Saltar menú de navegación Teclas de acceso rápido
Notas de Opinión Sábado 19 de Noviembre de 2011

El dólar y el juego de propuestas anónimas

Leer mas ...

Rodolfo Terragno (*)

Por Rodolfo Terragno (*)


El reglamento dice así: Primero: Las obras serán firmadas con pseudónimo. Segundo: Cada autor entregará, junto con su obra, un sobre cerrado y lacrado, dentro del cual estará su verdadero nombre. Tercero: El jurado evaluará las obras recibidas sin saber quiénes son sus autores. Cuarto: Una vez que el jurado elija la ganadora, se abrirá el sobre y se sabrá quién es el autor.

Ese reglamento es de un concurso literario; pero valdría usarlo para juzgar opiniones o propuestas políticas. Obligaría, en cada caso, a analizar que se dice, desconociendo quién lo dice.

El pensamiento anónimo sustituiría el prejuicio por el juicio.

Hace días expuse en este Diario una tesis: cuando se abarata artificialmente el dólar, se domina la inflación; pero tarde o temprano la producción se resiente y, si la falsa paridad no se corrige a tiempo, fatalmente se termina en una crisis que, en algunos casos, puede sacudir con mucha fuerza a la sociedad.

Recordé entonces que las sobrevaluación del peso (o, lo que es lo mismo, el abaratamiento del dólar) había sido empleada, con distinta intensidad y resultados, por sucesivos gobiernos. Así tuvimos: el crawling peg, conocido entre nosotros como "la tablita"; o el cambio de moneda, que incrementó un tanto su valor; o una caja de conversión a la cual llamamos "convertibilidad; o, en los años recientes, la paridad administrada por el Banco Central a fin de obtener una revaluación controlada.

Aquel artículo tenía un solo propósito: prevenir la reincidencia en políticas antiinflacionarias que suponen la sobrevaluación del peso.

El titulo aludía a la "maldición" del dólar. Procuraba decir, metafóricamente, que cuando se lo "irrita" quitándole valor, el "verde" se "venga", destrozando la economía.

Dada la crisis cambiaria actual, la frase "maldición del dólar" tuvo una respuesta que no guardaba relación con la tesis expuesta en el texto.

Hubo opositores que celebraron el artículo porque -sin advertir que la crítica también alcanzaba a gobiernos anteriores. Lo interpretaron como un disparo contra el actual oficialismo.

Hubo, a la vez, partidarios de este gobierno que, por entenderlo del mismo modo, lo condenaron. Tuvieron en cuenta, además, un par de circunstancias "agravantes": yo soy opositor, y el diario donde publiqué es Clarín, al que se le atribuye un intento desestabilizador en cada línea que imprime.

La tesis no toleraba dicotomías: lo dijera quien lo dijese, y se publicara donde se publicase, la sobrevaluación era un boomerang. Pocos se dedicaron a desentrañar si esta afirmación era verdadera o falsa.

Una vez más, analizar el "quién", en vez del "qué", amenazaba con llevar a situaciones indeseables.

En el terreno cambiario, las interpretaciones erradas queman las luces amarillas y hacen que, llegada la crisis, se quiera explicarla por medio de improcedentes explicaciones políticas.

¿Cuántos advirtieron, en 2001, que el derrumbe lo había causado la explosión de la convertibilidad? Unos lo atribuyeron a un vacío de poder, resultado de un Presidente inepto o de una crisis en la alianza gobernante. Otros, a un complot urdido por la oposición. Algunos, a la insuficiencia de los ajustes practicados. Muchos, a la avidez salarial de los sindicatos.

Ni siquiera se reconoció lo ocurrido cuando, producida la devaluación (aunque tardía y traumática) el país volvió a crecer. Se sostuvo entonces que las alzas del producto bruto se debían, únicamente, a las del precio internacional de las materias primas.

La situación es, hoy, mucho más benigna que la de 2001; pero, aun así, un exceso de confianza llevaría al desencanto de quienes hoy creen que hemos tocado el cielo con las manos.

El efecto de la revaluación es, ahora, menos dañino que otras veces. Los altos precios de la soja y otros productos garantizan utilidades suficientes, en el sector agroexportador, para asimilar la pérdida de competitividad. Sin embargo, el peso fuerte amenaza con un alud de importaciones. Las restricciones al ingreso de mercaderías no obedecen sólo a la arbitrariedad y los abusos de un secretario: constituyen una política destinada a contrarrestar, al menos por un tiempo, los efectos del retraso cambiario.

Como siempre, los efectos narcóticos de la sobrevaluación han enmascarado las verdaderas causas del proceso inflacionario. Que no son ni el gasto público, ni la liquidez, ni los ajustes salariales, pero sí el dispendio oficial, el descontrol monetario y la falta de correlación entre salario y productividad.

¿Cuántos advierten, hoy, que la compraventa de divisas, practicada por la autoridad monetaria, ha revaluado el peso? Unos creen que la crisis actual obedece al gasto político y la corrupción. Otros, a la conspiración de ciertas corporaciones, al rencor de los opositores y la acción disociadora de algunos medios.

El diagnóstico correcto es imprescindible, a los fines de escoger la terapéutica eficaz. Hoy, la devaluación no sería un remedio. A diferencia de lo que ocurría una década atrás cuando el país acababa de sufrir cuatro años de recesión ahora no hay capacidad instalada ociosa. En estas condiciones, devaluar sería realimentar la inflación y perder, en poco tiempo, las ventajas de la nueva paridad.

A la vez, restringir el dispendio, regular los medios de pago y premiar la productividad, son medidas de elevado "costo político". El gobierno sugirió que está dispuesto a asumir parte de esos costos cuando redujo, días atrás, los fatídicos subsidios, que le consumían al fisco 14 millones de pesos por hora. Falta saber hasta dónde podrán y querrán las autoridades avanzar por ese camino.

Si no se hace un análisis desapasionado y atemporal de los efectos de jugar con el dólar para sujetar los precios internos, estaremos expuestos a la reiteración de una práctica que nos ha metido en una montaña rusa, en la cual la propia inflación -y la economía, en general- suben y bajan abruptamente.



Seguí a Diario La Opinión de Rafaela en google newa

Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.

Te puede interesar

Teclas de acceso