Por Silvia Peralta
A través del tiempo el hombre se asimila a la tecnología de turno. En la era industrial era útil ver que funcionaba como una máquina. En la cultura PC, al ser humano no se lo puede ver como antes, pura materia. Igual que en la computadora, es útil distinguir que hay una dupla hardware-software. Beneficia saber que la parte sólida no es nada si no le acompaña la otra parte intangible, volátil ya que ambas deben accionar como un sistema integrado. No marchan en desintegración. Ni la computadora ni el hombre. Es el integrarse lo que hace que el sistema funcione. Las cosas van bien cuando existe armonía entre la parte externa y la interna. Funcionamos correctamente cuando se siente y se actúa en consecuencia. O cuando el cuerpo y el alma están consustanciados. La división produce malestar en el hombre. Y cuando la sensación de malestar es colectiva, esta anuncia que el paradigma seguido por ese grupo social es disfuncional. Esto es peligroso. Lo fue para la sociedad norteamericana. Y le llevó mucho superarlo, integrarse y avanzar.
Claro que eran otros tiempos más lentos. Fue casi a mediados del siglo XIX, entre los años 1861 y 1865 en lo que se llamó la Guerra de Secesión o Guerra Civil. Había dos realidades en conflicto. La del sur, agrícola y de fundamentalismo esclavista. La del norte industrial, liberal y empresario. En esa contienda entre hermanos -a sus cuarenta años- participó quien es considerado el poeta máximo de los Estados Unidos. Pero Walt Whitman no luchaba. Actuaba como enfermero o, como el mismo se calificaría, “curador de heridas”. Su visión de hermandad era estratégica en ese momento histórico de enfrentamientos económicos y resentimientos que culminarían con el asesinato del Presidente Lincoln. Por supuesto que Whitman (de corazón norteño) era un pacifista y pregonaba la igualdad con los negros.
Whitman como autor y desde el título de su poemario, había reverenciado a las “Hojas de hierba” como lo más simple y sano entre las cosas vivientes. Para él son un verdadero ejemplo a seguir. En su visión, si el ser humano hace que su parte espiritual alcance armónica sintonía, los hombres se potencian y logran –tal cual las hojas de hierba- bienestar comunitario e incluso deleite en la vida. Por lo tanto hacer sintonía fina con la parte intangible o espiritual no solo es beneficioso porque da integridad personal. Sino también da integridad colectiva, sensación de comunidad. Lo hace porque el cuerpo consustanciado con el alma sobrepasa las fronteras del “yo”, disuelve las diferencias y así se extiende hacia el otro, incluyéndolo.
Así una sociedad sí puede funcionar como sistema evolucionando rápidamente. ¿Por qué? Porque la integración cuerpo-alma pone al ser humano en contacto con su esencia vital, que es nada menos que la energía divina de la Creación. Por lo tanto esa frecuencia de bienestar superador, al ponerse en sintonía fina con otro ser humano, hace que este pueda interpretarla. Ahí se puede accionar de consuno y ser más efectivos al generar sinergia. La unión se da como con la música que cuando nos gusta, nos integra y nos da bienestar. Y sin quererlo nos unimos en sanadora alegría compartida. Porque es esa sensación de disfrute espiritual lo que causa la unión. Y tal como lo hacen las hojas de hierba, acompasadamente, se existe sin divisiones. En armonía, en una –a decir de Whitman- “community of love”.
La visión de comunidad del poeta era demasiado radical para su época. ¿Los esclavistas iban a aceptar negros? ¿Integrados en armonía, como las “hojas de hierba”? ¡Ridículo! Las heridas seguían abiertas. Un paso hacia la integración se dio por necesidad de los blancos. En la guerra del 40 se corroboró la fuerza de la sinergia. Los negros fueron “un soldado más” en el frente y un operario más en las fábricas de armamentos colaborando con su patria. Fue un punto de quiebre. Habían triunfado pues accionaron juntos, sin divisiones. De igual a igual. Para seguir ganando deberían seguir unidos, pero en la economía. América se hiper-industrializó. Y se transformó en sucesor de Gran Bretaña en el liderazgo mundial.
El otro paso a la integración se dio gracias al natural talento musical de los negros. Fue una unión causada por un compartido disfrute del alma. Primero fueron el jazz y los blues. Luego esa música típicamente negra devino en el “rock´n roll”. La alegría en común integraba a la sociedad. La audiencia cantó y bailó disfrutando sin distinción de piel. La música reunía, sanadoramente. Mientras tanto en los 1960 la visión de Whitman fue retomada por la subcultura hippy que -a través de su vida en comunidades o “communes”- se aprestaron a hacer realidad la “community of love”. Lo malo fue que, con el fin de integrarse, experimentaron con drogas. Lo bueno fue que dicha búsqueda los llevó a hacer sintonía fina con una gran energía creativa. Así ocurrió con algunos ex hippies como Steve Jobs, un genio que décadas después cambiaría al mundo.
Ese mundo hoy está a un paso de la era post PC, post división hardware-software. Está llegando a la era everyware o de la computación ubicua. La integración al ser humano será total. Paradojalmente por acá, los seres humanos de este país, andamos bastante des-integrados y el miedo cada vez nos divide más. Así no es fácil visionarse produciendo sinergia. Es cierto que como sociedad muy lentamente fuimos avanzando. También como los afroamericanos venimos de un pasado sangriento. Además muchas oportunidades de integración, no hemos tenido. Por el contrario. Agradezcamos no tener más asesinatos colectivos y el haber aprendido a no querer más golpes de estado.
Tal vez este sea un buen momento para conectarnos sanadoramente. Y reflexionar que los paradigmas que nos instan a seguir desintegrados, son producto de súper estructuras que han quedado como emergentes de ese pasado de enfrentamientos. Pero eso es pasado. Ya fue. ¡Así que basta de recordar cruentas divisiones por favor, que al fin y al cabo en el devenir, todos somos simples hoja de hierba compartiendo un brevísimo aquí y ahora! Tal vez sea este un buen momento para asirnos de otras oportunidades que nos integren y nos encaminen para funcionar como un sistema social evolutivo. Afortunadamente los tiempos son más rápidos. Así que dejemos de luchar entre nosotros y transformémonos en nuestros propios curadores cotidianos. Que –echando por tierra al pesimismo circundante- nos impulse a empezar focalizándonos desde nuestro interior en que cada día, nos sintamos bien. Lo cual es estratégico. Porque en ese bienestar nace la energía divina de la Creación. Nace allí la integración cuerpo-alma. Ahí está nuestro hardware-software en unidad. Y también allí nace nuestra futura comunidad.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.