Por Roberto Actis
Viendo el escalonamiento que van teniendo los acontecimientos políticos, y más todavía que eso, el volumen con el que son planteadas algunas cuestiones, no puede menos que concluirse que las Paso de agosto primero -en este caso de ser el filtro para algunas candidaturas del por ahora desperdigado peronismo- y con mayor razón las generales de octubre, serán más que elecciones una verdadera batalla del todo o nada. Al menos así se trasluce en este tiempo, en que la tensión va acrecentándose de manera vertiginosa, casi a la par de la profundización de una división que no parece tener remedio, al menos por ahora.
Es que en realidad, ya que hablamos de la grieta, nadie, o muy pocos, quieren en realidad suturarla -palabra esta que recuerda expresiones poco felices de la ex presidenta Cristina Kirchner, una de las grandes protagonistas de todo este asunto-, pues todos buscan sacar alguna parte de provecho. Es que en la confrontación y confusión que provoca, es más sencillo obtener ventajas. Allá ellos.
Como no dejando dudas, el presidente Mauricio Macri -para quien buscar la unión de los argentinos fue una de sus promesas fuertes de campaña-, salió con los botines de punta diciendo que el kirchnerismo convirtió al Estado en un aguantadero, calificación fuerte si las hay, ya que es parte del léxico de la delincuencia, de seguro elegido exprofeso. Si esto es de esa manera, no hacen falta interpretaciones, pero si en cambio se apunta hacia la cantidad de gente incorporada, la cuestión cambia de tono, pues el propio Macri que se asustaba del exceso y déficit crónico, en lugar de ir corrigiéndolo como prometió, incorporó más agentes y subió el déficit. Por ahora sostenido con endeudamiento, pero sabemos que esa no es la manera si se pretende darle forma a un país en serio. La experiencia ya la hemos vivido antes y así fueron las consecuencias.
Algunos datos (de Fiel) sirven para aclarar: en 2003 había 460 mil empleados públicos nacionales y a fines de 2016 eran 739 mil, con un incremento del 61% del que una tercera parte es responsable el macrismo sólo en su primer año de gestión. Además de los nacionales, si agregamos provinciales y municipales, los que viven del empleo público son 3,8 millones. Si añadimos subsidiados y jubilados llegamos a casi 20 millones. Queda claro que el Estado no puede subsistir de esta manera y necesita correcciones.
Pero hubo cosas que asombraron más que eso, siendo imaginativas palas mecánicas profundizando la grieta, y enfocando hacia la violencia, que más que anticiparla la estuvieron promoviendo. Uno que se zafó fue el ex juez Raúl Zaffaroni -vale el dicho por ser él quien a toda costa buscaba que zafaran los asesinos y violadores, "es que son víctimas de la sociedad", decía-, alineándose los periodistas kirchneristas Gabriela Cerruti y Hernán Brienza, coincidiendo en que "estamos yendo hacia un enfrentamiento civil" y que "no va a tardar mucho en haber un muerto". Los dos últimos, pueden decir las barbaridades que se le ocurran, pero Zaffaroni fue integrante de la Corte Suprema, esperándose de él otras posturas, aunque quizás atendiendo necesidades de la defensa de la ex presidenta de la cual es el estratega incurre en este tipo de posturas nefastas. Con mirar un poco lo que está padeciendo la pobre y castigada Venezuela, deberían coserse la boca.
Mientras tanto en la Plaza de Mayo continuará la escuela intinerante de los docentes, identificada como un refugio kirchnerista, cuyo objetivo político ya no puede más disimularse. En Suiza continúan apareciendo cuentas de los Báez, quedando también involucrados los hijos de Lázaro. Treinta y tres millones por allá, otros 20 por aquí -de dólares por cierto-, un millar de vehículos, una treintena de estancias, departamentos y casas por todo el país, es una fortuna que apenas sería la punta del iceberg, según dicen. Lo cual explica y le da sentido, en parte, porque quedaron 30% de pobres después de una docena de años en que la Argentina tuvo ingresos excepcionales. Entre lo saqueado y lo mal administrado, dicen que durante el ciclo poco menos se esfumaron cerca de 700 mil millones de dólares.
Y por si faltaba algo, aunque aquí más bien siempre sobra, aparecieron algunos intendentes bonaerenses peronistas tratando de justificar el ploteado de patrulleros y ambulancias con sus nombres. Se hubiesen quedado callados era muchísimo mejor, pues hay cosas que directamente no pueden justificarse, salvo con argumentaciones de contenido infantil, con respeto por los chiquitos. Aunque sea para Ripley, hay quienes gobiernan que bien podrían sentarse en una de esas salitas de jardín de infantes. ¿Cómo llegaron? pues por ahí puede estar la punto del hilo para desenredar la madeja.
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