Por Roberto Actis
Estas dos semanas posteriores al duro revés electoral que significaron para el gobierno las primarias, han dejado la impresión que las huellas no son demasiado profundas, pues en lugar de hacer algunas revisiones como aconsejarían las circunstancias si es que en realidad el objetivo es tratar de revertir el resultado en las generales de octubre, lo que se ha hecho es ratificar todo lo que se ha venido haciendo, incluso lo equivocado, al parecer sin considerar demasiado en serio los 4 millones de votos que se les fugaron del declamado 54%. Es que, al fin de cuentas y tal como dijo el profundo y sensitivo pensador político Aníbal Fernández, "los votos me importan un carajo", con cierta aproximación a los dichos presidenciales en que la gente se había equivocado en votar como lo hizo.
El encuentro de Río Gallegos con empresarios y sindicalistas, convocado como una forma de mostrar cierta apertura tras la derrota electoral, fue una reedición bastante parecida cuando luego del revés de 2009 se convocó a un diálogo político absolutamente vacío de contenido, que al fin de cuentas fue nada más que una forma de ganar tiempo y poder recomponer estrategias. Por empezar, como la jefa de Estado suele decirse "presidenta de los 40 millones de argentinos", esa convocatoria debió ser para todos, siendo en cambio marcada la ausencia del campo -el gran abastecedor de recursos para el Estado- y las organizaciones gremiales críticas, pero además, y como para no dejar ningún resquicio de dudas sobre lo que se trataba, la presidenta recibió a los invitados con un discurso en el cual dejó claro que se continuaría sin ninguna clase de cambios. ¿A qué vinimos entonces? se habrá preguntado más de uno, quedando la sensación que fue sólo otra instancia más de esta clase de encuentros armados a medida, similar al de los aplaudidores, aunque en este caso algo más ampliado.
Ocurrieron allí algunos hechos que aunque anecdóticos, dejan planteados serios interrogantes. Parecidos a la exaltación de las victorias en la Antártida y en la comunidad Qom de Formosa. Acaso, ¿usted imaginó alguna vez que estamos mejor que Australia y Canadá? Sin entrar a marear con tantos datos, muchas veces rebuscados, tomemos por ejemplo sólo la inflación: en Canadá 1,5%, en Australia 1,8%. Aquí en cambio estos datos ni siquiera los conocemos con certeza por la truchada del INDEC. Esta parece ser ahora la onda de las comparaciones, pues como para hacer su aporte, la ministra Débora Giorgi dijo que la industria argentina en el lapso 2007-2012 creció más que en Estados Unidos, la Unión Europea, Brasil y México. Mi abuelo José hubiese dicho "Chupáte esa mandarina!"
Pero el desliz más notable de la semana, merecedor de la medalla de oro, se lo llevó sin ninguna duda la embajadora Alicia Castro, azafata de profesión y luego gremialista, quien por estas cosas de amistad y lealtades terminó siendo embajadora, sólo eso ya que de diplomática tiene poco. Es que aún representando al país en Londres -luego de una recordada estancia en Venezuela-, no tuvo reparos en calificar al premier británico David Cameron de "tonto", "bobo" e "ineficaz", aunque claro, una vez advertida del exabrupto pidió disculpas y dijo que la sacaron de contexto. ¿De qué contexto? A esta altura utilizar esa excusa es indicativo de una clara incapacidad personal. Si esta es nuestra diplomacia, es mejor evitar toda clase de conflictos, pues estamos con enorme desventaja frente a cualquiera que tengamos enfrente.
De aquí al 27 de octubre nos aguarda un tiempo en el cual los acontecimientos pueden resultar bastante previsibles, con muchas cosas en juego que van más allá de las bancas de diputados, el "fin de ciclo" por ejemplo, pero esencialmente la elección presidencial de 2015. Allí tienen la vista fija Daniel Scioli, quien abandonó la impavidez para alinearse con todo a los K esperando ser señalado por el dedo de Cristina para la candidatura, aunque su futuro puede entrar en un deslizamiento por el tobogán, y además como principal responsable de la derrota si es que Sergio Massa estira la diferencia. El intendente de Tigre, no quiere hablar de 2015 pero se comporta más como candidato a presidente que a legislador. Y finalmente la señora Cristina Fernández, quien tal vez produzca alguna sorpresa con un nuevo intento, ya que no es de las que se resigna fácilmente, más bien todo lo contrario. ¿De qué manera? pues alguna puede aparecer en el universo kirchnerista.
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