Por Roberto Actis
Que la máxima autoridad del Banco Central, como lo es Mercedes Marcó del Pont, haya dicho que la emisión monetaria no genera inflación, más que preocupante es grave, pues si en realidad ese es su convencimiento, no sólo es una demostración de desconocimiento sino de irresponsabilidad. Pero claro, tal vez tal expresión haya sido un desliz -demasiado elemental es cierto- dentro de ese fárrago de declaraciones con las cuales trató de justificar la entrega de las reservas de la entidad monetaria para que el Gobierno disponga libremente en el momento que se le ocurra. Sin tener que rendir cuentas a nadie, por otra parte, como lo viene haciendo.
Qué sencillo sería para los países emitir dinero sin el necesario respaldo, ya que así no habría crisis que se resista. Se terminarían los problemas del mundo, el hambre en primer lugar, la salud y la vivienda luego, y así sucesivamente. ¿Se imaginan lo que sería aplicar el principio de Marcó del Pont? Cuando se necesita dinero para algo, pues se emite y listo, solución rápida y sin problemas.
Ni siquiera tuvo en cuenta la historia para decir este disparate, y bastante reciente, de estas últimas décadas. O incluso de la actualidad, cuando la emisión monetaria -con la cual se trata de sostener artificialmente el consumo- es el principal motorizador de una inflación que, aunque manteniéndose alrededor del 25% anual y sin alcanzar los niveles exagerados de otras épocas, es una de las más altas del planeta. Sus efectos, ni falta hace recordarlos, pues nos pegan todos los días en los bolsillos.
Estamos inmersos es un sistema de "obsecuencia debida", dentro del cual ni siquiera hay contención con el ridículo. Cualquier cosa, hasta la propia degradación intelectual, por ganar un poquito más de consideración.
Mientras esto ocurre en el Banco Central, tenemos un ministro de Economía al que no se le conoce la voz, en tanto Guillermo Moreno a puro bastonazo, sigue adelante con medidas que parecen más producto del almacenero de la esquina -con todo el respeto y consideración que merece- que producto de políticas del alto comercio internacional. Muchas consecuencias hoy están pagándose, y caro. Plantas fabriles que debieron reducir su producción por falta de insumos, a las que para agravar sus males, ya les comenzaron a reducir la provisión de gas cuando recién el frío nos envió sus primeras señales, y medicamentos que están escaseando. Aquí mismo en Rafaela, se conocen casos de personas con tratamientos por afecciones crónicas, que tienen serias dificultades por remedios que no llegan del exterior, y que no pueden o son deficientemente sustituidos por los nacionales.
Pero el caso de los yerbateros misioneros, gobernador Maurice Closs incluído, por reciente y por su repercusión, es lo más representativo de las formas y modos que utiliza el polémico funcionario. Tratando a los productores de "polacos pelotudos" y al propio gobernador de "gordo puto" cuando trató de interceder en favor del aumento de precio que reclamaban para la yerba mate, la cual también escasea.
Las decisiones seguro que no son de Moreno, conocido su rol de instrumentador, sino que seguramente provienen de la presidenta Cristina Fernández, ¿quién se atrevería a tantos desaguisados sin su consentimiento? Ni cabe suponerlo. En cambio, las metodologías patoteriles, las formas y los modos, son propias y claramente representativas del tobogán de la decadencia en que nos encontramos. Actitudes como decirle "gordo puto" a un gobernador ante industriales y productores es una muestra que va muchísimo más allá de un botón, y lo que es aún peor, desde la Casa Rosada cosas como estas son miradas risueñamente.
Todo se maquilla y se trata de disimular. Cómo será que hasta se llega a hacerlo con las matemáticas y los números, de las estadísticas ni hablemos. Si nos dicen que emitir no es inflacionario, pronto también podría ser que tres más tres suma ocho. Veamos las cuentas públicas. Enero y febrero tuvieron un déficit fiscal de 2.719 millones de pesos, con lo cual el rojo de las cuentas públicas interanual, midiendo de febrero 2011 a febrero 2012, está pisando los 35.000 millones de pesos.
Las diferencias que se observan entre algunas de las pautas del gobierno de Cristina con la anterior gestión de Néstor Kirchner, son notables. Es que las reglas de oro del superávit ya no son tales, la relación con el justicialismo es cada vez más distante con el intento de transformarlo en cristinismo, con los trabajadores a través de la CGT la tensión es casi insostenible.
En materia judicial, ¡aleluya! el juez Oyarbide lo citó a declarar a Sergio Schoklender.
¿Y la oposición? Como siempre, cada vez en mayor desbande.
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