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Notas de Opinión Martes 22 de Abril de 2014

Embarazo adolescente

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Edith Michelotti (*)

Por Edith Michelotti (*)

En la pubertad la niña transita una transformación importante que la conduce a la adolescencia y luego, al adulto joven. Sus modificaciones la sorprenden y confunden. Su cuerpo es un todo generalizado que parece desafiarla. Su mente le cuenta novedades palpables, sorprendentes. Su fisiología cambia. Cambia como un torbellino imparable en búsqueda de una perfección natural. El fenómeno es sencillamente fantástico. La niña va dejando una estela magnífica que día a día cede el paso a la mujer.

Los cambios han sido estudiados por años, por médicos, especialistas, psicólogos, educadores. Hoy en el 2014 hemos arribado a conclusiones óptimas para acompañar esa trayectoria de la mejor manera posible.

La niña suma centímetros a su altura. Primero en sus extremidades que se presentan en una breve etapa de desarmonía con el resto del tronco de evolución más lenta. Sus ovarios impulsados por glándulas (hipófisis, colocada en la base del cerebro) despiertan en un amanecer prolífico dando movilidad a sus hormonas que recorren el torrente sanguíneo con un aire desafiante de femineidad. La cintura se demarca, los pechos insinúan su futura grandeza, el pubis se tiñe de un vello suave, arrullador. La menstruación anuncia una fertilidad posible. Ella cambia intereses, interrogantes, modos, posturas, maquillaje, peinados. El deseo sexual, novedoso, la va conmoviendo poco a poco.

Podemos observar que es una etapa de transformación, psicofísica, hormonal, emocional, cultural.

Los ovarios al abandonar el letargo, permiten la maduración de los folículos de De Graff que abandonarán mensualmente su antiguo hábitat, produciéndose la ovulación.

Y es allí cuando el óvulo maduro buscará su camino hacia las trompas de Falopio en búsqueda del natural encuentro con el espermatozoide para transformarse en huevo o cigoto y seguir su rumbo hacia el endometrio que lo aguarda espléndido para su desarrollo.

Si bien existen particularidades, la niña en general comienza este ciclo alrededor de los 11 años de edad. Extraña paradoja de la naturaleza, ya que su desarrollo púber no ha concluido y sin embargo está en condiciones de quedar embarazada.

Ni su intelecto ni su cuerpo han terminado de madurar, por lo cual desde el punto de vista de ambos, madre y niño, el embarazo es más que inoportuno.

Para la madre, porque es una niña con intereses naturales de su edad y un cuerpo que aún no ha terminado de formarse. Para el bebé porque necesita una madre con todo lo que ello significa.

La educación juega aquí un rol importantísimo.

Los padres, maestros, la sociedad en su conjunto, debemos estar preparados para escoltarla en estos cambios imparables.

Durante el largo ejercicio de mi profesión, las he visto. Poseen un total y natural desconocimiento de lo que significa la maternidad, la crianza de un hijo. Ante el agotamiento y la incomprensión de la tarea, casi siempre en soledad porque el padre es otro joven que actuó a destiempo, derivan la responsabilidad en otras personas, generalmente sus propias madres, convertidas en abuelas muy jóvenes. No ha sido nada extraño tener en mi consultorio a la madre y a la hija, embarazadas simultáneamente.

Uno de los más preciados milagros que nos da la vida, son los hijos. Por ello es bueno que lleguen cuando estamos preparados.

¿Y cuándo estamos preparados? Cuando nosotros así lo creemos y así lo sentimos. Cuando nuestro raciocinio ha madurado lo suficiente para discernir y nuestro cuerpo lo suficiente para albergarlo. Cuando el amor y el respeto en la pareja nos permite criarlo en el ambiente indicado.

No cuando la jovencita toma como un juego moderno su abultada pancita gestante, ignorando por completo que su hijo la va a necesitar íntegra, madura, conciente, durante toda una vida.

Por todo ello, dicté talleres de educación sexual en escuelas marginales durante más de 20 años. Para jóvenes y para padres.

Considero que educar a nuestras niñas en este aspecto, explicándoles la verdadera significancia de un hijo, la importancia de que llegue al mundo en el momento apropiado, es algo que no debe ser tratado a la ligera.

Y por ningún motivo debe ser estimulada su temprana maternidad.

Pensar en esto, es pensar en un país superador.

Esa debe ser una de nuestras tareas más importantes.



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