Por Roberto Actis
Mientras la presidenta Cristina continúa manteniendo en vilo a casi todo el marco político respecto a su participación en las elecciones de octubre para ir por la reelección, y tiene casi en estado de desesperación a sus adláteres, avenidos cristinistas de última hora que la "quieren un poco más que antes" -como ella misma lo definió- que fueron cubriendo espacios, y por lo tanto desalojando a algunos otros que vienen cediendo influencia desde la muerte de Néstor Kirchner, este domingo tendremos la primera batalla electoral del calendario anual. Será en Catamarca, donde al decir de las encuestas, existe un final abierto entre el radical Brizuela del Moral, actual gobernador que irá por la reelección, y la candidata kirchnerista Lucía Corpacci, que vino creciendo bajo el influjo de la presidenta. Aunque casi siempre, en estos finales suele ganar quien está en el Gobierno, pero veremos.
Es el primer distrito que define sus autoridades, esperándose con cierta ansiedad, aun cuando gane quién gane no le cambie la vida a nadie, salvo, y sólo tal vez, a los propios catamarqueños.
Esa Provincia del paisaje es gobernada desde hace dos décadas por el Frente Cívico y Social, que hasta un par de meses atrás tenía en las encuestas una ventaja de casi 20 puntos que parecía indescontable. Pero hoy, sobre el mismo filo de la asistencia a las urnas, la cuestión está mucho más equilibrada, a tal punto que en el mismo Frente deslizan optimismo, pero admiten que no será tan sencillo como se pensaba.
¿Saben cuánto significan los votos de Catamarca en el padrón nacional? Pues no llegan al uno por ciento. Desde el volumen, insignificante, pero en cambio el levantar el telón del escenario electoral le otorga una especial trascendencia, ya que de ahí se deducirán todas las lecturas, análisis e interpretaciones. Y quizás, sea el primero de los escalones para ir anticipando algunas decisiones, por ejemplo que modifique el "veremos" de la Presidenta, aun cuando al momento y según vienen dándose los hechos, los únicos que deben tener dudas sobre su candidatura son Duhalde y la Carrió. Es que la campaña, es cosa de todos los días, apuntando especialmente a los grandes distritos electorales que le son esquivos, por ejemplo la ciudad de Buenos Aires -donde además de Filmus se los mandó a jugar a dos ministros como Boudou y Tomada-, o el caso de nuestra provincia de Santa Fe, donde se logró cierto nivel de prolijidad en un PJ que estaba destartalado. Córdoba completa el grupo de distritos díscolos, donde poner de pie al kirchnerismo parece mucho más complicado por el calibre de los resucitados y algunos lastres como el súper procesado Jaime.
Dejemos las especulaciones electorales, aun cuando sean el tema dominante y muy poco de lo que sucede ahora no tenga vinculación con las urnas, ya que en realidad lo ocurrido en Salta es para aquella legendaria columna de Ripley "Créase o no". Es que el joven gobernador Juan Urtubey, quien integra el lote de la renovación dirigencial que tanta expectativa genera -esa misma en que se deposita esperanza por el futuro más cercano-, se mandó una que pertenece al pasado, pues imitando lo que sucedió con Perón y Evita en los textos escolares de los años 50, sacó un manual con su fotografía en la tapa junto a un niño salteño. La oleada de críticas y negativa repercusión, obligó a una rápida retirada del libro. ¿La excusa? pues que esa tapa era una prueba de impresión. Parecido a la prueba que hizo Martín García en la agencia Telam con su portal en la web, pasándose de rosca e incluyendo la figura del "Néstornauta". Fue una prueba, respondió ante el enojo de la Presidenta.
Tal vez, sería mucho más provechoso, que Urtubey en lugar de querer ganar popularidad con su foto en la tapa de un manual escolar, dedicara su ingenio y más que nada parte de sus recursos para asistir a la comunidad aborigen de su Provincia, diezmada por la hambruna. Una situación que, puesta en la difusión pública, le significó un baldón del que seguro le costará alejarse. Cosas así, nada menos que chicos muriéndose por desnutrición, no pasan rápido al archivo de la memoria.
En tanto, todo sigue andando, con la imagen de dos países que parecen estar conviviendo al unísono el mismo tiempo. Uno, el que muestran las estadísticas oficiales, con crecimiento sostenido, récord de consumo, turismo en su máximo nivel histórico, desempleo en retirada, pobreza en baja e inflación en su mínima expresión "morenista". El otro, con inflación del 30% -que es la de góndola, uno de pocos temas en que discrepa Moyano con el Gobierno-, superávit maquillado, pobreza en expansión, junto a sostenidos reclamos sociales. Tal vez no sea ni tanto ni tan poco, como trata de hacer ver según quién lo describe.
Aunque, en realidad, y frente a sucesos como el terremoto y tsunami de Japón, todas estas cosas pasan a ser nimiedades. Pero claro, en poquísimo más pasarán otra vez a ocupar el centro del escenario.
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