Por Roberto Actis
¿Qué pasa con la atención médica de los jubilados en Rafaela? Desde hace un tiempo, mediante denuncias hechas públicas a través de algunos de los centros que nuclean a los pasivos de la ciudad, y por una sucesión de situaciones expuestas por diversas maneras, como ser cartas de lectores, llamados al Opifón, o bien telefónicamente o en forma personal, se conocieron los problemas que enfrentan los jubilados en la ciudad.
Nadie quiere exponer su problema identificándose, cayendo en una excusa común: "si denuncio, yo después tengo que seguir atendiéndome y no quiero tener que enfrentarme con más problemas de los que tengo ahora". Pero lo cierto es que las situaciones en que se exponen anormalidades, como grandes demoras en la entrega de turnos para ser atendidos, escaso número de pacientes por día, cambios de consultorios, pocos días a la semana destinados con esa finalidad y con horarios reducidos, todo lo cual -poco más, poco menos- redunda en una cada vez más complicada atención de los pasivos.
Se ignora la veracidad de todas las denuncias expuestas y el alcance de las mismas, que en cierta medida pueden ser magnificadas, pero lo cierto es que existen. Y que se reiteran cada vez con mayor intensidad. Desde las páginas de LA OPINION ya hemos abordado el tema en varias ocasiones, pero sin embargo no se encuentran explicaciones, aún habiéndolas requerido, tanto aquí en Rafaela como en Santa Fe. "PAMI no contesta" es el eslogan que podría definir bastante acertadamente la situación expuesta.
Si no existen problemas, si todo está bien, ¿cuáles son las razones para no dar información? El silencio es absoluto, pero el problema cada vez va tomando dimensiones mayores, por lo cual sería un buen momento para que se salga con las aclaraciones que corresponda. El silencio, y tal vez la bajada de línea para no hablar, debe romperse.
Lo que cabe, es que se informe detallada y ampliamente sobre el nuevo sistema impuesto para la atención médica de los jubilados en Rafaela. El no hacerlo, es dar lugar a las sospechas de que algo está mal, que se han privilegiado otros intereses por sobre el de los pasivos.
Hace poco, una jubilada denunció en este Diario que la urna para depositar las recetas ubicada en el primer piso de la Clínica de la Ciudad significaba un problema para muchos pasivos, pues aún existiendo ascensor había muchos que no sabían utilizarlo o tenían inconvenientes por falta de visión. Ni hablar el padecimiento de subir escaleras en ese caso. Algo que tenía solución muy sencilla: dejar la urna en el primer piso si ese era el diagrama, pero ubicar otra en la planta baja. Con muy poco, se podía solucionar un inconveniente para la gente de avanzada edad y su escasa movilidad.
También en el caso de las consultas a los médicos de cabecera, que hoy es el problema mayor que tienen muchos jubilados que dependen del PAMI, podrían irse dando soluciones con pequeños cambios, con algunas modificaciones sencillas. ¿Por qué no escuchar el reclamo? ¿Por qué no difundir las medidas que se tomaron?
Hay horarios de atención de médicos de cabecera que son realmente desubicados -por calificarlos livianamente-, como por ejemplo de 13 a 16. ¿Usted imagina lo que es asistir a una consulta en ese horario en el mes de enero con temperaturas de 40 grados? Pocos pasivos tienen coche, y también les está alejada la posibilidad del remís por el costo que significa. Da la sensación que se ha privilegiado el interés de los médicos, que se esa manera no ven alterada la atención de su consultorio particular o bien de sus otras actividades. Insistimos, es una sospecha que nos fue deslizada por algunos de los que reclaman, si no es de esa manera que sea debidamente aclarado, por el interés de todos.
También hay turnos que se entregan con demoras que lo menos que puede decirse son insólitas, de hasta más de un mes. ¿Usted imagina ir al médico con un problema y que le digan que lo atenderá dentro de cuatro semanas? La única alternativa que les queda es ir al consultorio particular y pagar la consulta, alejada también de las posibilidades de quienes perciben el haber mínimo, que son el 73% del total de los pasivos.
Es cierto que los médicos cobran muy bajos aranceles por la atención de los jubilados, y eso está mal, debe sin dudas ajustarse a la realidad que vivimos. La "cápita", según dicen está muy desactualizada, pero nadie obliga a aceptar el convenio. Una vez firmado, se debe cumplir según las condiciones acordadas. Añadirle plus, como sucede con la mayoría de obras sociales, es un delito.
Y que no se diga que el arancel de los médicos no puede mejorarse "porque se descapitaliza el PAMI", una simple excusa. Fondos hay, pues desde la caja de la ANSeS salen fondos para pagar la asignación universal por hijos, las computadoras, la financiación de las viviendas del PROCREAR, más otra diversidad de préstamos entre los que hubo 600 millones para el pago del medio aguinaldo de los agentes de la provincia de Buenos Aires el año pasado. Entre otros. Un manejo que en realidad registra absurdos incomparables, cuando en realidad este dinero acumulado en esa caja debe ser destinado íntegramente en beneficio de los jubilados, y si no alcanza para el 82% móvil, pues entonces que alcance para que tengan una mejor atención de su salud, ampliando el gasto que destina a la misma. En el cual se debe contar el mejor pago posible a los médicos, para que puedan destinar más tiempo y por lo tanto mejor atención a los jubilados.
Cerramos estas reflexiones con una frase de Jorge Bergoglio, antes de ser el Papa Francisco: "Un pueblo que no cuida a niños y ancianos es decadente". En eso estamos.
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