Por Dr. Jorge Nihoul
El actual sistema electoral podría llamarse: “El Gobierno de las minorías”. Esto explica que la oposición “dividida”, “atomizada”, se vea obligada a “unirse” con alianzas que nunca podrían exhibir las ventajas de un Gobierno poseedor de recursos de publicidad privilegiados.
La existencia de múltiples candidatos habla a favor de la pluralidad, de lo que es natural de la democracia, pero todos, sean politólogos o gente común, califican a esa pluralidad con el rótulo de anarquía, de excesos de ambiciones personales, de falta de consenso, de discordia. Y todo eso genera desconfianza en los ciudadanos.
Por esta razón, cabe preguntar: ¿Por qué se clama por el bipartidismo? ¿Acaso esta alternativa es demostración de diversidad, de libertad democrática, o, por el contrario, induce a las antinomias, a una suerte de maniqueísmo presocrático?
En respuesta a estos interrogantes es válido proponer algo mejor. La elección debería ser siempre de doble vuelta, a realizarse entre el primero y el segundo. Así se evitaría el acceso al poder de quienes sólo representan, primigeniamente, una minoría del electorado. Kirchner asumió el poder con sólo el 22 por ciento de votos, aunque lo ejerció omnímodamente.
Por lo demás deberían no existir las encuestas, que sólo sirven para orientar el voto de quienes nada saben discernir, a quienes uno y otro candidato les da lo mismo, pero en razón de preferir sentirse “ganadores” optan por quien aventaje en las encuestas..
Dr. Jorge Nihoul (Córdoba)
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