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Notas de Opinión Martes 6 de Diciembre de 2011

El pragmatismo

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Arturo Ramo García (*)

Por Arturo Ramo García (*)

Esta palabra se utiliza para significar cosas distintas. Un comentario deportivo escribía: “El Valencia impone su pragmatismo en el Sadar”, es decir puso todos los medios eficaces para conseguir un resultado positivo. En este sentido se puede considerar el pragmatismo como la propensión a adaptarse a las condiciones reales.

Podríamos distinguir dos significados a esa palabra. Un pragmatismo filosófico y otro relativista o vulgar.

El filosófico ha sido desarrollado por Charles S. Pierce, Wiliam James y John Dewey entre otros. Reconoce la validez de las cuestiones tradicionales vinculadas a la verdad de las prácticas cognitivas y sobre esta base trata de reconstruir la filosofía, partiendo de las nociones de objetividad y de verdad.

El pragmatismo relativista o vulgar está ligado a la falta de principios, astucia, cinismo y mera eficacia material. Parece que es bastante frecuente en ciertos empresarios y políticos.

Una publicidad manipuladora, sin ninguna consideración moral, puede conseguir beneficios empresariales, aunque sea engañando a los consumidores o creando necesidades artificiales.

Para ciertos políticos todas las opiniones valen lo mismo, es decir, nada y las verdades como tales no existen. Sólo tienen el valor en función de los votos que consiguen. Así observamos que cuando se le pregunta a un político sobre un hecho concreto, ordinariamente no contesta a lo que se le pregunta sino que da una contestación con una o varias frases bien construidas que buscan crear buena imagen para su persona o su partido sin considerar si lo que dice es verdad o mentira. No se busca la realidad de los hechos sino dar buena impresión para quedar bien ante los oyentes y buscar su voto. Hablando de esto con un amigo político me aseguraba que en sus escuelas de verano les enseñaban las técnicas de responder a los medios de comunicación con argumentos que favorecieran al partido y sus actuaciones públicas, sin tener en cuenta si su discurso se ajustaba a la realidad o no. Este pragmatismo relativista está fundamentando las relaciones sociales sobre la mentira y crea una desconfianza radical de los políticos, que en muchas encuestas es de los colectivos peor valorados.

Se comprende la necesidad de fundamentar la política y las relaciones humanas sobre la realidad y decir siempre la verdad de lo que pensamos y sentimos.


(*) Foro Independiente de Opinión (España).

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