Por Jorge Horacio Gentile
En
la audiencia pública que la Corte Suprema de Justicia de la Nación
convocó en un juicio en el que se pretende suprimir la Enseñanza
Religiosa que se imparte en la provincia de Salta desde antes de
1886, fui el primer Amigo del Tribunal, en exponer defendiendo esa
práctica, que reciben los alumnos de 6 a 12 años, de 1° a 7°
grado, en las escuelas primarias públicas de gestión estatal, dos
veces por semana (40 minutos). La imparten docentes especializados,
que anualmente reciben la opción de los padres de qué religión
quieren que sus hijos profundicen; y que trabajan en las aulas con
los grupos de alumnos de distintas orientaciones religiosas, pero que
comparten contenidos comunes.
A
los alumnos cuyos padres optan para que a sus hijos no reciban
ninguna educación religiosa se les ofrece enseñarles valores
universales u otras materias dentro del aula. Trabajan con los demás,
salvo que los padres soliciten que el niño salga fuera del aula y,
en ese caso, quedan siempre a cargo de algún docente, nunca solos.
Ni a los padres ni a los alumnos se les exige declarar la religión
que profesan.
Lo
religioso es parte de la cultura por lo que no puede la escuela
dejar de enseñar el significado del crucifijo, con el que juran la
mayoría de los funcionarios o magistrados; ni la estrella de David,
de los judíos; o la media Luna, de los musulmanes. Por qué son días
feriados el de la Navidad o de la Semana Santa; o por qué hay
provincias que se llaman San Juan o Santa Cruz, o por qué hay
iglesias, sinagogas o mezquitas. Prohibir enseñar religión en las
escuelas es discriminar.
Cuando
la Constitución invoca a “Dios fuente de toda razón y justicia”
afirma que los derechos humanos que ella garantiza; en defensa de la
libertad, la vida, el trabajo, la justicia, la paz, la igualdad y el
bienestar general; tienen por fuente a Dios. Entonces, cuando se
enseña que los hombres deben ser iguales y actuar fraternalmente,
que mejor que explicar que debemos “amarnos los unos a los otros”,
o recordar que el prójimo es hijo de Dios como lo somos todos. La
fuerza de estos argumentos no es igual si se prescinde de lo
religioso.
Lo
que hoy se enseña en Salta no es igual que la Educación Católica o
Moral que se impartía entre 1943 y 1955 en todo el país. El
contenido de la materia es Religión, en sus distintas versiones, sin
adoctrinar a los niños para ninguna, con objetividad y acentuando la
que optaron los padres. No hay monopolio de la religión católica,
no se enseña el catecismo, incluso hay escuelas donde la totalidad
de los alumnos son evangélicos o testigos de Jehová, y así está
orientada su enseñanza.
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