Por Roberto Actis
Todo el país, o casi, es pro o anti. No existen términos medios. Veamos sino al propio peronismo, o bien al radicalismo con su legión de conversos. Ni que hablar de los demás sectores, sean económicos, sociales, sindicales, culturales, educativos o por donde se los busque, casi nadie queda al margen. Incluso aquellos mucho más pequeños en número, como círculos de amigos, que han dejado de hacer sus encuentros semanales para evitar confrontaciones que se fueron tornando demasiado ásperas y prácticamente insoportables. Hasta los núcleos familiares han sentido el impacto, con mesas que en las fiestas se redujeron en comensales, tal vez con la esperanza de poder volver a cruzar el umbral de la reconciliación.
El permanente estado de crispación que viene como un derrame desde arriba hacia abajo, no deja siquiera la posibilidad de la neutralidad, pues empuja a tomar partido. Negro o blanco, jamás los grises.
Aunque no es nuevo pues ya tuvo sus escaramuzas anteriores, estos últimos días se reactivó la confrontación entre los actores, con el disparador de Ricardo Darín, quien en el medio de las críticas que formuló justamente por este clima de confrontación permanente que se vive en el país, generador de un divisionismo del que costará muchísimo volver -aunque no nuevo pues varias décadas atrás la disputa, tan o más acendrada que ahora, era peronista o antiperonista-, deslizó la pregunta para la que nunca hubo una respuesta clara y que tampoco la tuvo ahora con la extensa carta con la que respondió la presidenta Cristina Fernández: ¿cómo amasaron su fortuna los Kirchner?
La respuesta de más de 11.000 caracteres navegó por todos los mares, el de la ironía por sobre todo, el ataque que además del propio Darín por aquel caso de la camioneta importada debió enfrentar a la Justicia se extendió al gobernador Daniel Scioli por no haber dado a conocer sus ahorros en dólares -lo que presto como un rayo hizo al día siguiente-, pero no brindó ninguna clase de precisiones sobre la declarada fortuna de 90 millones a la vista. Sí en cambio recordó que todas las investigaciones hechas por las acusaciones de enriquecimiento ilícito fueron cerradas. La última de ellas a cargo del funcional juez Oyarbide, quien con una velocidad que no tiene otras veces, como la causa de Schoklender y las Madres de Plaza de Mayo que va empujando hacia adelante, sobreseyó al matrimonio presidencial, incluso admitiendo como válido el cobro de intereses por depósitos en dólares con tasas multiplicadas en relación a las que pagaban los bancos. De los terrenos fiscales comprados en El Calafate por unos pocos pesos y trascartón vendidos en cifras millonarias en dólares ni la más pequeña alusión. Un precio vil que merecería alguna explicación, pues quizás las haya. Sería bueno para la salud republicana, y además para disipar muchas dudas que oscurecen el horizonte.
Aunque de una extensión inusual, escrita y por lo tanto con tiempo para meditarla y hacer las correcciones necesarias, la respuesta presidencial lejos está de conformar, no sólo al actor protagonista de las últimas grandes películas argentinas, si no a quienes esperaban contenidos mucho más sustanciosos. Quedó nuevamente expuesto, como ya le había sucedido con los estudiantes en Harvard, que hay demasiados temas sobre los que la presidenta Fernández no puede dar respuestas, al menos con la claridad suficiente como para ponerle un moño.
Volvemos al comienzo. Como casi todo el universo de sectores, los actores dejaron esta semana bien sentado que entre ellos también existe una división profunda, y que no arranca sólo desde las declaraciones de Darín sino desde bastante antes, pues también aquí la cuña fue incrustrada en la conducción de la Asociación de Actores -curiosamente presidida por Alejandra Darín, la hermana del actor- y otros entes que tienen directa participación dentro del mundo en que se desenvuelven, entrando a tallar subsidios, créditos blandos y otras formas sencillas de acceder a recursos.
Vamos a evitar citas de declaraciones, pues no agregan demasiado ya que es lógico que cada uno defienda su posición como mejor se lo ocurre. Así debe ser por otra parte. Incluso con la añadidura de un galán maduro -tal vez demasiado maduro- con sus habituales exabruptos para calificar a colegas que, vistas las cosas, han dejado de serlo para ser transformados en enemigos. Una metodología muy de esta época.
Claro, que como es invariablemente habitual, hubo mucho más. El épico regreso de la Fragata, la gira con el avión del casi millón de dólares, la situación judicial del vice Boudou que siempre se embarra un poco más a pesar de los esfuerzos, la impresión de billetes de 100 pesos a razón de mil por minuto, los nuevos manoteos a la caja de la ANSES. En fin, como en botica.
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