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Notas de Opinión Domingo 22 de Abril de 2018

Enemigo Nº 1

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Roberto Actis

Por Roberto Actis

"No es lo que esperábamos, estamos preocupados". ¿A quién corresponden estas palabras? Pues nada menos que al presidente del Banco Central Federico Sturzenegger, uno de los hombres clave del equipo económico. Tal reflexión fue después de conocerse el 2,3 por ciento del mes de marzo. Y por si faltara algo, tras anunciar que es probable una nueva alza de la tasa de interés para apretar un poco más el torniquete sobre la economía -lo que se conoce como "enfriamiento"-, se despachó diciendo "confiamos que en mayo va a empezar a bajar la inflación".

Tales definiciones, si es que debían aportar un poco de tranquilidad dentro del tembladeral que significan estos números que suman 6,7 por ciento sólo para el primer trimestre del año, haciendo añicos la previsión de los 15 puntos para todo el año, tuvieron un efecto exactamente inverso. Los preocupados somos todos nosotros, los del llano, los que estamos confiando en que todo comience de una vez por todas a ordenarse, que la gente pueda llegar con cierto decoro a fin de mes, que la pobreza baje en serio, que las inversiones vengan de una buena vez, que haya trabajo, ¿demasiado ambicioso? Pues no tanto, es que junto a eso también se pretende, con razón y seguramente con mayor énfasis todavía, que haya seguridad y se pueda salir con cierta tranquilidad a la calle -nada del otro mundo-, que vaya desapareciendo la droga, que los delincuentes dejen de pasar por la puerta giratoria, para lo que necesitamos de una justicia que brilla por ausencia, y la lista sigue. Ah, de paso, también que uno no deba caerse de espaldas cuando recibe la boleta de la luz, aunque esta es otra historia, mejor dicho de otro nivel de responsabilidad solucionarlo, aunque parte del mismo problema.

El estamos preocupados o tener confianza en que mayo empiece a bajar la inflación, son simplemente expresión de deseos, y esta cuestión de la inflación requiere mucho más que eso. ¿Otra falla de comunicación? Queda a la vista que son demasiadas, y que sumadas unas a las otras, generan efectos inversos. 

La gente exige y tiene razón en hacerlo. Si falta tiempo, recién ahora lo están diciendo claramente, habiendo quedado bastante atrás ese primer semestre de 2016 que iba a ser el más duro, o "lo peor ya pasó" del presidente Macri, más reciente. Esas impresiones, o quizás exceso de confianza de sus propias posibilidades -recordemos también la calificación del mejor equipo de gobierno de los últimos 50 años- aumentaron el nivel de exigencia sobre los resultados. Si en cambio se hubiese anticipado la necesidad de todo un mandato de 4 años para poner la casa en orden, distinto sería hoy el nivel de reclamo. Pero bueno, recordemos que aquí también tenemos elecciones muy seguido y la necesidad de sostenerse hace decir cosas luego difíciles de cumplir, pudiéndose recordar los salariazos -"si les decía lo que iba a hacer no me votaban", Menem-, o que sólo con la democracia no se come, se cura y se educa, o la promesa de mayor institucionalidad de CFK cambiada luego por el "vamos por todo" que significó el comienzo del derrumbe. 

¿Por qué no miramos a los vecinos? ¿Qué han hecho y cómo les fue? Brasil, Chile, Uruguay, Bolivia, Perú, lograron reducir drásticamente los índices, al extremo que la mensual nuestra está cerca de la anual de ellos. Copiar y hacer buena letra, y los problemas que puedan derivar de las medidas, afrontarlos como corresponde hacerlo a quien gobierna. 

Observemos la otra cara de la moneda, donde Venezuela tuvo en marzo 67 por ciento y en el primer trimestre del año acumula una inflación de 453 por ciento. Anualizada da 8.871 por ciento. Es cierto que estamos muy lejos de eso, aunque conviene recordar que estábamos en ese mismo andarivel, y que nuestro pasado hiperinflacionario de vez en cuando agita fantasmas. 

Queda claro, el enemigo público número uno de la Argentina es la inflación. No sólo de ahora, con subes y bajas está enquistada desde hace 7 décadas, y así andamos. Pasamos de ser el 5º país en el mundo a ocupar ahora el puesto 92º entre un relevamiento de 137. Del destino de Canadá, Nueva Zelanda y Australia, quienes incluso largaron en desventaja con nosotros, pasamos a un grupo tercermundista de posibilidades más que limitadas. Si hasta ayer nomás teníamos a Venezuela, Cuba y Angola como espejos.




 

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