a las instituciones para la realización de dicho simulacro. Previo a esto y una vez realizada la investigación sobre los candidatos, los alumnos (reitero, de nivel inicial a quinto año) deberán realizar una campaña electoral a través de afiches, spot publicitarios, volantes, etc.; a fin de convencer al electorado infantil de votar por tal o cual necro-postulante. Como variante a todo esto y teniendo en cuenta los grados con chicos más pequeños las caras de los próceres serán reemplazadas por dibujos animados, personajes de cuentos, comidas, animales o cualquier cosa que resulte familiar a los más pequeños. Así, por ejemplo, una de las internas sería Manuelita y el tortugo, mientras que otra sería Gepetto y Pinocho (cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia). O bien se disputarían el cargo a Gobernador Mickey y Narizota (una especie de Braden o Perón).

¿Construyen estas propuestas una conciencia ciudadana? ¿Se enmarcan dentro de la realidad escolar actual? ¿Son las adecuadas para conseguir los objetivos que se propone? Por supuesto que no. Cada vez que alguien piensa en implementar algún tipo de programa dentro de las escuelas lo debe hacer siendo conciente que ocupará un lugar (tiempo, recursos, espacio) ya asignado a la enseñanza de otro saber. Y nada de esto parece ser el justificativo para desplazar los contenidos que los chicos deben aprender durante el año.

El programa que pretende implementar el Ministerio de Educación no pone el foco en el fondo (los valores democráticos) sino en la forma (la boleta única), cuestión que posiblemente variará en el tiempo incluso cuando los mismos chicos tengan que votar al cumplir la mayoría de edad. Es más, esta forma de elección no será la misma ni siquiera en este mismo año, ya que las boletas sábanas serán utilizadas en las elecciones nacionales de agosto y octubre. ¿Acaso el Ministerio de Educación de la Nación va a mandar un curso para enseñar a los alumnos a utilizar las boletas sábanas? Porque convengamos que la mayoría de los estudiantes tampoco tiene conocimiento de este sistema de elección aún cuando ya lleva tiempo. Es que la cuestión no está en la forma; la ciudadanía, el derecho a la elección, la participación y cualquier valor de la democracia se debe enseñar desde una mirada más abarcadora que trascienda un método electoral y perdure en el tiempo.

Por otra parte, los más defensores del programa aducen que es una buena oportunidad para que los alumnos aprendan sobre los próceres interiorizándose más por la historia argentina. Algo que no tiene sustento en la realidad: estudiar decenas de personajes ilustres y desconocidos de manera descontextualizada en pocos días no genera ningún tipo de aprendizaje significativo. Y en todo caso intentar comparar dos personas de manera anacrónica que vivieron en épocas diferentes del país para elegir por una, es una “aberración histórica” que aísla a la historia de dos pilares fundamentales que permiten interpretarla: el tiempo y el espacio. Otro argumento a favor, según lo expresado por un capacitador de este programa, es que “devolvería en parte el prestigio a los docentes frente a una sociedad que los ve desgastados”. Imagen que por otro lado ha sido desgastada por el propio Estado con salarios magros, saturación de alumnos en las aulas, inacción ante la violencia escolar, entre otras cuestiones. No creo que la comunidad comparta que esta sea la forma de prestigiar a un educador: miles de chicos santafesinos perdieron un día de clases y perderán otros en las próximas semanas (aun cuando vayan a la escuela) porque estarán abocados a hacer una campaña electoral ficticia a Caperucita Roja y al Lobo o a elegir en un cuarto oscuro quién será mejor senador, si José Hernández o Bernardo de Irigoyen. Las escuelas se encontrarán paralizadas, distraídas, “rellenadas” con actividades huecas por las próximas semanas por esta “cuestión de estado” (frase utilizada por un capacitador) que es el simulacro eleccionario. Y que, más allá de los objetivos que dice proponerse esconde en realidad otra finalidad: intentar justificar la escasa capacitación que brindó el estado a los ciudadanos ante el inminente acto electoral, tratando de revertir esto con el menor gasto posible y llevando adelante una campaña marketinera de un sistema que mucha gente todavía desconoce, aun cuando esto implique restar en educación. 

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