Por Adrián Gerbaudo
Los rafaelinos tuvimos la oportunidad de ver, a lo largo de estos últimos 7 días, sucesos que sin lugar a dudas, repercutirán no sólo en la actualidad, sino que también tendrán consecuencias en tiempos ulteriores.
A nivel mundial, el retiro de Benedicto XVI -el primer Papa que renuncia después de 598 años- seguramente nos permitirá contarle a las futuras generaciones lo que fue vivir ese instante y, al igual que sucede con cuestiones claves a nivel global, recordar qué estaba haciendo cada uno cuando se enteró de la noticia y cómo repercutió en su vida (seguramente, más si es católico practicante).
Pero, a nivel nacional y provincial, han pasado días de mucha confusión, alteración y debate acerca de dos temas que han copado la escena mediática.
Por un lado, la decisión del Congreso de avalar el acuerdo con Irán (el Senado la semana pasada, Diputados en esta) y por el otro, la renuncia a la banca de diputada provincial de la exvicegobernadora María Eugenia Bielsa.
Vayamos por parte: en primer lugar, el pacto con la Nación Oriental ha generado un amplio impacto en la sociedad, cuya mayoría desconoce los alcances concretos de lo votado, puesto que nadie se lo ha explicado con concreción. Y si lo han hecho, han sido tan parciales los interlocutores (oficialismo acérrimo, oposición a ultranza) que vale la pena desconfiar. En tal, caso y como el ciudadano de a pie tiene otras preocupaciones mucho más urgentes (inseguridad, inflación, por mencionar solo dos), deja que debatan solos. Su falta de interés y del compromiso sobre el tema, también es un síntoma de cómo opera la sociedad argentina en su conjunto.
Tras casi catorce horas de discusión, la votación arrojó 131 respaldos y 113 rechazos. Con la mayoría propia y aliados, el Gobierno de Cristina Kirchner logró la sanción de la norma, que le permite dar uno de los pasos formales que establece el convenio con Irán, país que ahora también deberá ratificar el acuerdo en su Parlamento, algo que comenzó a suceder el mismo miércoles que debatía Diputados.
La pregunta que vale hacerse a esta altura es a qué costos se logró esta victoria en el Congreso. Ya dijimos que para la sociedad en su mayoría, no es un tema que le haya generado importancia, que haya debatido detalle por detalle. Sólo sabe que hay un acuerdo y le queda la duda sobre si se va a cumplir o no.
Pero, políticamente, el gobierno rompió todos los puentes con las asociaciones judías, que siempre habían sido socias o neutrales para esta administración. Y no solo eso: al ciudadano común sí le queda en claro que para asegurarse la mayoría hicieron renunciar a dos funcionarios provinciales (al chubutense Carlos Eliceche y a la tucumana Beatriz Mirkin) para que asuman sus diputaciones. El recuerdo de los "diputruchos" de la década del '90 rondó la cabeza de muchos. Ni hablar del escándalo que representó la visita del Canciller Héctor Timerman a las diferentes cámaras.
¿Será esta una victoria pírrica? ¿Un festejo inmerecido, dado que las pérdidas ocasionadas en las huestes ganadoras fue tan grande que la derrota está pautada, como si fuera un plazo fijo? ¿Tan seguros están de que el acuerdo es válido y que representará un beneficio para toda la sociedad para asumir costos tan altos?
Por otro lado, está la renuncia de quien fuera la persona más votada en las últimas elecciones, aquellas provinciales de 2011. Por encima, incluso, de la propia figura de quien surgiera como ganador, Antonio Bonfatti. María Eugenia Bielsa pateó el tablero y sacudió el panal, todo en un sola conferencia de prensa. Se fue de su banca denunciando un "pacto espurio" entre el rossismo y el socialismo. Algo que -para aquellos que seguimos las votaciones legislativas- no es nuevo. Ni tampoco es estrictamente santafesino: muchas de las leyes claves para el Frente Para la Victoria fueron avaladas por el socialismo.
Al argentino promedio le gustan las historias conspirativas. No importan si son ciertas o no: en principio, las cree. Y eso le da un golpe de efecto que pone a la Bielsa nuevamente en el centro de la escena política.
Tras esto, las especulaciones no tardaron en llegar. Que quiere ser candidata a diputada nacional, que quiere ser funcionaria de la Nación, que no se banca más a Rossi... Miles de historias, de versiones que, hasta ahora, no son más que eso.
Ambas historias, que caminan por senderos diferentes, en ámbitos distintos, tienen el mismo final: sólo el tiempo determinará si lo que ocurrió fue positivo o negativo y si, en definitiva, es el pueblo el que salga ganando tras todo esto. Algo que muchos de los protagonistas parecieran olvidarse permanentemente.
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