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Notas de Opinión Viernes 2 de Mayo de 2014

De inseguridad y sensaciones

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

Al fin de cuentas, y tal como si viviera en otra Argentina, el relator de la actualidad nacional Jorge Capitanich, volvió a insistir en que la inseguridad no se incrementó y que es una cuestión de los medios críticos del gobierno, con el ánimo de desprestigiarlo. Traducido, debemos nuevamente caer en la conclusión que según esa interpretación se trata de una sensación, fuerte es cierto, pero no mucho más que eso. ¿Qué otra cosa significa que es fogoneada y exagerada desde los medios hegemónicos? Y algo de razón tiene ese planteo, pues ante la oleada de inseguridad hoy convertida en un verdadero tsunami, la gente tiene temor hasta de salir a la calle, de andar por un lugar oscuro y desconfía cuando alguien camina a sus espaldas o se acerca un par de individuos andando en motocicleta. Hasta quedándose en casa se puede tener la más inesperada y desagradable de las sorpresas. Es entonces más que entendible y justificado que haya sensación de inseguridad, generada justamente por esta avalancha de criminalidad fogoneada por una larguísima lista de motivos, entre los cuales sobresalen la droga como suprema generadora de violencia, el deterioro de las condiciones sociales y la cultura del facilismo por sobre la del trabajo y el esfuerzo. Si agregamos la desintegración familiar y la tal de oportunidades, vamos completando un tablero realmente temible.

Al hablar sobre inseguridad en el Senado, Capitanich recurrió a toda su batería idiomática para hablar mucho y decir poco, con cifras comparativas con otros países, estadísticas de dudoso origen, estableciendo que aunque la cantidad de homicidios no aumentaron sí en cambio los minutos en televisión dedicados a las noticias policiales. Las preguntas que se le hicieron sobre hechos de inseguridad del momento, nunca tuvieron respuestas concretas, sino huidizas, escapistas, vacías de contenido, fieles a un estilo que no arrima réditos al gobierno, sino todo lo contrario, pero que se mantiene a ultranza. 

Desde su aparición como narrador oficial, Capitanich fue y vino por todo el abanico de acontecimientos que hubo desde entonces, con una variedad notable de temas, desde los fondos buitre y la participación de la justicia estadounidense, la política petrolera mundial, hasta una campaña de vacunación. Cometió varios yerros notables, de los que en algunos casos debió retractarse rápidamente, notándose que al comienzo de su gestión trató de imponer ciertos criterios personales, pero que prestamente fue puesto en vereda, siendo convenientemente ajustado su libreto. Entre las perlas más notables del collar, no puede dejar de mencionarse aquel vilipendio que hizo del ahorro, calificando poco menos que de pijoteros a quienes lo practicaban. Al día siguiente, tras descubrirse que tenía un par de plazos fijo de un millón y medio de pesos, revirtió sus dichos y volvió a las fuentes que el ahorro es parte de un círculo virtuoso.

Como ejemplo una sola frase alcanza, dicha esta semana al descartarse la doble indemnización: "La perspectiva de obtener mayores ingresos implica también el estímulo a la demanda agregada y el impacto desde el punto de vista de la evolución de la actividad económica". ¿Clarito no?

En este tiempo de tanto dislate, quizás por fuerza de la costumbre, hasta se llegó a tolerar con cierta benevolencia toda esta serie de cantilenas del vocero oficial. "Y bueno, al fin y al cabo está haciendo su trabajo, hace lo que le mandan", pareció ser un razonamiento tan simplista como poco efectivo como forma de descripción. Donde en cambio la aceptación se asemeja a tragar un sapo, es en este tema de la inseguridad, que está a la cabeza de las preocupaciones de los argentinos desde hace años, y que va muchísimo más allá de robos y raterías, pues tiene el altísimo costo de muchísimas vidas. Sin olvidar la marca que les queda para siempre a aquellos que fueron víctima de una acción delictiva enmarcada dentro de la violencia, tanto física como psíquica. 

Si la preocupación del gobierno, frente a tal panorama, es que cada diez noticias de los diarios cuatro son policiales, no hay que esperar soluciones, las que por otra parte no tienen efectos inmediatos. Es que se pueden incorporar más policías, más equipamiento, más cárceles y una justicia que actúe sancionando a los delincuentes y no favoreciéndolos, eso es necesario y puede alcanzar efecto positivo, pero de ninguna manera será la salida. La cuestión no es aumentar los policías, sino bajar los delincuentes. Mejorar las condiciones sociales, dar trabajo en lugar de subsidios, recuperar la integración familiar, devolver a la escuela la participación que tuvo y hoy carece, retornar a los valores que fueron fundacionales de la comunidad. En fin, una cuestión cuyos resultados serán a largo plazo pero integrales en el esperado mejor futuro.

Nada nuevo bajo el sol, simplemente una perspectiva que resulta la suma de cuestiones sencillas y a la vista de todos los ojos. El primer paso, fundamental, es aceptar la realidad. Si la negamos o buscamos confundirla como hace el vocero, dificilmente se le pueda hallar remedio. 

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