Por Marcos mensa
La Biblia asegura que Jesús no tuvo padre biológico. Hoy, en los albores del tercer milenio, semejante afirmación puede sonar como una extravagancia mística anacrónica. Sin embargo, teniendo en cuenta la asombrosa plasticidad implicada en la vida, nada impide suponer que lo que llamamos sobrenatural irrumpa sin siquiera contradecir el orden natural.
Si bien estamos hablando de un milagro que como tal no requiere explicación científica, es interesante notar que la naturaleza tiene peculiaridades equivalentes, pues desde la virginidad, de hecho, nacen nuevas criaturas. El tiburón martillo es un ejemplo entre no pocos peces, reptiles, anfibios, crustáceos e insectos, que pueden procrear sin que la hembra sea fecundada. Sucede por lo general debido a factores ambientales o químicos. El proceso se denomina partenogénesis, término que etimológicamente significa “generación virgen”.
Un caso aparte, particularmente raro, es el de la lagartija cola de látigo, especie que continúa procreándose lo más bien, aunque los machos se han extinguido hace mucho tiempo. Como vemos, la vida es impredecible y puede tomar por caminos para nada rígidos.
Esta mutabilidad fue aprovechada por la experimentación científica para alcanzar resultados similares en mamíferos. Por ejemplo, el equipo liderado por el Dr. Tomohiro Kono de la Universidad Agrícola de Tokio logró que una hembra de ratón tuviese crías sin la intervención de un macho, modificando el genoma para obtener que un óvulo actúe como espermatozoide.
La biogenética ha ido incluso más allá: los científicos argentinos Ester Polak y José Cibelli activaron por primera vez óvulos humanos sin requerir de espermatozoides. Este hallazgo no implica que actualmente sea posible generar un embrión en dichas circunstancias. Aún así, me pregunto si realmente todos los experimentos y descubrimientos son revelados al público o acaso hay mucho más, que ni siquiera se nos ocurriría imaginar.
En definitiva, si el potencial biológico es tan dúctil y si la mano del hombre hoy día está consiguiendo alteraciones sorprendentes, ¿qué no puede hacer entonces el toque de Dios en el complejo entramado genético que Él conoce a la perfección?
El cristianismo insiste en anunciar el embarazo especial de María debido a que sólo así se explica el origen divino del niño de Belén. Y no se trata de un simple detalle, pues allí reside lo extraordinario de la Navidad: ha nacido alguien único, concebido de un modo completamente diferente.
Los comentarios de este artículo se encuentran deshabilitados.