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Notas de Opinión Sábado 15 de Junio de 2013

El regreso de las parteras

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Edith Michelotti (*)

Por Edith Michelotti (*)



Era ella. La imprescindible trabajadora del buen nacer. La partera. Por milenios venía desempeñando una de las tareas más importantes en la historia de la humanidad. Donde ella actuaba, la mujer arribaba a un parto normal, exceptuando una complicación de escasas estadísticas. Formando parte del equipo de salud, brindaba su tiempo, sabedora que en el saber esperar, saber hacer y saber decidir, reposaba la llave del éxito.

El niño atravesaba el sendero casi mágico, latente en el cuerpo de su mamá, y saludaba en su llegada con un llanto innovador. La madre agradecía el respeto con el que se atendía su parto, el padre reposaba su angustia y la partera sonreía regocijada.

El preciado momento se daba cita con la vida en los términos de absoluta naturalidad, que la partera, como cómplice perfecta permitía, formando con el médico una dupla impecable.

Así deambulaba la obstetricia hasta que en algunos lugares de nuestro país, todo cambió. La sociedad en su conjunto se pregunta por qué.

En la provincia de Santa Fe en el año 1979 la carrera de Obstetricia se suspendió para su reestructuración y próxima reapertura. Transitamos el 2013 y continúa cerrada, pese a los denodados esfuerzos de los Colegios de Obstetras de 1ª. y 2ª. Circunscripción. Resulta incomprensible. Los médicos obstetras fueron ocupando los cargos en la salud pública que dejaban libres las parteras que se jubilaban. En los servicios privados también se los convocó. Y así, poco a poco se intentó reemplazar un espacio irreemplazable. La historia de los tiempos lo demuestra. La sociedad lo reclama.

La pareja argentina de hoy, intimidada por el incremento del número de cesáreas, atemorizada por considerar agresivo el tratamiento que se le da al trabajo de parto, ha comenzado a experimentar una especie de falta de respeto en la atención de un acontecimiento natural y familiar. Muchas de ellas optan por un parto en sus domicilios. No es bueno. Debemos contarles que arriesgan inútilmente la vida de la madre y del niño. Los que hemos hecho partos toda una vida, podemos asegurar que en algunas circunstancias, los minutos cuentan para preservar la vida de ambos. 

La solución de esta problemática que seguramente no se buscó, pero se instaló equívocamente, radica en la reintegración de la partera en el equipo de salud. Así de simple.

Sabemos que desde el comienzo de la gestación la mujer debe concurrir al hospital público o privado, controlarse, cuidarse, dado que a través de ella, se forja el niño que es el futuro de una nación. Por ello la presencia de la partera en la atención primaria de la salud, se impone. 

En países como India, por citar uno entre tantos, donde no se cuenta con el número necesario de estas profesionales, la morbi mortalidad es muy alta.

En la Argentina, provincias como Buenos Aires, Entre Ríos, Mendoza, Chaco, cuentan con la carrera de Obstetricia en diferentes Universidades. De ella emergen cada año parteras idóneas preparadas de acuerdo al paso de los tiempos, integrándose al quehacer de las maternidades con todo su profesionalismo y su deliciosa humanidad.

Concluyo dejando mis pensamientos atravesados por cincuenta años de ejercicio de la obstetricia.

La Partera, Obstétrica, Licenciada en Obstetricia, o como gusten llamarla, debe formar parte del equipo de salud, participar junto al médico obstetra, el neonatólogo y el pediatra, en el correcto control de la embarazada, la preparación de la pareja, el respeto al parto, el control adecuado del puerperio y la orientación hacia una lactancia materna primordial.

Cuando la vida se anuncia, todo el equipo debe ponerse en marcha. 

Padre, madre, familia, médicos, partera. Es la hora de cambiar algunos conceptos.

Cuando hablamos de un futuro mejor para los hombres del mañana, debemos volver a las fuentes. Comencemos entonces por respetar la naturalidad de su nacimiento.



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