Por Roberto Actis
¿De qué sirve hacer un censo para difundir sus resultados casi tres años después? Debe admitirse que la inutilidad no es absoluta, con buena voluntad y predisposición algo se rescata, pero no todo lo que debería ser con una herramienta tan valiosa e importante como un censo, que es la que permite tener una amplia y pormenorizada fotografía del país y de cada una de sus localidades, de sus regiones. Saber cuántos somos, qué tenemos y qué nos falta, hacia donde centralizar los mayores esfuerzos, las disponibilidades y los recursos.
Los datos para este censo nacional se levantaron en el mes de octubre de 2010, y recién ahora se comenzaron a conocer algunas de sus estadísticas principales, aunque no todas. En este lapso, muchas condiciones se modificaron sustancialmente. Sin profundizar demasiado, veamos lo relativo con la población de Rafaela, la cual según el dato oficial del censo es de 92.945 habitantes, hoy bastante desactualizada, pues cualquier fuente que se consulte da cuenta de haber sido superada la barrera de los 100.000 habitantes.
Aunque a veces aburridos, los números son inevitables de referir al momento de retroceder en el tiempo y hacer algunas comparaciones. Veamos, en 1991 nuestra ciudad tenía 68.400 habitantes, en tanto que de acuerdo con una proyección realizada por el ICeDel de la Municipalidad, en 2001 se llegaba a las 83.667 personas. Y ese mismo organismo oficial en 2010 estimó la población en 99.150 habitantes, difiriendo bastante con las 92.945 del censo que nos ocupa de esa misma fecha. Y más todavía, pues ese mismo organismo municipal daba cuenta en 2012 que la ciudad ya contaba con 102.000 habitantes.
Lo cierto, y más allá de estas elucubraciones, debemos concluir que la importancia y verdadera utilidad de los censos es que se conozcan rápidamente los resultados. En buena medida por los datos demográficos, pero esencialmente por los relacionados con otras áreas, como las condiciones económicas de los núcleos familiares, que son justamente las que permiten establecer con mayor grado de certeza las políticas sociales.
Cómo vivimos tiempos en que todo es tan rápidamente cambiante, pruebas al canto con las volteretas de la densidad demográfica, es que insistimos en que la verdadera utilidad de un censo es cuando sus resultados se disponen en tiempo y forma, con cierta agilidad. Que casi tres años después recién se comiencen a conocer los resultados, es una verdadera torpeza, que devalúa el trabajo y esfuerzo que significa hacer un estudio de esta naturaleza cubriendo toda la geografía nacional. Aunque en realidad, y para ser sinceros, la seriedad en la recolección de datos de este censo, dejó bastante que desear, al menos en ciertas situaciones que trascendieron en dicha oportunidad.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.