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Notas de Opinión Miércoles 13 de Agosto de 2014

El campo ya no es el campo

Reflexión del Vicegobernador luego de participar de la inauguración de la ExpoRural de Rafaela. "No sólo es una muestra agropecuaria, es una fiesta de toda la gente de la región".

Por Jorge Henn (*)

Por Por Jorge Henn (*)

El mundo está viviendo una revolución tecnológica que no es nueva, pero la velocidad a la que sucede es un dato nuevo e inédito. Trae aparejados cambios profundos en la geopolítica; hace tiempo que no estamos en un escenario bipolar y esta tendencia se acrecienta, en lo económico, político, militar, y sociocultural. El eje se desplazó a Asia, irrumpieron los BRICS, el autoabastecimiento energético de Estados Unidos gracias al petróleo no convencional es un hecho, y esto ha cambiado sus áreas de interés y de influencia. En definitiva, estamos en un nuevo mundo, más inestable, menos previsible, pero también, dejemos lugar al optimismo, un mundo lleno de posibilidades para nuevos actores y países como el nuestro.

El campo ha dejado de ser el campo, al menos en la visión que tradicionalmente tuvimos todos, directos implicados y quienes no forman parte de este colectivo social. La revolución tecnológica que ha vivido el sector en nuestro país, hace que hoy hablemos de un moderno y potente complejo agroindustrial.

El campo ya no sólo produce alimentos, es una fábrica de insumos para la industria: los biocombustibles son los más conocidos, pero día a día se suman sectores que necesitan de materias primas que surgen de la tierra y de las plantas. Esto sin mencionar el sector no alimentario ligado al campo (maquinarias, transporte y almacenamiento, servicios logísticos, por nombrar algunos).

Veamos un ejemplo concreto: entre los productos industriales que utilizan la soja y sus derivados como insumo, encontramos: adhesivos para madera, pinturas industriales, tintas para papel periódico, polímeros y fibras textiles.

También ha cambiado radicalmente la forma de trabajar la tierra. Biotecnología e información son los dos pilares. Por un lado, la genética que permite controlar costes, aumentar rindes y que permitió en nuestro caso, ampliar el área de siembra a zonas antes inimaginables. Por otra parte, la siembra directa y el uso de tecnología satelital para obtener información precisa y en tiempo real.

Definitivamente los tiempos de esta revolución no son los de la cosecha tradicional y la mano de obra necesaria para poner en movimiento esta maquinaria compleja es mucho menor pero más calificada. Hacen falta ingenieros, expertos en geoposicionamiento, en tecnologías híbridas, en mercados y finanzas.

Quiero decir, que si no comprendemos este fenómeno y seguimos mirando al campo con la mirada del siglo XX, caeremos en la anticuada simplificación de pretender que es una fuente de riqueza natural a la que hay que extraerle recursos por vía impositiva para distribuir o invertir en otros sectores. Hay un tren de oportunidades frente a nosotros que no se puede aprovechar con una visión vieja y desfasada del rol que tiene que tener el campo en el proyecto de país y de sociedad que queremos construir.

Necesitamos crear alianzas de conocimiento, producción, mano de obra y políticas de largo plazo que allanen el camino para que esta verdadera Ferrari corra con su máxima potencia.


(*) Vicegobernador de la provincia.

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