Por Roberto Actis
Diciembre debería ser el mejor mes del año, al menos en la teoría. Es el de las fiestas, el umbral de las vacaciones, de entrar en cierto estado de relajamiento, entre otras tantas posibilidades. Pero es verdad, nada mejor aplicado que el "debería", ya que la realidad establece parámetros absolutamente diferentes, al menos desde 2001 a esta parte, cuando comenzó a convertirse en un karma, en especial cuando existen situaciones sociales complicadas como ahora, o bien cuando se llevan adelante iniciativas que van a contramano de la gente. Recordemos el diciembre del año pasado, que sirve como botón de muestra, cuando la reforma previsional dejó secuelas que aún hoy, de sólo recordarlas, provocan escalofríos.
¿Las recuerdan no? Fueron destrozos casi totales en la zona del Congreso, con la imagen símbolo de quien manipulaba un lanza-morteros casero, que aún siendo identificado habiendo pasado un año todavía no lograron detenerlo. Y después nos agobian con la cantilena de la seguridad. De paso, se trata de aquella reforma sobre la que el gobierno -el propio Macri debió salir a la palestra- era altamente beneficiosa para los jubilados pues les aseguraba no perder ante la inflación. Como casi siempre, lo que se dice es una cosa, la realidad otra distinta: este año la inflación estará cerca del 50% y los jubilados recibirán 30%, redondeando números cercanos a esas cifras, con lo cual la pérdida queda claramente a la vista. Y aún más, como los jubilados no pueden hacer paros ni piquetes, para los que cobran la mínima no habrá bono de fin de año. Lo dijo el presidente: "no hay presupuesto". Criterio diferente al de la gobernadora Vidal en Buenos Aires que sí pagará el bono especial a jubilados y pensionados.
Y si retrocedemos un poco más en el recuerdo de algunos otros diciembre, también la pasó mal Cristina Kirchner, quien en 2012 tuvo saqueos con los consabidos incidentes en 5 provincias y dos muertos. Peor aún le fue al año siguiente, cuando al vandalismo en gran parte del país se le agregó un paro policial, arrojando 13 muertos. En tal sentido existe memoria frágil, ya que estos mismos que tuvieron tremendos problemas sociales son quienes ahora ofrecen soluciones para lo que en su momento no supieron resolver. Salvo que ocultar el Indec, no estigmatizar a los pobres o decirnos que en la Argentina había menos pobreza que en Alemania hubiesen sido sus soluciones. O que la inseguridad era una sensación impuesta por los medios hegemónicos. Simples pantallazos para refrescar la memoria: que CFK tenga chances de volver a la presidencia, no es otra cosa que el espejo que muestra el fracaso de Macri. Es difícil encontrarle otra explicación.
Volvamos al presente diciembre, un mes difícil en el que se intensifican los reclamos y la violencia es cada vez mayor, quedando por delante las semanas más complicadas. El viento fresco que le dejó al gobierno en el comienzo de este último capítulo del año el muy buen desarrollo del G-20 rápidamente quedó atrás. La economía y el deterioro extendido son predominantes. Unicef fue lapidaria con el informe que da cuenta que el 48% de los niños están en situación de pobreza y para colmo en estos días se conocerá la actualización del nuevo índice general de pobreza, que bien se sabe está en el tobogán con un retroceso de al menos 5 puntos para volver a estar sobre el 30%. Cada vez más lejos de la meta "pobreza cero". Al menos esta semana hubo un anuncio interesante del presidente Macri: no hará más pronósticos económicos. Lo bien que hace.
Se viven días de profunda intensidad. Ya se dijo una y otra vez: recién en marzo se podrá ver algo de mejoría en la economía -antes eran los brotes verdes, que sólo pudimos ver marchitos-, aunque parce ser más un deseo que un pronóstico serio. Lo importante es que haya la debida contención, que se agoten los recursos que sabemos escasos, aunque para otros menesteres todavía no haya llegado un ajuste en serio, más allá de declamaciones de compromiso. Quizás donde haya que profundizar bastante es en el ingenio para anticiparse a los hechos y no estar siempre detrás de los acontecimientos.
Para el cierre una de las tantas noticias que nos agobian y que son claro testimonio de la decadencia. Siempre se dice, y verdad que lo es, que la educación es la única posibilidad de despegue que tiene la Argentina. En la provincia de Buenos Aires 2 de cada 10 chicos que terminan la escuela primaria no saben leer ni escribir. Difícil de creer pero es así, resultado de disposiciones ridículas como la de evitar que haya repitentes, que todos deben pasar sepan o no sepan. La escuela se ha convertido en lugar de contención en vez de enseñanza como debe ser. Las consecuencias están a la vista.
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