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Notas de Opinión Sábado 24 de Mayo de 2014

Derecho de petición y memoria

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Por Luis Carello (*)

Por Por Luis Carello (*)

El día en que se inauguraba el nuevo período parlamentario y el Gobernador de la provincia debía pronunciar su mensaje ante la Legislatura, un grupo de personas, entre las cuales se contaban, según los medios, familiares de algunas víctimas de hechos delictivos, exigieron ser recibidos por el primer mandatario provincial para hacerle llegar sus reclamos. Estaban rodeados por otras personas, que evidentemente utilizaban dolores legítimos para generar un escándalo político que incluyó hechos de violencia. Hubo también quienes, lamentablemente, se ocuparon de presentar lo sucedido como si ante el ejercicio del derecho de petición, el gobernador se hubiera comportado de manera insensible o incorrecta al no recibirlos en esa ocasión.

Una de las primeras medidas del Dr. Hermes Binner, al asumir la gobernación, fue quitar del frente de la Casa de Gobierno las barreras metálicas que no sólo la opacaban sino que daban testimonio de una relación tensa entre gobernantes y gobernados. Aún hoy, con el Dr. Antonio Bonfatti ocupando el cargo, pese a haber sido objeto de un atentado público y notorio, las barreras metálicas no han sido repuestas.

El derecho de peticionar a las autoridades tiene fundamento constitucional. El Frente Progresista es absolutamente respetuoso del mismo. Pero como todo derecho puede ser objeto de uso y abuso. El primero es legítimo. El segundo, no. Quienes usaron a los familiares abusaron de ese derecho.

No hace falta ser un agudo analista político para saber que los familiares fueron utilizados, aprovechando su dolor y particular momento de debilidad, por personas interesadas en generar un escándalo y permitir que algunas otras proyectaran lo sucedido con picardía en el relato para hacer aparecer al Dr. Bonfatti como un insensible.

Basta con leer a quienes describen el ingreso del gobernador a la Legislatura por una puerta que no era la principal, para ver que en el fondo lo que se pretende es generar una imagen deslucida. El ingreso por la puerta principal sólo hubiera sido posible reprimiendo enérgicamente a los manifestantes. El Gobernador, como buen demócrata que es, hizo lo necesario para evitar enfrentamientos violentos, ingresando a la Legislatura para cumplir con su deber, por una puerta que permitiera el ingreso sin tener que apelar a la fuerza.

El Dr. Bonfatti no estaba realizando una visita social. Se había trasladado a la Legislatura para cumplir con su rol constitucional, para inaugurar el 132º período ordinario de sesiones en la Legislatura desde su posición de titular del Poder Ejecutivo. ¿Puede alguien suponer que fue una casualidad que se eligiera esa ocasión para intentar formular el reclamo o ensayar una protesta, cuando las puertas de la Casa de Gobierno están siempre abiertas? Por cierto que nadie, medianamente avisado, podría atribuirlo a cualquier cosa distinta que una maniobra política, particularmente deplorable cuando se monta sobre el legítimo dolor de un puñado de personas y se ejecuta en un momento solemne de la vida cívica provincial.

El Gobernador envió a tres de sus ministros para que escucharan a los manifestantes, en tanto ultimaba los detalles de la presentación que había de realizar para todos los santafesinos, incluyendo en el discurso los desafortunados hechos referidos. ¿Hay para esa instancia mejor prueba de sensibilidad y de apertura?

Todos los ciudadanos tienen derecho a solicitar una entrevista con el Gobernador, pero es él quien determina cuándo se concreta; es una cuestión de orden y de respeto. Como le hubiera gustado decir a Rafael Bielsa (abuelo): “Elemental, y por ello mismo fundamental”.

Los santafesinos estamos preocupados por la violencia. No creo que exista uno solo que no se conmueva por las muertes que ella provoca.

Naturalmente que no todos lo estamos en la misma medida. Los familiares de las víctimas suman a la conmoción el inenarrable e imponderable dolor de las pérdidas sufridas. Pero si algunos estamos preocupados, otros están ocupados. Y entre ellos se destaca la figura del Dr. Bonfatti, quien no se cuenta entre las víctimas o familiares de las mismas por un verdadero milagro. El ataque que sufrió junto a su esposa y una colaboradora doméstica, así como los ataques o amenazas sufridos por otros funcionarios, ciertamente no ha sido consecuencia de su desinterés por el tema. Los disparos contra su casa fueron la respuesta a una enérgica acción antidelictiva previa. Imaginarlo desinteresado por el dolor de familiares de víctimas es desconocerlo. Circunstancias tan difíciles y complejas como las actuales exigen obrar con responsabilidad y seriedad. Con firmeza y sensatez. Es imprescindible reconocer las maniobras políticas que en el fondo amenazan con deslegitimar las causas nobles. Hace más de seis años que las barreras metálicas no obstruyen ni eclipsan el frente de la Casa Gris. Eliminarlas fue una manera de invitar a la inauguración de una nueva forma de hacer política. Debemos merecerla y honrarla. Una república democrática requiere, para su buen funcionamiento, diálogo ordenado entre gobernantes y gobernados; eliminación drástica de la violencia, comenzando por el ejemplo de la política; y una memoria colectiva que permita recordar todo lo que no debe repetirse.

Sólo quienes carecen de toda ética política pueden manipular el dolor humano como herramienta.

Los familiares de las víctimas de hechos de violencia deben saber que todos los santafesinos los acompañamos comprensivamente en su dolor y nos unimos a ellos, comprometidos con la causa y el profundo deseo de que se haga justicia.

(*) Presidente del Consejo Consultivo para el Crecimiento de Santa Fe.

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