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Notas de Opinión Domingo 17 de Marzo de 2013

Desde la inflación hasta Francisco

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

El lunes pasado se cumplió un lustro del comienzo del duro conflicto entre el Gobierno y el Campo, consecuencia del intento por implementar la resolución 125 de las retenciones móviles sobre la producción agropecuaria, que en el caso de la soja hubiese llevado del 35 al 44 por ciento lo pagado por cada tonelada. Todo, y aunque cada uno quiera contarlo a su modo, fue demasiado conocido, para tratar de desvirtuarlo o contarlo de otra manera. No vale la pena entonces, citar cronologías, hechos, ni tampoco intenciones.

Ese quinto aniversario no fue nada especial, apenas la marca de un mojón, aunque sirva para reactivar la memoria. ¿Qué cambió desde entonces? Poco y nada, al menos en este escenario que sigue tan conflictivo como entonces, donde el tira y afloja sigue siendo igual de tenso, avecinándose nuevas medidas de protesta. Da la impresión que no se ha aprendido nada, y que el empecinamiento conduce a un camino incierto y confuso, prácticamente sin salida.

Esta visión del lapso transcurrido desde entonces, extendida hacia todo el resto, ofrece conclusiones muy parecidas. El modelo hace agua, sin embargo en lugar de corregirlo y mejorarlo, se lo profundiza, manteniendo altas las banderas del vamos por todo, un objetivo que tiene la meta inicial de la chance reeleccionista. 

Entre otros muchos, el mayor escollo sigue siendo la inflación. Esa misma que se ha tratado de mantener oculta con las insólitas evaluaciones estadísticas del INDEC durante todos estos años, y por lo tanto dejarla extender efectos nocivos que ahora ya no pueden permanecer bajo la alfombra, pues las nefastas consecuencias están a la vista de todos. Es que en tiempos de abundancia, los subsidios indiscriminados sostenían la artificialidad del sistema, pero ahora que llegó el tiempo de vacas flacas, ya no hay modos ni formas de disimular un flagelo que pega donde más duele: el bolsillo. En tal sentido, un dato relevante es la retirada de la minera brasileña Vale, que interrumpe una enorme inversión en la provincia de Mendoza, y además casi 7.000 empleos que se resignan. ¿La causa? Es imposible sostener proyectos de esta envergadura por la inestabilidad que genera la inflación, entre otras causas.

En el mundo hay 205 países (193 de ellos reconocidos y participantes de las Naciones Unidas) y la Argentina integra junto al Congo, Etiopía, Sudán, Bielorrusia y Venezuela el grupo de los 6 que mayor inflación tienen. Un dato que no requiere de mayores ampliaciones, pues es suficiente demostrativo. Sin dudas algo está fallando.

Hace poco el Gobierno parece haberse advertido de la existencia y los males de la inflación -aunque la presidenta Cristina Fernández en su discurso de casi 4 horas en la apertura de sesiones del Congreso, en el que describió a su gobierno como una maravilla, no mencionó siquiera una vez la mala palabra-, decidiéndose a tomar algunas medidas, como el congelamiento de precios que ahora parece se extenderá hasta fines de octubre. Recordemos que las elecciones serán el último domingo de ese mes, lo cual no es coincidencia, aunque cabe preguntarse ¿y después cómo sigue?.

El resultado de esta metodología, fracasada otras tantas veces, anda a los tumbos. Los precios siguieron aumentando, hay  muestras de desabastecimiento, y de paso se sumió a los consumidores en una enorme confusión. Muchos productos se compran sin saber su precio hasta el momento de llegar a la caja del súper. ¿Descabellado? Al contrario, coherente con la política de ocultamiento que siempre se ha venido aplicando en casi todas las áreas, una de ellas referida a los medios no disciplinados. Si no se sabe no existe, parece ser la consigna. Y tal vez en algunos terrenos ofrezca resultados alentadores, pero en el del bolsillo de la gente, no hay sensación que valga, allí la realidad es única e inmodificable..

Con medidas aisladas, confusas y no instrumentadas dentro de un marco claro y programado, es improbable obtener resultados positivos. Más todavía cuando están sostenidas por el amedrentamiento y la presión, en lugar del convencimiento y la razón. A esto se asemeja este control de precios, sin el acompañamiento de medidas de austeridad dentro del propio Gobierno, que mantiene un nivel de emisión monetaria prácticamente fuera de control.

De los diabéticos mejor ni hablemos, pues según la presidenta es una cuestión que afecta a la gente rica. Pero el cierre, aunque sea con una simple mención, pues el sustento lo dimos en la columna del jueves, la trascendental designación de Jorge Bergoglio como el nuevo jefe de la Iglesia en el mundo. Justo él, declarado por el kirchnerismo como "jefe de la oposición", por su punzante y crítica posición contra la corrupción, la falta de diálogo, el autoritarismo y el permanente clima de confrontación impuesto en el país. Y además, imponiendo un estilo que es exactamente la otra cara de que tenemos por casa. Sapos que deben tragarse.

Tal vez alguna reflexión sobre el asunto sea apropiada. ¡Ojalá todo sea para bien!

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