Por Roberto Actis
Nadie vive en una burbuja, o si lo prefiere en una isla, por apelar a un término con el cual Rafaela tuvo un fuerte paralelismo tiempo atrás. Es que hoy los problemas son comunes, compartidos, ya nadie queda al margen o se siente menos afectado. Veamos. La inseguridad y la inflación son los señalados por todos los argentinos, desde la Quiaca a Ushuaia, como los más preocupantes. Y los dos, tienen una directa relación con la droga, que por estos días parece haberse convertido en la madre de todos los problemas.
Es que aun cuando la droga es consumida, y lamentablemente cada vez más, por todas las franjas de la sociedad, sus consecuencias más alarmantes se registran en los sectores más postergados. En las villas, los barrios carenciados, los sectores más postergados, que aún después de la década ganada en la cual se creció al ritmo de tasas asiáticas, siguen engrosándose notablemente. Se asegura, no por los datos del INDEC ajustados al relato, sino por organizaciones privadas como puede ser la Universidad Católica, que la tercera parte de la población está en la pobreza e indigencia. Justamente, la inflación es una verdadera máquina de generar pobreza, asegurándose que hay más de un millón de jóvenes ni-ni, es decir, que ni trabajan ni estudian. En la calle, desesperanzados, buscando entonces el camino de escape que le proporciona la droga, aunque sea momentáneo y con altísimos costos de carcomerse su mismo cuerpo, su cerebro. Es que allí, en esos lugares, por si faltara algo para darle aún mayor gravedad, las que circulan son drogas adulteradas, de efectos letales. El paco por ejemplo, surgido del desperdicio que queda cuando se "cocina" la cocaína, y que para aumentar su volumen se llega a agregarle vidrio molido -de los tubos fluorescentes-, raticidas o cualquier porquería que se tenga a mano.
Aunque este veneno cuesta unos pocos pesos la dosis, genera una adicción tal que el consumo se hace cada vez más continuo, y por lo tanto se requiere dinero, que en gran parte proviene del delito, con la terrible añadidura que por estar drogados estos delincuentes pierden toda noción de lo que están haciendo, con una violencia total. La muerte de inocentes, tras ser asaltados sin resistencia, es cosa de todos los días. Convengamos que no es esta la responsabilidad absoluta del avance del crimen, pero sí una parte importante.
De tal modo vamos confluyendo en que la inseguridad y la inflación tienen muchísimo que ver con este enorme avance de la droga en la Argentina. Que parece haberse descubierto esta semana, pero que viene creciendo vertiginosamente desde hace tiempo, sin que hasta ahora -más que rimbombantes declaraciones y tratando cada uno de sacarse la responsabilidad de encima- se hayan visto acciones o ideas más o menos coherentes para combatir el flagelo con cierta esperanza de éxito. Que no hay que perderla, pues quizás alguna vez haya las reacciones que correspondan. Cada uno en su ámbito, desde su lugar, pero sin rehuirle al aporte.
Las declaraciones que hizo el padre Alcides Suppo sobre los chicos que en Rafaela empiezan a probar la droga a los 10 años y son adictos a los 14 son terribles, pero no nuevas. Es positivo que mucha gente se haya alarmado, justo ahora que el tema de la droga está en la cresta de la ola, pero hace años que se vienen denunciando casos de chiquitos aspirando de bolsas de nailon en una plaza, o grupos que fuman porros -hasta en los baños de una escuela nocturna-, o de lugares en que venden drogas. Se hizo poco, se habló mucho.
Ya que tocamos algo de la situación en la ciudad, que es mucho más compleja por cierto, veamos cómo se responde en la práctica. La Brigada de Drogas asentada aquí cuenta con un jefe, cinco agentes y un solo móvil, con lo cual se tiene que cubrir las ciudades de Rafaela, Sunchales y Frontera y 43 pueblos cabeceras de sus correspondientes distritos, cubriendo toda la jurisdicción del departamento Castellanos con sus 181.000 habitantes según el censo de 2010. ¿Se le puede exigir eficiencia y resultados? Si la Provincia, con toda razón, reclama el respaldo de la Nación para enfrentar el narcotráfico, también debería responder de la misma manera cuando la decisión le es propia, por ejemplo adecuando las dotaciones en el interior de la provincia.
Pronto tendremos en Rafaela el Juzgado Federal de competencia para actuar en lo relativo a las drogas facilitando las acciones, si se actúa con responsabilidad es probable que vuelva la Gendarmería a la ruta 34, sería más que oportuno que la Brigada de Drogas se equipe de acuerdo a las exigencias de la hora.
Rememorando aquella frase que se hizo célebre en la campaña electoral de 1992 que a Bill Clinton le valió vencer a George Bush padre, "Es la economía, estúpido!", bien podría aplicarse hoy en la Argentina bajo la adaptación "Es la droga, estúpido!" Que no entienda quien no quiere.
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