Por Juan Carlos Fessia
EE. UU. en más de 230 años de vida se ha transformado, ha dejado de ser un bastión de la libertad para convertirse en un imperio hambriento de poder, al que el resto del mundo lo ve como una entidad armada y peligrosa.
Con sus fuerzas navales, terrestres y aéreas, desde 1776 al 2013, ha invadido 71 países, sin tener en cuenta las operaciones secretas de parte de la CIA, en casi todos los estados del planeta.
El cambio de Dios. El primer paradigma le dio a los EE. UU., una base del monoteísmo configurado en la funcionalidad y orden espiritual, donde existía la idolatría y la superstición, luego llegó el “materialismo científico” que fue una bocanada de aire fresco para ese mundo reprimido por las jerarquías religiosas de creencias. En este cambio de Dios, las vidas cambiaron.
Las comunidades industriales, reemplazaron a las comunidades agrarias.
La sagrada trinidad se transformó en el materialismo, el dinero y las máquinas.
“El dinero nos hará feliz, los armamentos nos darán seguridad y la información nos hará sabios”
En 1913 el presidente Woodrow Wilson, creó la Reserva Federal (una empresa privada para emitir moneda pública como deuda).
¿Cuándo tenemos un dólar, sabemos que tenemos?
La deuda nacional de EE. UU. a principios del 2008 era de 9,5 trillones de dólares y está creciendo a un ritmo de más de un billón de dólares anuales.
La deuda total del país del norte, para hogares, entidades financieras, empresas y el gobierno, supera actualmente los 53 trillones de dólares.
EE. UU. bajo la teoría que solo lo material puede salvarlos puso toda su fe en la maquinaria militar más sádica, cara y nociva de la historia de la humanidad.
Durante el curso del siglo XX casi 200 millones de personas murieron a causa de las guerras, sin contar a todos aquellos que por sus “efectos colaterales” quedaron mutilados, sin casas o traumatizados.
Durante la segunda guerra mundial EE. UU., contribuyó al auge de los nazis, la maquinaria de guerra alemana (Henry Ford y otros) fue alimentada por la industria americana y financiada en parte por los banqueros, entre ellos Averell Arriman y Prescott Bush, padre del presidente George H. W Bush y abuelo del presidente George W. Bush.
EE. UU. culminada la segunda guerra mundial, surgió como el nuevo poder dominante y fue el único país que no tuvo daños materiales en su territorio, el 14 de julio de 1944, la Unión Soviética probó su primera bomba atómica y se dio inicio a la “Guerra fría”
Este hecho y hasta la fecha hizo que EE. UU., sea el país más armado del planeta y se siente más desprotegido que nunca.
Albert Einstein dijo: “No se que armas se emplearán en la tercera guerra mundial, pero sé que en la cuarta se utilizarán palos y piedras”
EE. UU. “adicto a la guerra” desde 1948 lleva gastados 15 trillones de dólares en el complejo industrial – militar.
Hoy el denominado mundo liberal, está en crisis, el mercado libre ya no es tal. Las mismas tácticas que han funcionado para el Banco de Inglaterra y el Banco de la Reserva Federal de EE. UU. (prestar dinero y dificultar su devolución) favorecen a los banqueros de todo el mundo capitalista.
En la actualidad los “banqueros más grandes del mundo” son el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). El primero proporciona asistencia financiera y técnica a los países en vías de desarrollo y los que se deben recuperar de un conflicto bélico, desastre natural o emergencia humanitaria, el FMI por su parte controla los sistemas financieros, los tipos de cambio y el balance de pagos de casi todo el planeta.
El objetivo principal es mantener los intereses comerciales de EE. UU. alrededor del mundo y que sus políticas y acciones contribuyan en realidad a extender la pobreza global, dado que mantienen las naciones en vías de desarrollo en una posición de deudores permanentes.
El 9 de octubre de 2009, le fue entregado al presidente de EE. UU., Barack Husseín Obama el premio Nobel de la Paz, “por sus esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”.
No obstante los hechos narrados, la esperanza ha de ser un grito de libertad, ante la opresión. Debemos tratar de creer que los pueblos cuando equivocan los caminos de la ética, la equidad, la solidaridad y la tolerancia humanística, vuelven sobre sus pasos y comprenden que debe haber un mundo mejor, al cual pertenecen.
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